Por: Hervey Rivera
En esta última entrega del tema conspiraciones, abordaré de manera escueta dos ejemplos contemporáneos de aquellas que cité como “la actividad de planificar en secreto con otras personas para hacer algo malo o ilegal”1, muy alejadas de las teorías de la conspiración, ya que estos dos sucesos fueron ampliamente abordados en investigaciones históricas y periodísticas.
LOGIA P2
A inicios de la década de los 70 en Italia, Licio Gelli estaba al frente de la logia masónica Propaganda Due (P2) a la que pertenecían “tres ministros, 44 parlamentarios, 18 magistrados, 49 banqueros, 27 periodistas –entre ellos el editor del Corriere della Sera– y 120 empresarios, algunos de ellos famosos y otros todavía desconocidos, como un tal Silvio Berlusconi”2. Este dato fue público una década después, cuando autoridades judiciales de aquel país europeo investigaban un posible fraude en un banco y encontraron una lista con los integrantes de este grupo secreto.
Durante esa década, la Logia P2 estuvo detrás de decisiones públicas que favorecieron intereses económicos y políticos de sus integrantes que podrían tipificarse como delitos. En los 80, el parlamento italiano creó una comisión que investigó desde su competencia los posibles actos de esa época y se aprobó la prohibición de las asociaciones secretas.
OPERACIÓN GLADIO
Daniele Ganser escribió una tesis doctoral que posteriormente se publicó como libro en el que se conoció uno de los grandes hallazgos del pasado siglo: detrás de hechos de violencia política y criminal, se encontraban grupos de civiles armados por los Estados Unidos y la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), que habían instigado como “células durmientes” en la época de la Guerra Fría, para luchar y combatir el avance del comunismo en Europa.
Italia fue una nación en la que los asesinatos contra militantes del partido comunista fueron constantes. Así, en países como Gran Bretaña, Holanda, Luxemburgo, España, Portugal, Alemania, Grecia, Dinamarca, Bélgica, Holanda y Noruega operaron grupos financiados, entrenados y armados que atentaron contra civiles en sus países. Las conspiraciones son reales, existen.
Muchas de ellas están vinculadas a decisiones políticas que difícilmente por la magnitud y escándalo de esas decisiones pasan desapercibidas para las instituciones de justicia o parlamentarias e investigadores serios.