Dr. José Manuel Nieto Jalil
Director del Departamento Regional de Ciencias en la Región Centro-Sur Tecnológico de Monterrey Campus Puebla
En 1609, el italiano Galileo Galilei observó Marte con un telescopio primitivo, siendo el primero en utilizar la tecnología con fines astronómicos. Después de 50 años, el astrónomo holandés Christiaan Huygens utilizó un telescopio más avanzado de su propio diseño para hacer el primer dibujo topográfico del planeta rojo.
Desde entonces, la humanidad ha avanzado mucho en su conocimiento de nuestro vecino. Pero aún quedan muchas preguntas en el aire. Como recordarán tres misiones internacionales fueron lanzadas en 2020, con el objetivo de alcanzar Marte en febrero de 2021.
Las misiones fueron de Emiratos Árabes Unidos (EAU) con el cohete de Mitsubishi Heavy Industries (MHI), lanzado desde Japón; la segunda misión fue por parte de China, con el cohete Larga Marcha-5 bautizada como Tianwen-1, que significa “Preguntas al cielo”; y, finalmente, de Estados Unidos con la misión Mars 2020, a bordo de un cohete ULA Atlas 541, en el que viajó el Perseverance, un rover del tamaño de un automóvil pequeño, con un aspecto similar a su predecesor Curiosity, activo en el Planeta Rojo desde 2012, pero mucho más complejo.
Todas aprovecharon la alineación de Marte con la Tierra con el objetivo de que el viaje fuera más corto.
La primera en llegar fue la Sonda Hope, de EAU, que constituye un gran logro para el país del Oriente Medio. Esto los convierte en la quinta agencia espacial que llega a Marte, tras Estados Unidos, la Unión Soviética, la Agencia Espacial Europea e India. La segunda en llegar fue la nave Tianwen-1 de China, marcando un nuevo logro para la carrera espacial china, al conseguir que la primera nave que envía a Marte haya ingresado en su órbita. En tercer lugar llegó la misión norteamericana.
El rover Perseverance, como parte de la misión norteamericana, acaba de cumplir 18 meses de exploración del cráter Jezero, en Marte. Un tiempo durante el cual el vehículo robótico de la NASA ha estado recolectando muestras que revelarán, por fin, la historia geológica y del agua del planeta rojo.
A pesar de que aún habrá que esperar una década para encontrar todas las respuestas (hasta que las muestras sean recogidas de la superficie marciana y traídas a la Tierra en 2033), los científicos están entusiasmados con los datos que han podido extraer hasta ahora in situ, gracias a los instrumentos del rover.
Los científicos de la NASA han estado reportando los hallazgos más importantes encontrados. En detalles se pueden consultar cuatro artículos publicados el pasado 25 de agosto en prestigiosas revistas, dos de ellos en la revista Science (“Aqueously altered igneous rocks sampled on the floor of Jezero crater, Mars” y “An olivine cumulate outcrop on the floor of Jezero crater, Mars”) y otros dos publicados en la revista Science Advances (“Compositionally and density stratified igneous terrain in Jezero crater, Mars” y “Ground penetrating radar observations of subsurface structures in the floor of Jezero crater, Mars”).
Uno de los principales autores de estas publicaciones destaca que las rocas recogidas del suelo del cráter por Perseverance subyacen a los sedimentos del delta, por lo que sus edades proporcionarán un límite superior para la edad de formación del delta y para ellos fue muy sorprendente que de las rocas recolectadas de cuatro sitios diferentes del cráter Jezero hallan resultado ser rocas ígneas, es decir, formadas por el enfriamiento del magma fundido y resultan muy ventajosas para elaborar una cronología precisa, una vez que las muestras estén a la Tierra. Esas rocas también muestran evidencia de haber sido alteradas por el agua.
Según los autores el hecho de que se tenga evidencia de alteraciones acuosas de las rocas ígneas constituye un elemento muy importante, debido que ayudarían a comprender las condiciones ambientales que podrían haber sustentado la vida en algún momento.
Las rocas ígneas, en efecto, guardan una información precisa de cuándo exactamente hubo un lago en Jezero. Los científicos destacan que el estudio de las muestras permitirá abordar algunas cuestiones importantes: ¿cuándo fue el clima de Marte propicio para lagos y ríos en la superficie del planeta? y ¿cuándo cambió a las condiciones frías y secas que vemos hoy?
Antes de la misión, los geólogos esperaban que el suelo del cráter estuviera lleno de sedimentos o lava, roca fundida que se derramó sobre la superficie y se enfrió rápidamente. Pero en dos lugares a los que se conocen como Séítah, las rocas parecen haberse formado bajo tierra y haberse enfriado después lentamente. Por supuesto, lo que sea que las cubriera se ha erosionado en los últimos 2 mil 500 a 3 mil 500 millones de años.
La estructura cristalina de la roca ígnea mostró granos de olivino de tamaño milimétrico intercalados con piroxeno, que sólo podrían haberse formado por un enfriamiento lento. El olivino de grano grueso es similar al que se observa en algunos meteoritos que se cree que se originaron en Marte y finalmente se estrellaron contra la Tierra. Los datos que respaldan esta idea provienen de imágenes multiespectrales y análisis de fluorescencia de rayos X, llevados a cabo con instrumentos a bordo de Perseverance.
Los datos recopilados hasta ahora por Perseverance permiten dos escenarios diferentes para explicar las rocas ígneas: ya sea que la roca se enfrió bajo tierra y salió de la superficie de alguna manera, o hubo algo así como un lago de magma que llenó el cráter y se enfrió gradualmente.
Muestras obtenidas por el rover en un segundo sitio cercano llamado Máaz, también son ígneas, pero de una composición diferente. Debido a que esta capa se superpone a la capa de roca ígnea expuesta en Séítah, la roca Máaz podría haber sido la capa superior del lago de magma. Pero hay la posibilidad que las rocas ígneas de Máaz sean de una erupción volcánica posterior, de cientos de metros de espesor.
Los momentos precisos en que se formaron estas diversas capas sólo se revelarán mediante análisis de laboratorio en la Tierra, ya que las herramientas de análisis geoquímico necesarias para la datación son demasiado grandes para ser colocadas a bordo de Perseverance.
Hay toda una variedad de observaciones geoquímicas diferentes que se podrán hacer una vez que las muestras recolectadas estén en la Tierra. Se podrá investigar cuándo se cristalizó la roca, también permitirá conocer cuándo estaba ocurriendo actividad ígnea en el interior del planeta.
La exploración de Marte y la recolección de muestras permitirán validar que ambos planetas fueron bastante parecidos y que en el pasado ambos contaban con abundante agua líquida en su superficie, por lo que la aparición de la vida en la Tierra en ese entonces nos lleva a plantear la posibilidad de que también pudiera haberse iniciado en Marte.
La misión Mars 2020 del rover Perseverance encarna el espíritu de perseverancia de los científicos y de la humanidad. La misión en sí personifica el ideal humano de perseverar hacia el futuro y ayudará a la humanidad en su conquista.
Las próximas décadas serán cruciales para su exploración, pues seguro habrá llegado el momento de poner el pie en Marte y convertirnos en una especie interplanetaria.