Rodolfo Rivera Pacheco
Lo dijimos hace meses. La crisis mundial del COVID-19 afectaría muchas áreas (si no es que todas) de la economía. A más de seis meses de cuarentena y confinamiento de la mayoría de empresas, negocios, gobiernos y familias es lógico que el resultado sea una recesión histórica de la que tardaremos en salir al menos todo 2021 (siendo muy optimistas).
Industrias, fábricas, empresas de servicios, hoteles, restaurantes, bares, comercios de todo tipo, aerolíneas y muchos más quebraron y cerraron, dejando sin trabajo a centenas de miles de personas.
Desde luego no todos cerraron. Las empresas grandes han vuelto a abrir y poco a poco algunos regresan a trabajar, aunque con restricciones y poca productividad. Pero el sector comercial y de servicios sí que se vio afectado. Basta ir a alguna plaza comercial de las que ya han reabierto y puede uno ver decenas de locales cerrados y con anuncios de renta.
Las empresas quebraron y dejan de pagar impuestos y los desempleados dejan de consumir y de pagar sus impuestos.
Baja el consumo y a su vez bajan las retribuciones fiscales a los gobiernos, que desde luego siguen pagando a todos sus empleados por ley. O sea, menos recursos pero mismas obligaciones.
Es lógico que en tiempos de crisis o guerras, los gobiernos cuenten con menos recursos. Y por eso es lógico que los presupuestos gubernamentales de 2021 tengan recortes. Todos lo esperábamos.
El problema radica en que la disminución de recursos en el Presupuesto Federal del año entrante no es pareja para todos los estados.
Nadie dudaba que habría menos recursos para los estados por el austero presupuesto que tendría que rediseñarse por la pandemia. Lo que no se explica es por qué mientras a Puebla se le disminuye un 5% el presupuesto y participaciones federales (que se traduce en casi 5 mil millones de pesos), a otros estados como Yucatán, Quintana Roo o Tabasco les aumenten entre 15% y 19% más.
Efectivamente, por aquí no pasará el mentado Tren Maya y tampoco habrá ninguna refinería, pero ¿por qué quitarle a unos para reasignárselo a otros? ¿O sea que sí había recursos, pero solamente se distribuyen de otra manera? ¿Los megaproyectos sexenales del presidente Andrés Manuel López Obrador los tenemos que financiar todos los estados, a costa de disminuir los presupuestos propios? ¿Por el Tren Maya dejan de existir necesidades, proyectos pendientes o carencias en todos los demás estados?
Así razonaba Rafael Moreno Valle: con tal de financiar sus megaproyectos (el absurdo Museo Barroco, el innecesario teleférico o el estúpido tren turístico a Cholula, por sólo mencionar tres), nunca le asignó recursos importantes al campo poblano (por eso miles de campesinos se dedicaron al huachicol o se largaron a Estados Unidos) y los caminos de la Sierra Norte de la entidad se caían a pedazos (por mencionar dos áreas con carencias de ese momento).
El presidente Andrés Manuel López Obrador está pensando con prospectiva electoral, desde luego (beneficiar con derrama de recursos a todo el sureste, la zona más poblada del país y… con mayores simpatías hacia Morena), pero nos pasa a traer a los poblanos y a otros 15 o 20 estados de la república.
Por supuesto, el gobernador Miguel Barbosa ya externó su inconformidad.
Pero no hará reyertas secesionistas absurdas como varios gobernadores de oposición (que también proyectan réditos electoreros: fomentar en sus estados odio contra el presidente, para promoverse ellos y sus partidos).
Barbosa dijo que no está de acuerdo con la disminución presupuestal, pero que lo enfrentará como debe enfrentársele: con ahorro, austeridad y reasignaciones presupuestales. El problema ya está aquí. No va a desaparecer. Entonces hay que afrontarlo. Punto.
Y si el presidente está proyectando estrategias electorales… ojalá le funcionen.
Porque si efectivamente hay una derrama económica en el sureste del país y se beneficia con empleos y apoyos a millones de mexicanos a través de las megaobras públicas del gobierno federal. ¡Qué bueno! Habrá millones de votantes agradecidos con el presidente, su partido y sus candidatos.
Pero si no ocurre eso y sus proyectos no salen como él desea y además millones de mexicanos de los otros Estados que no tendrán buen presupuesto, seguiremos sufriendo los estragos de la recesión por la pandemia… entonces también habrá millones de votos adversos al presidente, su partido y sus candidatos.
Es una apuesta arriesgada. Es prácticamente un volado que el presidente está “echando”. ¿Lo ganará? Y en Puebla… cada vez más se va configurando un escenario electoral para 2021, en el que los candidatos tendrán el papel más importante para que los ciudadanos definan su voto.
Para los morenos, el voto antigobierno sólo puede ser combatido con excelentes candidatos. Pero los mejores candidatos de oposición también podrán ganar en muchos sitios, ya lo veremos.
Pero eso, ahora más que nunca, eso solamente lo pueden saber (quiénes son los mejores candidatos)… con encuestas (serias, no babosadas telefónicas y por internet).
Sí, ahora más que en ninguna otra época… vox populi, vox dei.
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