Dr. José Manuel Nieto Jalil
Desde tiempos inmemoriales, la humanidad ha mirado hacia el cielo y se ha preguntado sobre la naturaleza de su entorno: ¿qué sostiene al cielo?, ¿qué forma tiene nuestro mundo? Exploradores, científicos y pensadores desafían las percepciones comunes y buscan respuestas a través de la observación y el razonamiento. El viaje del conocimiento es fascinante, lleno de descubrimientos que han transformado nuestra comprensión del Universo.
En paralelo, nuestra especie ha buscado incansablemente el conocimiento, esforzándose por catalogarlo y definirlo mediante conceptos claros y distintivos. En la antigua Grecia, los eruditos sentaron las bases de un término que abarcara todo el saber: la ciencia.
La ciencia se define como un conjunto de conocimientos organizados de manera sistemática, obtenidos a través de la observación, la experimentación y el razonamiento en áreas específicas.
Este proceso estructurado permite a los científicos formular preguntas y desarrollar hipótesis que luego son sometidas a rigurosas pruebas experimentales.
A partir de los resultados obtenidos, se deducen principios y se construyen teorías, leyes generales y sistemas organizados.
El método científico es la columna vertebral de la investigación científica.
Este enfoque metódico ha permitido comprender el mundo natural de manera profunda y precisa, impulsando el progreso tecnológico y mejorando la calidad de vida.
La ciencia no sólo busca acumular conocimientos, sino comprender y explicar los mecanismos subyacentes del Universo a través de un proceso sistemático y riguroso. Esto nos permite avanzar continuamente en nuestro entendimiento y capacidad para innovar.
La forma de la Tierra ha sido un tema de intenso estudio y debate. En la antigua Grecia, se lograron grandes avances científicos que sentaron las bases para nuestra comprensión moderna del mundo.
Autores de la antigüedad clásica sostenían que la Tierra era plana, mientras filósofos y matemáticos como Pitágoras y sus discípulos argumentaban a favor de una esférica.
Aunque persiste la errónea creencia popular de que durante la Edad Media la mayoría de la gente creía que la Tierra era plana, la realidad es que la idea de una Tierra esférica ya estaba bien establecida, ampliamente aceptada y promovida por figuras como Pitágoras y Aristóteles, y consolidada por los estudiosos en la época de Ptolomeo en el siglo II a. C.
No obstante, diversas civilizaciones imaginaron al planeta como un disco plano.
Los griegos, hasta el periodo clásico, y los chinos, hasta el siglo XVII, mantenían esta visión. Los viajes de exploración de Cristóbal Colón, Fernando de Magallanes y Juan Sebastián Elcano proporcionaron las pruebas más contundentes de la forma esférica.
Estos viajes no sólo demostraron empíricamente la redondez de la Tierra, sino que también marcaron un hito en la historia de la navegación y el conocimiento geográfico, confirmando lo que muchos estudiosos ya sostenían siglos atrás.
En la actualidad, aún existen personas que creen y sostienen que el planeta es plano, y han formado “The Flat Earth Society”, una organización que promueve esta idea en contraposición al modelo científico ampliamente aceptado de una Tierra esferoidal.
La sociedad fue fundada por Samuel Shenton y actualmente es dirigida por Daniel Shenton. El movimiento se originó con el excéntrico inventor inglés Samuel Birley Rowbotham (1816-1884) quien, basándose en interpretaciones literales de pasajes de la Biblia, publicó diversos textos argumentando que la Tierra es un disco plano centrado en el Polo Norte y rodeado en su límite sur por un muro de hielo.
Rowbotham, conocido por su pseudónimo Parallax, realizó experimentos y escribió libros como Zetetic Astronomy, en los que detallaba sus creencias sobre la estructura plana de la Tierra. A pesar de la falta de evidencia científica y las refutaciones de destacados científicos, sus ideas ganaron cierta popularidad entre aquellos que buscaban una visión alternativa del mundo.
Las teorías de la Tierra plana han sido rechazadas por la comunidad científica, que las considera seudocientíficas.
El último modelo del mundo promovido por la sociedad sostiene que vivimos en un disco con el Polo Norte en su centro y un muro de hielo de 45 metros de alto como límite exterior. Este mapa recuerda vagamente al símbolo de las Naciones Unidas.
¿Qué pasaría si realmente la Tierra fuera plana?
En primer lugar, un planeta aplanado podría no tener gravedad o, si la tuviera, tiraría hacia el centro del disco que formaría la supuesta Tierra plana. Como consecuencia, a medida que nos alejamos del centro, la gravedad actuaría cada vez más horizontalmente, por lo que los árboles y las plantas crecerían en ángulos diagonales, ya que es bien conocido que crecen siempre en la dirección opuesta a la atracción gravitacional.
En segundo lugar, los satélites artificiales probablemente no serían posibles. Las misiones satelitales de las que la sociedad depende, como el GPS, simplemente no funcionarían en un modelo de Tierra plana.
En tercer lugar, en una Tierra plana, la existencia del Sol y la Luna provocaría una sucesión de días y noches, pero sería muy difícil que se presentaran estaciones, eclipses y muchos otros fenómenos astronómicos. El Sol tendría que ser más pequeño que la Tierra para no quemarse o chocar contra ella o la Luna. Sabemos que el Sol tiene más de 100 veces el diámetro de la Tierra.
En cuarto lugar, en un planeta plano, el campo magnético tendría que ser reemplazado por algún otro mecanismo, pero difícilmente se podría crear un campo magnético estable. Sin este campo, las partículas cargadas del Sol freirían el planeta y podrían eliminar la atmósfera –como sucedió en Marte al perder su campo magnético– lo que provocaría que el aire y los océanos escaparan al espacio.
En quinto lugar están los sismos. El movimiento de las placas tectónicas y la actividad sísmica dependen de una Tierra redonda, ya que sólo en una esfera las placas encajan de manera coherente.
En sexto lugar, ¿cómo es posible que en el mismo momento se vean estrellas diferentes en el cielo de México y en el cielo de Argentina? La explicación es precisamente que la Tierra es esférica. Las estrellas visibles en el firmamento varían porque la perspectiva de observación cambia. Si la Tierra fuera plana, siempre veríamos las mismas estrellas, independientemente de nuestra ubicación en el hemisferio norte o sur.
Finalmente, el mapa propuesto de la Tierra plana coloca el Ártico en el centro mientras que la Antártida forma una pared de hielo alrededor de los bordes. En un mundo así, viajar sería muy diferente. Volar desde Australia a la Antártida, por ejemplo, tomaría una eternidad, ya que tendrías que viajar a través del Ártico y las Américas para llegar allí. Además, ciertas hazañas del mundo real, como viajar a través de la Antártida, lo cual se ha hecho muchas veces, serían imposibles.
En resumen, las teorías de la Tierra plana no sólo carecen de fundamento científico, sino que también contradicen numerosos fenómenos observables y experimentados en nuestra vida diaria y en la investigación científica.
La evidencia a favor de una Tierra esférica es abrumadora y está respaldada por siglos de observación, experimentación y razonamiento científico.