Iván Mercado / @ivanmercadonews / FB IvánMercado
A13 días para llegar a las urnas, en unas elecciones que pondrá a prueba a los mexicanos, los números del actual proceso dan cuenta de la relevancia y el descaro con el que se pelea el poder político en un territorio altamente polarizado, donde las distracciones son el antídoto perfecto para hablar de todo, menos de las elecciones que nos redimirán o nos condenarán.
En los últimos 15 días, los mexicanos hemos sido testigos de un sinfín de eventos extraordinarios, de ataques inéditos, de acusaciones inimaginables, de enfrentamientos sin precedente, de violencia extrema y de silencios inquietantes que nos dan una clara referencia del tamaño de la pelea y de la importancia de poseer el control total del país.
Los números de las diferentes casas encuestadoras que siguen día a día el desarrollo de las campañas, advierten una competencia peligrosamente cerrada que difícilmente encontrará triunfos legítimos el mismo día de la elección. Ello motivará que, como nunca antes, las desgastadas instituciones y autoridades electorales tengan que otorgar en la mesa lo que no se ganó con contundencia en las urnas.
La conflagración social y política se acelera conforme se acerca el 6 de junio, la relevancia de este proceso electoral se hace cada vez más evidente y por ello es determinante arrojar más y más combustible para atizar el fuego y evidenciar los escándalos que emanan de un sistema podrido, el cual –en la lógica de la actual administración federal– debe ser eliminado definitivamente.
Ese es el escenario perfecto para dar el golpe definitivo al México de las instituciones “cómplices, costosas e inútiles” para, con ello, dar paso a un nuevo régimen que sea capaz de poner el “orden y control” que tanto necesita esta nación y por lo cual, indiscutiblemente, votaron 30 millones de mexicanos en 2018.
En un compendio de los números de la semana recién terminada, se aprecia que nadie puede cantar victoria en la competencia para gobernador en estados como Campeche, donde la diferencia entre Movimiento Ciudadano y la alianza Morena-Partido del Trabajo es menor a dos puntos.
En el mismo escenario de incertidumbre se encuentra la competencia por la gubernatura en San Luis Potosí, donde el partido Morena aún conserva una ventaja de menos de cinco puntos a su más cercano adversario, el abanderado por la coalición PAN, PRI y PRD.
Los sonorenses se debaten como nunca antes en una cerrada contienda, que a 13 días de la elección tiene penas arriba con seis puntos a la coalición PAN, PRI y PRD sobre el bloque integrado por Morena, PT, Partido Verde y Nueva Alianza, que busca llevar al poder al exsecretario federal de Seguridad y Protección Ciudadana, Alfonso Durazo Montaño.
Tlaxcala también se cierra en los últimos días de campaña, la coalición Morena, PT, Partido Verde y Nueva Alianza mantiene una ventaja de menos de seis puntos sobre la candidata del bloque integrado por el PAN, PRI, PRD, PS y PAC, sin embargo, en este como en otros estados hay un número de votantes que han decidido no revelar el destino de su sufragio.
En el centro del país, Zacatecas atraviesa por las mismas circunstancias de indefinición con una alianza de panistas, priístas y perredistas que apenas logran una incipiente ventaja en las preferencias electorales de poco más de dos puntos sobre Morena, PT y Partido Verde.
Otro estado del norte que no da claridad en sus preferencias electorales es Baja California Sur, entidad en la que la coalición del PAN, PRI, PRD, PRS y PH no logra sacar ni tres puntos de diferencia a la alianza de morenistas y petistas.
Nuevo León es sin duda, el estado que mejor ejemplifica la polarización y la inestabilidad de cara a la contratación de su próximo gobernador, el ya muy cuestionado candidato Samuel García, de Movimiento Ciudadano, ahora tiene al PAN como su más cercano adversario con un ascendente Fernando Larrazabal, que de no tener posibilidades reales en la contienda hoy es “llevado”(literalmente) a esa posición por los neoleoneses, quienes –aseguran– no permitirán imposiciones en su territorio.
Las demás elecciones parecen estar definidas: Baja California, Colima, Guerrero, Michoacán, Nayarit y Sinaloa están apostando a la cuarta transformación, como fórmula para salir de la actual condición de miseria y rezago en la que se encuentran.
Mientras que Chihuahua y Querétaro no seguirán el camino transformador que en los últimos dos años y medio ha venido ofreciendo Morena desde la Presidencia de la República y varios estados del país.
Es así que de 15 estados en juego, seis están decantados para el partido en el poder, dos se niegan a la llamada 4T y siete se habrán de definir muy probablemente en el tribunal electoral, dadas las incontables impugnaciones que incluso ahora, ya se preparan para ganar por la vía judicial.
El escenario de las gubernaturas es sólo un ejemplo del clima que se vive en una elección en la que se juega la mayoría de la Cámara de Diputados, el verdadero factor que resultará clave y estratégico para trazar el rumbo y las políticas que habrán de imponerse o preservarse para seguir dando forma a esta nación.
Un peculiar sonido se escucha con cada vez más claridad en este México de incautos y dispersos, es el “tic-tac” de una bomba de tiempo que se ha activado y que promete reventar socialmente después del 6 de junio, con todas las consecuencias graves que ello implica para el país.
Cualquiera con un sano juicio pensaría que nadie gana en un territorio incendiado, que a nadie le conviene tener una nación dividida, sin embargo, los mexicanos ya estamos enrutados en otros tiempos y en otras visiones de país.
México se perfila a uno de sus capítulos más complejos, uno donde es imperioso desterrar toda acción o institución del pasado para comenzar de cero una nueva república.
El golpe parece inevitable, sin embargo, aún es posible eludir el doloroso episodio si es que los mexicanos en edad de votar comprenden el delicado y definitorio momento por el que atraviesa nuestro país.
La del 6 de junio próximo, no será una votación más, no, será el ejercicio en el que demostraremos si estamos listos para asumir la responsabilidad de ser una sociedad informada, organizada y exigente, o si –como aseguran desde el movimiento transformador– aún no somos capaces ni siquiera de salir a decidir nuestro futuro.
En 13 días tenemos una cita impostergable para decidir la dirección y la ruta de nuestro país, por ello, es deber de todos, absolutamente de todos, salir como adultos conscientes a decidir nuestro presente y futuro.