Por: Vicky Fuentes / Negocios, política y algo más
En un intento más de apertura y conciliación, que podría ser el último dicho por ellos mismos –es la tercera llamada–, el Consejo Coordinador Empresarial (CCE) enlistó 68 propuestas para hacer frente a los efectos del COVID-19 en la economía y así lograr un acuerdo nacional para la recuperación económica.
Cabe destacar que las 68 propuestas tienen tres ejes: las inmediatas para resolver la crisis, las dirigidas a reabrir la economía y las enfocadas al mediano/largo plazo para detonar el crecimiento y el desarrollo social.
¡Estas propuestas no salieron de la nada ni fueron escritas sobre las rodillas! Tal vez no le han informado al presidente que estas propuestas son el resultado de las mesas de trabajo que organizaron la semana pasada, en la que participaron 263 panelistas de todos los sectores de la sociedad, teniendo un alcance de más de 135 mil personas mismas que enviaron poco más de 3 mil preguntas, propuestas y comentarios.
Hasta hace unas horas existía la esperanza, sí, la esperanza de lograr que se entendiera el mensaje y se diera la tan anhelada reunión entre el presidente y las cúpulas empresariales, buscando soluciones y conciliando intereses en pro de la recuperación económica de nuestro México.
Sin embargo, en la rueda de prensa habitual de ayer, los empresarios se toparon nuevamente con la necedad, el rencor, el encono y las pocas ganas de sumar esfuerzos.
Porque una cosa es ser terco y otra necio y obtuso. Lo que en su momento fue una gran virtud desde la oposición y en el templete de campaña del hoy presidente, hoy se convierte en uno de sus grandes defectos.
Sus ideas y soluciones ante problemas complejos son tan sencillas como erróneas, todos los días juega a la necedad repitiendo decenas de veces lo que ya sabemos, como si de esa manera cambiara la percepción y los resultados.
Nada más alejado de la realidad. Como era de esperarse, la respuesta que tuvieron fue un rechazo total a adquirir deuda pública advirtiendo que “ningún grupo puede imponer su política” destacando que el CCE tiene derecho a manifestarse, que somos libres, pero que “con todo respeto no van a continuar con más de lo mismo”, que no habrá rescate a potentados, que si hoy una empresa quiebra, pues que sea el empresario el que asuma la responsabilidad.
Falta más. Hay que reconocer que tuvo el detalle de mencionar que su gobierno tiene comunicación permanente con el CCE reiterando “no vamos a continuar con el modelo fallido de rescates de corte neoliberal, no llegamos aquí para hacer lo mismo”.
ANTES, DIÁLOGO; HOY, NADA
En medio de esta crisis y nula comunicación entre empresarios y gobierno, qué lejos se ven las reuniones que sostenía Alfonso Romo, hoy Jefe de la oficina de la Presidencia, con la iniciativa privada de todo el país.
Aquí en Puebla grandes comilonas, charlas interminables, promesas invaluables y abrazos riñoneros.
Y ahora, ¿alguien ha visto a Alfonso Romo? Sí, él que hace algunos años prometía la cercanía y comunicación, él que hasta hace unos meses pedía al sector privado hablar de optimismo en la inversión, sí, ese que aseguraba que Andrés Manuel López Obrador es el mandatario que más se ha reunido con el sector privado y que pedía repetidamente a la IP tener confianza, ya que serían escuchados y atendidos.
Todo esto hoy parece una mala broma, parece que a Romo le ha dado amnesia y se olvidó de todo, o tal vez es que le arde la cara de vergüenza por no poder cumplir con ellos; es patético.
Lo cierto es que hoy se tendrán que conformar con la atención que les dará la Secretaria de Economía Graciela Márquez Colín, quien, por indicaciones de su jefe, los escuchará con mucha atención. Así, bajo estas condiciones, se antoja muy complicada la ruta de reactivación económica. Más negro el panorama, imposible.