Notas para una defensa de emergencia
Silvino Vergara Nava / correo: [email protected] web: parmenasradio.org
El ritmo de consumo, de desperdicio y de alteración del medio ambiente
ha superado las posibilidades del planeta, de tal manera que el estilo de vida
actual, por ser insostenible, sólo puede terminar en catástrofes, como de hecho
ya está ocurriendo periódicamente en diversas regiones
Papa Francisco I
Laudatio si, 24 de mayo de 2015
27 años han pasado desde que el horario de verano se implementó en México, concretamente en 1996, en el gobierno del presidente Ernesto Zedillo, que estaba pasando por momentos muy álgidos después del denominado Error de diciembre de 1994.
A unos días de que tomara la presidencia de la República, resulta que se presentó la devaluación del peso, el alza de los intereses y la inflación, que fue tan grave que afectó a las economías de toda América Latina; por ello se le llamó el Efecto tequila, precisamente porque el origen fue en nuestro país y repercutió en las economías de la región.
Pues bien, previo a ese sexenio –que se caracterizó por seguir abriendo a México hacia el exterior– inició su vigencia el tratado de libre comercio con Canadá y Estados Unidos de América; después se otorgó el reconocimiento de la jurisdicción de la Corte Interamericana de los Derechos Humanos para conocer de violaciones graves de los mismos en nuestra nación, algo que obligó al cambió del sistema jurídico mexicano con el reconocimiento de los derechos humanos, el control convencional y constitucional difuso, entre otros cambios.
En esos años se presentó otra imposición internacional, el denominado horario de verano, implementado a partir de 1996 y justificado con el razonamiento de que se generaría ahorro de energía eléctrica si se usaba en primavera y verano, que es cuando hay más luz solar.
Ese argumento fue el que mantuvo vigente dicho horario, sin embargo pocos pudieron constatar un ahorro.
Hasta este 2023 que desapareció, no hubo pruebas que demostraran fehacientemente ese ahorro en la energía eléctrica, que acaso pudo haber sido en las grandes empresas, fábricas y grandes corporativos, pues las rutinas de las labores aún se podían llevar a cabo en aquel horario de verano con la luz solar.
Para los críticos y detractores del cambio de horario, la medida no tenía como fin el ahorro de energía eléctrica, sino seguir el criterio de muchos países del primer mundo que contaban con ese cambio de horario desde hacía muchas décadas, por ello es que se trató de una imposición internacional más en el sexenio ya mencionado.
En realidad, los cambios de horario en el mundo tenían como propósito claro prolongar la luz del sol en las tardes para que la población tuviera más tiempo para consumir; es decir, alargar la luz del sol permite que las personas asuman, como efecto psicológico, que aún tienen tiempo para hacer algo antes de ir a sus casas, que aún pueden aprovechar la luz solar, pero en realidad el objetivo era que ocuparan el tiempo para consumir.
Por ende, el horario de verano era el horario de los consumidores.
Ahora, el cambio que se dio en esta primavera de 2023, al derogar el horario de verano en México, provocó que se volviera al horario original, sin embargo esto puede tener otros efectos para la población en general. Generará la idea de que se pueden iniciar las actividades desde antes, debido a que hay luz solar más temprano en comparación con el viejo horario de verano, por lo cual repercutirá, tarde o temprano, en las actividades de las personas. Desde luego que será a mediano y largo plazo.
Por ejemplo, no es muy descabellado que con el aumento de las temperaturas –como está sucediendo actualmente, arriba de los 30º–, se puedan iniciar las clases más temprano de lo habitual, así como muchas labores en talleres y oficinas, precisamente aprovechando la luz solar y tratando de evitar el calor en las horas más productivas.
Este cambio de horario al habitual muestra eso: que las tardes regularmente son para los consumidores y las mañanas para los productores. Pudiéramos hacernos con esto la pregunta: ¿queremos productores o consumidores? Desde luego que el horario tiene mucho que ver con ello.
Lo que es cierto es que el tiempo dirá si es que ese cambio de horario transformó más productores que consumidores o viceversa.
Pues bien, la rutina de las personas irá cambiando paulatinamente y es una realidad que el horario actual de verano es el horario de los productores y no de los consumidores.