Por:Felipe Sandoval / Ig: @felipe.s.sandoval / Fb: @FelipeSandovaldelaF / Tw: @felipesandoval
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Avalancha de vacunas
Este 2021 será el año de la ciencia. Las pruebas, avances y el intercambio de información entre países para “salvar al mundo entero”, será algo que futuras generaciones probablemente encontrarán en sus libros de texto.
Hasta el 15 de febrero, según la OMS, el conteo de siete distintas vacunas aplicadas contra la COVID-19 osciló en los 175.3 millones de dosis. Pero hablemos de negocios. Hace tiempo les platicaba de los sectores en los que sería muy afortunado invertir este año. Pues aquí una muestra de que no estaba tan errado.
Al momento que salieron a la luz los primeros estudios relacionados con la vacuna contra la COVID-19, las acciones de farmacéuticas y biotecnologías implicadas repuntaron en la bolsa de manera extraordinaria. Pfizer, AstraZeneca y Johnson & Johnson, por mencionar algunas, cerraron un año de bonanza, pero espero no se hayan dormido en sus laureles, ya que el hecho de no darse abasto e incumplir expectativas, puede llevárselas de corbata.
Moderna pasó de 25 a 132 dólares por acción. Pfizer pasó de 25 a 35 dólares en un año, con 50% de rendimiento aproximadamente. ¿Y de dónde sale el dinero para la investigación, generación y demás acciones? En primera instancia, al ser una urgencia sanitaria, de los gobiernos. Sin embargo, por la misma premura también le han apoquinado organizaciones filantrópicas y sector privado.
Alrededor del mundo los gobiernos han proporcionado poco más de 8 mil 600 millones de dólares, las organizaciones mil 900 millones y 3 mil 400 millones de dólares las empresas privadas. La pregunta es: ¿Por qué las empresas no están invirtiendo más? Ordinariamente la aprobación de una vacuna tarda entre cinco y 10 años, con la del COVID-19 sólo se han tenido meses para comenzar a buscarla.
Claramente esto ha traído mayor rango de error y más allá de las desafortunadas afectaciones en los grupos de prueba o pacientes, pues está la de los inversionistas. Las naciones con menos recursos necesitan grandes suministros y no pueden pagar por vacunas si los precios son altos. ¿Cuánto están dispuestos los inversionistas a perder de utilidad? Las vacunas a diferencia de muchos medicamentos, sólo se aplican una o dos veces al año.
¿Conviene entonces mejor invertir en tratamientos para COVID en lugar de vacunas? La realidad es que, así como la influenza, la Covid llegó para quedarse. Las vacunas contra la influenza son prácticamente fabricadas por industrias privadas. Y para este invierno, mínimo para el mercado estadounidense se produjeron entre 194 y 198 millones de dosis.
La cosa entonces parece ser rentable. Recientemente leí una entrevista de Forbes donde la rectora de la Universidad de Querétaro, Teresa García, comentaba que en México “no ha habido la confianza para el desarrollo de vacunas, y con el paso de los meses, los recursos han decrecido hasta llegar a nada”.
Entre los alumnos, algunos artistas y la misma universidad han tenido que financiar los estudios, lo que los ha detenido en una lamentable Fase 1 a estas alturas del partido. ¿No sería bueno acercarse, conocer al respecto y analizar si vale la pena la inversión? Si en México hemos sido pioneros n el implante de células cardiacas y hemos sido capaces de reinventar instrumentos quirúrgicos, ¿te imaginas que desarrolláramos una vacuna contra la COVID que le haga frente a nuevas cepas?
A pesar de que por ahí no entiendan de ciencia, tecnología o algo tan básico como el uso de cubrebocas, la importancia de invertir en ellas, así como en salud pública y las posibles consecuencias de no hacerlo, cobrarán cada vez más fuerza.
Basta con echarle un vistazo a esta película de ciencia ficción que estamos viviendo y repasar lo que otros países hicieron mal y aquí seguimos replicando.
Biden dijo que para el 4 de julio podrán celebrar en Estados Unidos la independencia de la COVID… ¿y nosotros? Al paso que vamos espero que para el 16 de septiembre… aunque sea de 2024. ¡Aguanten!