Notas para una defensa de emergencia
Silvino Vergara Nava / parmenasradio.org
El mercado de trabajo estará cada vez
más polarizado entre [pocos] trabajos bien
pagados y un gran número de trabajos
que han desaparecido o, bien, están mal
pagados y son poco interesantes
Jordi Pigem
Una de las características de nuestros tiempos es la gran ausencia de empleos, una gran cantidad de mujeres y
hombres se quedarán, ya no sin empleo permanente o, bien, sin empleo formal, sino que verdaderamente no tendrán empleo en el resto de sus días.
Desde luego que esto no es algo local, es un signo de nuestra realidad actual a nivel mundial, parte de la denominada “globalización” o para otros llamada “mundialización”.
Pero eso no es todo, también habrá que considerar que así como hay una ausencia de plazas y fuentes de empleo, también hay una gran cantidad de personas que a diferencia de lo que ha sucedido en otros tiempos, como fue en la época de la denominada Gran Depresión, cuando las personas verdaderamente estaban angustiadas por la falta de empleo.
En la actualidad no es así, por el contrario, en estos tiempos de inicios del siglo XXI un cambio sustancial es la gran indiferencia que se vive entre contar con empleo, el sentirse útil en el mundo, con aquellos otros que no necesitan sentirse útiles, contar con un trabajo; hay una parte importante de la población –mujeres y hombres– que no les interesa contar con una fuente de ingresos ni sentirse útiles, lo que no es solamente el pensamiento para los que están situados en las clases más bajas, es una gran generalidad de personas en cualquier clase social.
¿A qué se debe que hay desinterés hasta por contar con un empleo? Es muy sencillo, se debe a que hoy, a diferencia de lo que sucedía, por ejemplo, a principios del siglo XX, no se contaba con toda esta serie de entretenimientos que han modificado la actitud de las personas. Hoy, no hay interés más que en divertirse, basta con observar a muchos de los alumnos en las universidades y escuelas de educación media superior, donde prácticamente lo que les preocupa es llegar al próximo fin de semana, a la siguiente fiesta.
Pareciera que quien convenció a la humanidad de vivir en el entretenimiento total y no enfrentarse a las situaciones laborales, profesionales y eventualidades ha sido un sistema inventado por el capitalismo, más que nada por el capitalismo financiero o de la vigilancia, en donde se ha constituido un mundo, por lo menos en el lado occidental, de total consumo, de total entretenimiento, de plena distracción de las personas a los problemas más graves.
Desde luego que alguien debe de trabajar, alguien debe de producir ante tanto consumidor, en esta –llamada por algunos– “cuarta revolución industrial” por la que atravesamos, pero son auxiliados en mayor medida por la tecnología.
Varias actividades y oficios que veíamos tiempo atrás han ido desapareciendo, se han ido sustituyendo por personas que se encuentran atrás de una computadora, es decir, se ha tecnificado cualquier proceso, tanto en la prestación de servicios como en la producción de bienes.
Por ello es que, muchos de los trabajos, oficios, etcétera, se han ido diluyendo con el paso del tiempo. Y en estos últimos años se ha agudizado ese procesos con el impulso que se ha presentado con la COVID-19, que provocó que muchas de las grandes empresas se preocuparan por dar la celeridad suficiente de cambiar sus procesos de producción para sistematizarlos, robotizarlos, tecnificarlos.
Se dieron cuenta que las máquinas no se enferman, que la capacitación al personal pudiera ser infructuosa, en parte, por estos imponderables, como son las enfermedades.
Por ello es que estas propuestas e iniciativas de reformas legales en materia laboral, unas en el tintero, otras ya aprobadas, que se están presentando en México para incrementar los derechos de los trabajadores, pudieran ser más que derechos de los empleados y convertirse en un pretexto para que se disminuyan las ofertas de empleo.
El caso de los descansos por la menstruación de la mujer, descanso para los padres cuando nacen sus hijos, son
prerrogativas que eran inimaginables hace algunos años, que hoy pudieran ser justificaciones adicionales a que no se contrate más personal y se sustituya por tecnología.
Además, el riesgo de que muchas de esas reformas, como es el caso de las vacaciones dignas, se conviertan en simples buenos propósitos legislativos, porque las empresas en México, sobre todo las más pequeñas, sería imposible de cumplir con esas regulaciones laborales, simplemente las haría más improductivas de lo que son actualmente, pues bien al desempleo que está, se le sumará el desempleo que viene.