Agenda Ciudadana
JORGE ALBERTO CALLES SANTILLANA
Vivimos una de las coyunturas más peligrosas en la historia de la relación con Estados Unidos. La irracionalidad de Donald Trump y la innegable presencia en la vida nacional y el empoderamiento del crimen organizado nos han colocado en una situación bastante crítica.
Tras la conversación que sostuvieron Trump y Sheinbaum se ha suscitado, en ambos lados de la frontera, un alud de declaraciones, así como han surgido expectativas sobre el acuerdo de posponer un mes la mutua aplicación de aranceles a productos provenientes del otro país.
En virtud de que las declaraciones de una y otro no coinciden, no hay claridad sobre los temas abordados y los posibles acuerdos no publicitados.
Así, el vuelo de aviones espías norteamericanos, a lo largo de las costas de Sinaloa y Sonora, tomó por sorpresa a la ciudadanía, pero no al gobierno federal, como tampoco a las fuerzas armadas.
Un anuncio lacónico –vuelan sobre aguas internacionales– tendió a tranquilizar, y lo consiguió, a la opinión pública, especialmente aquella adherida e identificada con el oficialismo.
Pero otro sector continúa teniendo serias dudas. López Dóriga, por ejemplo, informó sobre la posibilidad de que el ejército norteamericano esté planeando un ataque de suma precisión sobre áreas en las que ese avión identificó laboratorios de producción de fentanilo.
Como toda coyuntura caliente, ésta inflama pasiones y no hay peores momentos en la historia de las sociedades, que aquellos en los que las flamas nacionalistas explotan y crecen sin medida.
En este contexto, la presidenta celebró el ritual constitucionalista en Querétaro el pasado miércoles, excluyendo explícitamente –“por irrespetuosa”– a la presidenta de la Suprema Corte de Justicia, Norma Piña.
Así, ante una audiencia republicana mermada, la presidenta no dudó en hacer ver que frente a los Estados Unidos no está sola, sino arropada por todo un pueblo que le da aliento y la fortalece. Clamó la unidad. No son momentos para divisiones, dijo.
El gobernador queretano, Mauricio Kuri, en su calidad de anfitrión, ofreció un discurso prudente, inteligente. Planteó que la coyuntura exige, sí, unidad frente a los embates exteriores.
No obstante, aun cuando sólo dedicó unas cuantas líneas a hacerlo, mostró una postura crítica y disidente. “No podemos estar unidos hacia afuera, pero divididos hacia adentro”, dijo, y agregó: “No somos fuertes por pensar igual, sino por pensar diferente, por admitirnos diversos, por ser incluyentes sin mezquindades ni descalificaciones”.
Yasmín Esquivel, Lenia Batres y Loretta Ortiz escuchaban atentas, sin inmutarse siquiera por la ausencia de sus otros ocho compañeros de la Corte, especialmente la de su presidenta.
Kuri finalizó la sección discrepante con una frase que merece ser destacada: “si el respeto al derecho ajeno es la paz –recuérdese la impronta juarista con la que López Obrador tatuó a su llamada cuarta transformación– el respeto a las ideas ajenas es la unidad”.
Ciertamente, son momentos en los que los mexicanos debemos estar unidos para defender nuestra libertad de decidir sobre nuestro territorio y defendernos de intromisiones no acordadas que podrían hacernos daño.
Pero debemos evitar caer en discusiones vacuas en las que tanto la soberanía como la contención del crimen organizado se tomen como valores generales, detrás de los cuales se permitan acciones de consecuencias negativas.
Es inválido demandar unidad en un país que ha sido dividido desde el poder. ¿Cómo solicitar cohesión e identificación en común cuando se excluye abiertamente a la líder de uno de los tres poderes de la República? ¿Qué bases se tienen para convocar a la coincidencia cuando está en desarrollo un proceso desaseado y manipulado para sustituir al actual Poder Judicial? La unidad en la diversidad exige algo más que discursos.
Se ha hablado estos días de una reunión a la que supuestamente se le llamó “El Cónclave de Cantalagua”, en Michoacán, en la que cerca de 40 distinguidos priistas, entre los que destacaban Beatriz Paredes, Enrique de la Madrid y otros –con la ausencia de Alito– discutieron sobre las presiones norteamericanas y su acusación al gobierno mexicano de ser un narcogobierno.
Plantearon otorgar un voto de favor de la soberanía al gobierno de la presidenta Sheinbaum. Sin embargo, condicionarán el apoyo –en un documento que será publicado próximamente– a una reflexión sobre la renovación del diálogo con la oposición y acuerdos legislativos que permitan recuperar el estado de derecho y la democracia.
Trump nos ha puesto contra la pared. Pero, también, ha creado las condiciones para repensarnos como país diverso y complejo.
Habrá que empujar para que optemos por tomar esta nueva oportunidad que la coyuntura nos presenta para reencontrarnos.