Dr. José Manuel Nieto Jalil
Director del Departamento Regional de Ciencias en la Región Centro-Sur Tecnológico de Monterrey Campus Puebla
Por todos es conocido que nuestro Sol no brillará para siempre. Aproximadamente dentro de unos 5 mil millones de años, el Sol consumirá su combustible de hidrógeno y colapsará bajo su propio peso convirtiéndose en una gigante roja, por lo que devorará a los planetas Mercurio, Venus, y probablemente también la Tierra. Finalmente, su envoltura se propagará formando una nebulosa planetaria, en cuyo centro sólo quedará un núcleo desnudo, una enana blanca.
Definitivamente, cuando el Sol se haya convertido en una enana blanca, si para ese entonces hemos sido capaces de sobrevivir, nuestro futuro dependerá de nuestra capacidad de conquistar otros mundos.
El programa Artemisa de la NASA constituye la antesala de la conquista del humano de otros mundos que comenzará a partir del mes de noviembre cuando la NASA tiene previsto el lanzamiento de la primera misión. Este lanzamiento constituye la primera etapa de un ambicioso y caro programa de los Estados Unidos con el objetivo final de llevar seres humanos al planeta Marte, creando primero una ciudad habitada de forma permanente en la Luna. Aunque el lanzamiento de la misión Artemis I de la NASA como primera fase de la reconquista de la Luna ha sido pospuesto por segunda vez esto no quiere decir que muy pronto se retomará la reconquista de otros mundos. El programa Artemis será la nueva gran aventura que por vez primera creará colonias permanentes de seres humanos fuera de la Tierra. Pocos acontecimientos pueden ser más históricos o trascedentes que convertir a la humanidad en una especie multiplanetaria.
La existencia de cantidades significativas de agua en las proximidades de los polos lunares impulsa los planes de la NASA y de otros países. El programa Artemis cuyo objetico central es desarrollar un asentamiento permanente en la Luna tiene previsto utilizar estas reservas tanto para el mantenimiento de bases como para la producción de combustible de naves con otros destinos, lo que podría convertir a la Luna en una verdadera estación de tránsito en la expansión de los seres humanos fuera de nuestro hogar.
Artemis incluye un protocolo para el desarrollo de diversas actividades de manera abierta, segura y pacífica al que ya se han adherido Australia, Canadá, Italia, Japón, Luxemburgo, los Emiratos Árabes Unidos y el Reino Unido. Por su parte, China y Rusia, dos importantes potencias espaciales, prefieren mantener una independencia absoluta y han renunciado a participar en este programa.
En paralelo, China y Rusia, ya han presentado su plan oficial en conjunto para llegar a la Luna. Ambos países asiáticos han hecho oficial la hoja de ruta con todas las misiones necesarias y marcadas en el calendario para los próximos 14 años. Una hoja de ruta que, de llevarse a cabo según lo estimado deberán tener como resultado una base lunar permanente en el 2035.
Es importante también destacar que independientemente de que los objetivos prioritarios de las agencias espaciales mundiales sea la reconquista de la Luna y posteriormente el planeta Marte, no podemos perder de vista otros cuerpos planetarios cercanos en nuestro sistema solar también con un gran potencial para la exploración como las lunas de Júpiter y Saturno que pueden ser habitables.
Particularmente, en una de las lunas de Júpiter, Europa, se descubrió la presencia de agua después de un estudio minucioso de los datos de la nave Galileo e imágenes del telescopio Hubble. Al tener agua líquida en contacto con la roca alimentada por las fuerzas de marea, y la presencia de energía química, la luna Europa cuenta con los compuestos orgánicos esenciales para la vida que conocemos, de ahí su gran importancia.
Por su parte, Encélado, la luna de Saturno, es una luna pequeña, un sexto del tamaño de Europa con una superficie muy helada y brillante. Los elementos químicos presentes se ajustan a todos los criterios de habitabilidad que conocemos: tiene fuentes de energía química y carbono para construir moléculas complejas.
La semana pasada salió un artículo de investigadores de la NASA que fue publicado en la prestigiosa revista Galxies, donde se afirma que de acuerdo con el desarrollo tecnológico con que contamos en la actualidad y su crecimiento en los próximos años, el hombre llegará a Saturno en 2076 y a la estrella Próxima Centauri en 2254. Aún faltan algunos años, sin embargo, los estudios continúan para saber si definitivamente pueden ser planetas habitables para nosotros en los próximos años.
Este estudio en cierta medida coloca los planes espaciales en un atolladero, debido a un crecimiento lento en los últimos 50 años. Destaca que, si queremos sobrevivir como especie y a largo plazo, necesitamos un programa espacial agresivo y sostenido que incluya la colonización de otros mundos más allá de la Tierra y en un menor tiempo.
Otro elemento importante para el conocimiento, planeación de misiones futuras y la conquista de otros mundos lo refuerzan los trabajos publicados en días pasados por investigadores de la NASA que lograron crear un modelo capaz de calcular cuánto tardará la humanidad en establecer colonias, tanto en el Sistema Solar como en diferentes planetas alrededor de otras estrellas. El objetivo fundamental de estos resultados está basado en estimar en qué momento la humanidad se convertirá en una especie multi planetaria a través de la colonización
más allá de nuestro mundo y así garantizar las posibilidades de que la humanidad sobreviva a largo plazo.
Sus cálculos sugieren que las primeras misiones tripuladas por humanos para aterrizar en Marte para el año 2038, seguidas de las primeras misiones Cinturón de Asteroides pueden ocurrir en el 2064 y a las lunas de Júpiter y Saturno en los años 2076 y 2086. Los lanzamientos de misiones interestelares tripuladas por humanos a destinos de exoplanetas dentro de aproximadamente 40 años luz del Sistema Solar se consideran posibles durante el siglo 23; y el lanzamiento de misiones intragalácticas a finales del siglo 24.
Por otro lado, llevamos décadas buscando signos de inteligencia fuera de la Tierra. La pregunta en este caso sería si habrá alguien ahí fuera intentando hacer lo mismo. Quién sabe, es posible que científicos alienígenas estén ahora mismo mirando hacia la Tierra y preguntándose si ese pequeño planeta azul con mares y atmósfera será o no capaz de albergar vida.
En los últimos días salió publicado en la revista The Astrophysical Journal, y dirigido por Sarah Rugheimer, astrónoma y astrobióloga de la Facultad de Ciencias de la Tierra y del Medio Ambiente de la Universidad de Saint Andrews, un nuevo estudio que ha modelado las capacidades del telescopio espacial James Webb, que será lanzado el próximo 31 de octubre de este año, y concluye que podrá buscar biofirmas en las atmósferas planetarias en un tiempo récord.
El artículo publicado destaca que, al realizar estudios de diferentes épocas geológicas de la historia de la Tierra, modelando las atmósferas alrededor de diferentes estrellas, más grandes y pequeñas que nuestro Sol les permitió saber cómo evoluciona la vida en diferentes ambientes, por lo que estos resultados podrían sentar las bases para que los científicos interpreten las biofirmas de diferentes exoplanetas del tamaño de la Tierra y conozcan los posibles signos de vida.
Proyectos con la conquista de la Luna, Marte y las lunas de Júpiter y Saturno, el descubrimiento de posibles extraterrestres son los desafíos que se necesitan para la generación post-covid, para volver a soñar con un mundo mejor, para demostrar que el esfuerzo colectivo es capaz de cumplir metas que parecen imposibles.