Por: Lesly Mellado May
Paradójicamente, empezamos el mes de noviembre con una pequeña tregua de parte de la muerte. El primer día sin muertos por COVID-19 en los 20 meses que llevamos de pandemia en Puebla.
El primer deceso se registró de manera oficial el 30 de marzo de 2020: un camillero del hospital Ángeles; y a partir de entonces pasamos 579 días contando muertos.
No hemos tenido certeza del número diario, pues en los picos más altos de la pandemia no se registraron inmediatamente y en la conferencia de prensa estatal dan el informe de decesos ocurridos en las “últimas 72 horas” omitiendo los “extemporáneos”.
Si nos atenemos a las cifras oficiales de la Secretaría de Salud estatal, al concluir octubre llevamos 15 mil 933 víctimas mortales del coronavirus; el cuarto lugar a nivel nacional, por debajo de CDMX, 52 mil 218; Edomex, 32 mil 334; y Jalisco, 16 mil 973.
Si bien estas defunciones son proporcionales a los estados con mayor población, cabe destacar el caso de Veracruz que supera a Puebla en número de habitantes pero está por debajo en muertos por COVID-19.
Llevamos 15 mil 933 muertos. Es como si en 20 meses falleciera toda la población de las juntas auxiliares de San Miguel Canoa o Santa María Xonacatepec; o todos los habitantes de Los Héroes o Loma Bella.
Es como si desaparecieran todos los pobladores de Calpan o Huitzilan de Serdán o Rafael Lara Grajales o San Gabriel Chilac o Tlacuilotepec, los municipios que tienen entre 15 mil y 16 mil habitantes.
De ese tamaño es la tragedia que nos ha tocado vivir.