Estos rostros son de refugiados, desplazados forzosos a quienes hoy está dedicado el día.
Amna Abu Mustafa, ayudada a caminar en la Franja de Gaza, una nena afgana que quiere entrar a la piscina al sur de Irán; un grupo de rohingyas, minoría musulmana de Birmania, que se han ido a Indonesia; los más afortunados han huído de la guerra y están en campos de refugiados.
Menos favorecidos otros, viven como pueden en los países que no los persiguen. Son “desplazados internos” si están en la propia ciudad o país, como las mujeres de Puebla que en confinamiento de coronavirus vieron tan recrudecido el maltrato que tuvieron que irse a los albergues públicos.
Apátridas, los que no tienen nacionalidad por telarañas jurídicas; repatriados, los expulsados de un país que no los quiso o aquellos que, venturosamente, finalizaron un exilio.