Notas para una defensa de emergencia
Silvino Vergara Nava
En América Latina se vota, pero no se elige.
Si votar sirviera para cambiar algo, ya estaría prohibido
Eduardo Galeano
Pareciera que entre los grupos descontentos respecto a los resultados de las elecciones del pasado día 2 de junio de 2024, no sólo está la población que votó por la oposición y que sorprendentemente observa que su voto no tuvo peso, no contó, sino que, la primera descontenta de estos resultados fue la economía del país.
El lunes 3 de junio de 2024, amaneció aumentando el precio del dólar. Por su parte, la Bolsa Mexicana de Valores en caída libre, porque resulta que en este capitalismo financiero en el que nos encontramos, cualquier movimiento que se presente en las decisiones políticas provoca un desequilibrio en el sentir de los inversionistas.
Si se modificó el valor del dólar y sigue variando tras pasar las elecciones, hay sólo una explicación, es una muestra que algo salió mal el día 2 de junio de 2024.
En una economía lo que más desean los inversionistas es ubicar su dinero en donde se encuentre una mayor estabilidad posible.
Es paradójico que, si ganó las elecciones el mismo partido oficial, ahora casi hegemónico, pues se debería asumir que la economía seguiría de la misma forma que como se ha comportado en los últimos años, sobre todo después de la pandemia, sin embargo, esto no fue así.
La serie de expresiones de los líderes del partido oficial, las propuestas de campaña, muchas de ellas sobre las rodillas, no es otra cosa más que, la muestra de que no hay certeza en las inversiones y en la estabilidad de las instituciones mexicanas.
Hoy, por lo pronto, los que deben estar satisfechos con el valor actual del dólar son quienes reciben remesas, pues se convertirán en más pesos, lo mismo sucede con los exportadores y toda la industria mexicana que se encarga de maquilar en este territorio nacional a los extranjeros que con el valor tan diminuto del dólar les representó perder clientes extranjeros.
A las firmas extranjetas no les era nada viable contratar la maquila mexicana y por ello es que buscaron otras alternativas, como son los países de Asia, ya que no solamente esta China, sino que también se encuentra la India como alternativa.
Por ello es que, ese valor bajo del dólar repercutía en toda la industria de la maquila en México.
Hoy es un respiro, que habrá que ver cuánto tarda, si es que la moneda se queda en estos precios o sigue aumentando, o bien, si es que recupera su valor una vez que se vayan moderando los discursos políticos en México.
Por lo pronto, el efecto de la moneda perdiendo valor representa afectaciones para el bolsillo de todos los mexicanos, pues como México depende de miles de importaciones, tarde o temprano todos lo veremos reflejado en la billetera.
Los productos comestibles aumentan, el valor de los insumos va en crecimiento y es una escalada de precios que provoca inflación.
La inflación que se ha tratado de detener con el aumento de los intereses para los inversionistas en México, pero esto tiene otra repercusión: mayor endeudamiento del país.
Y es que el problema principal en ese ámbito financiero es la recaudación tributaria que se tiene en el país, pues no se ha pretendido meter mano a las leyes fiscales, por lo menos en este sexenio que está por finalizar.
Esta situación provoca inestabilidad de la economía mexicana. Si bien no se ha pretendido modificar la estructura impositiva, lo cierto es que, resulta necesario hacerlo.
No para recaudar más sobre los que sí pagan, sino para detener la voracidad que hay en los funcionarios recaudadores.
La discrecionalidad en el cobro de las contribuciones no es otra cosa que la alta corrupción que se vive en esas áreas, sobre todo porque el propio sistema así lo establece y lo permite desde las últimas reformas importantes que se suscitaron en el año de 2014.
Esta administración pública federal dejó sin cambios el aspecto fiscal para el siguiente gobierno. Esa discrecionalidad en que se puede manejar la autoridad fiscal, la corrupción que eso permite, es una cordial invitación para que la economía informal no pretenda sumarse a la formal.
La incertidumbre, la discrecionalidad de las autoridades, la arbitrariedad, la alta corrupción que existe. Es evidente que son los factores para que no exista el interés de que la economía informal se involucre en la formal, por el contrario son las cartas de presentación para no hacerlo.
En fin, ante esta complejidad económica pareciera que, en estas elecciones, la victoria fue del dólar sobre el peso.