Texto y fotos: Jaime Carrera
En 1824, el italiano Simmone Craviotto Bardorena, avecindado en México desde la segunda década del siglo XIX, se casó con la mexicana María de la Luz Pacheco Moreno, cuyo matrimonio trajo como consecuencia, con el paso de los años, la expansión del apellido genovés por todo el país.
La premisa es sencilla. De los cinco hijos de Simmone y María –Rafael, Josefa, Agustín, Francisco y Simón– descienden todos los Cravioto mexicanos e incluso algunos estadounidenses. De eso y más sabe Jesús Rodríguez Dávalos, cronista adjunto de ese municipio.
“La historia comienza con Simmone que venía de Génova, Italia, y viene a México a buscar fortuna, y se encuentra con unas personas que se dedicaban a la profesión de arrieros; personas de Huauchinango que iban de Tuxpan, Veracruz, a la Ciudad de México; le gustó el pueblo y se quedó”, narró.
Como parte de la charla con el conocedor, se logró el acceso a una casona en el centro del Pueblo Mágico: un inmueble de casi 200 años de antigüedad con el que comenzó el legado Cravioto en Huauchinango.
El terreno en el que la casona fue construida fue un obsequio para Simmone Cravioto por parte de Ángel Pacheco, su suegro, como regalo de bodas. Ubicada frente al zócalo del municipio, la vivienda funge como estacionamiento público.
Su fachada luce intacta y el balcón corrido acapara la mirada de los visitantes. En su interior, a cada paso cruje la madera, pues toda la estructura es de ese material.
En los cuartos que conforman la nave principal hay todo tipo de objetos personales y muebles, que tienen cuando menos cien años intactos. En lo que fue la sala de estar hay un enorme espejo de origen francés, de 170 años de antigüedad. Como éste sólo hay cuatro en el mundo, según documenta el cronista Jesús Rodríguez.
A la plática se suma Virgilio Mendoza Castillo, propietario del inmueble, quien lo heredó en cadena, en primera instancia heredado por Josefa, única mujer hija de Simmone y María. Durante diferentes lapsos, la casona de los Cravioto albergó a la Escuela Pensador Mexicano, el primer cine de Huauchinango, un boliche e incluso fue sede temporal del ayuntamiento.
LOS CRAVIOTO
“El patriarca Simmone, el genovés, hizo fortuna aquí porque se dedicó a la arriería y a la producción y venta de refino que lo distribuían en medio país; luego se dedicaron a defender a México durante la Intervención Francesa”, especificó el cronista Jesús Rodríguez.
Con el paso del tiempo, los Craviotto optaron por “mexicanizar” su apellido a Cravioto, tras sus múltiples participaciones con bandos mexicanos en episodios de batallas históricas. Durante el Porfiriato, algunos de los descendientes de Simmone y María fueron gobernadores de Hidalgo.
“Estuvieron en el bando de Benito Juárez durante la Guerra de Reforma, y durante el Porfirismo fueron gobernadores del estado de Hidalgo”.
En uno u otro territorio, a los Cravioto y sus descendientes les sonrió la fortuna y lograron adquirir diferentes predios tanto en Puebla como en Hidalgo y Tlaxcala. La familia también fue benefactora de Huauchinango con la habilitación de un hospital de sangre y un colegio que ya no existe.
LA POSADA
La Posada Morales, de acuerdo con las narraciones de Jesús Rodríguez, fue mesón para arrieros, debido a que Huauchinango es punto intermedio entre Tuxpan y Ciudad de México. Así pues, Huauchinango fue tierra de mesones: “Había con facilidad unos 20 o 30 que se mantenían hasta no hace mucho, unos 60 u 80 años, pero fue una actividad que cayó en desuso, por la modernidad al abrirse la carretera México-Tuxpan en el 1942-1943 aproximadamente”.
Poco a poco, los arrieros fueron sustituidos por los vehículos.
“Todavía en los 80 veíamos cómo llegaban los sábados los compradores con insumos, ya sea cervezas o alimentos, y los llevaban a los pueblos alejados a lomo de mula”, concluyó.