Este fin de semana, la granja piscícola Xouilin y las familias que venden pescados guisados alrededor tuvieron su primera venta del año, tras ser golpeados por los cierres obligados por la pandemia de COVID-19.
Nacido en 1984 para cultivar trucha arcoiris, el proyecto tuvo éxito inmediato por la calidad del agua de San Baltazar Atlimeyaya, en San Juan Tianguismanalco.
Es el deshielo del cono del Popocatepetl, que sale a la superficie a 13 grados Celsius.
Roberto de la Garza, gerente de la granja, explica que se intensificó la limpieza para manipular el producto.
Se adecuaron y señalizaron las áreas que los turistas pueden visitar los estanques; hay venta al público y también se empaca el producto para venta en tiendas de autoservicio.
La trucha, como alimento, aporta aminoácidos y aceites esenciales; diciembre y Semana Mayor es la de más afluencia, pero la emergencia sanitaria les estropeó toda la venta.
A restaurantes establecidos en la zona también se les mermaron las visitas y ventas.
Truchero Las Lagartijas en San Salvador El Verde tuvo su peor año en 10. Nazario Quiroz lleva el pescado desde Huauchinango a estas mesas.
Martín Hernández, en Truchero “El sabor de mi pueblo” en Santa Rita Tlahuapan, lamenta vender sólo 50% de lo usual en modo “para llevar”.