Dulce Liz Moreno
La chica del teléfono no ha dejado de llorar. Ni de grabar.
El muchacho de capucha negra lleva la ofrenda de flores encendidas, muy.
Contrastan con el gris de la mañana, del ánimo y del cielo sobre el cementerio El Ángel, de la capital de Perú.
La chica tiene problemas para hacer zoom in al féretro. El guante le impide la destreza de antes cuando, manolimpia, podía usar el touch sin riesgo de infectarse del mismo virus que se ha llevado a quien honra con sus lágrimas.
¡Qué frío! El clima, el adiós de tres porque no se permiten más. Ahí los sepultureros usan a la fuerza el uniforme que en los 80 se inventó para cazar fantasmas.
En Estados Unidos, ayer se recordó con clarín a los militares caídos. Los altos mandos darán la vida por su país pero no la entregarán a un virus advenedizo: hicieron honores con guante protector.
Día de asueto, en Central Park la gente cerró los ojos a la emergencia y corrió.