El grito del hombre, rifle arriba, hace callar a todos. El grito de los hombres juntos, estremece. Los rostros de los niños y adolescentes reclutados para la guerra que mina por sexto año consecutivo a Yemen, sacuden.
En Japón, puentes, árboles, techos de viviendas y casitas endebles derrumbados retratan el desastre de las lluvias que se descargan con furia también allá.
¿Qué es peor? ¿El horror de la guerra o el azote del agua desde el cielo? Impensable, la respuesta, en medio de un mundo plagado de COVID-19.