Por: Alejandro Cañedo Priesca
Hay ciudades cosmopolitas, liberales, seguras de sí mismas y San Francisco.
Un lugar que fue devastado por un terremoto en 1906 y que gracias al empuje de sus habitantes, con el propósito de volver a ser el más importante del norte de California, nueve años después de la tragedia celebró una exposición internacional que le dio un renombre en todo el mundo.
En San Francisco puedes visitar el parque del famoso puente Golden Gate, cruzarlo y admirar toda la ciudad desde la otra orilla en Sausalito, que es después de Nueva York la ciudad más densamente poblada de Estados Unidos, así como también recorrer las calles que suben y bajan a bordo de un tranvía, que recuerda tiempos pasados con calidad del presente.
Ahora viajemos fuera de San Francisco, hacia el sur, para entrar en el lugar que logró el mayor desarrollo tecnológico en el mundo, el famoso “Silicon Valley”, sede de grandes empresas como Apple y Facebook, entre otras.
Más hacia el sur llegamos a un pueblo costero, que ubicado en la península de Monterey (si, con una r nada más) es un lugar bello y muy limpio, con campos de golf en donde destaca el pueblo de Carmel, que fue un lugar para escritores y pintores y que con el tiempo se convirtió en el hogar de jubilados de alto poder adquisitivo, provocando un desarrollo muy alto además de ser uno de los centros de desarrollo cultural más importantes de la costa oeste de Estados Unidos.
En Monterey puede visitarse el acuario, que es uno de los más importantes y desarrollados del mundo, así como descansar en las playas californianas que han inspirado por años a músicos y poetas.
Terminemos acompañándonos a Tony Bennet:
“Me voy a casa a mi ciudad
por la bahía.
Dejé mi corazón en San Francisco.
En lo alto de una colina, me llama.
Para estar donde los tranvías suben
a medio camino de las estrellas.
La niebla de la mañana puede enfriar el aire, no me importa”.
Viajemos juntos.