Dr. Anselmo Salvador Chávez Capó / Profesor Investigador de la UPAEP
Uno de los factores principales para la fortaleza del mercado interno es el salario. A lo largo de los últimos 50 años, el diferencial de la curva de incremento por la inflación y los salarios es muy amplio, lo cual ocasiona que el poder adquisitivo disminuya mermando el nivel de vida, por ello la política del Ejecutivo actual es resarcir su disminución incrementando el salario mínimo, que ha presentado un alza del 60% aproximadamente.
Esta información es relevante debido a que el miércoles pasado se dio a conocer que el gobierno federal, en coordinación con los sectores obrero y patronal, la Secretaría del Trabajo y Previsión Social y los representantes de los organismos sindicales acordaron el aumento en el seno del Consejo de Representantes de la Comisión Nacional de Salarios Mínimos (Conasami), de 22% al salario mínimo, por lo que pasará de 141.70 a 172.87 pesos diarios, así mismo en la zona de la frontera norte el salario mínimo general será de 260.34 pesos.
Una de las preocupaciones es que este incremento sea inflacionario, pues se debe considerar que abarca únicamente el 13.3% de las personas trabajadoras remuneradas y asalariadas que laboran jornada completa, por lo que este efecto difícilmente incrementaría esta variable.
Es necesario tomar en cuenta otros efectos de un incremento en el salario mínimo.
En particular, un alza en el salario mínimo desligado de las condiciones generales de la economía tendría efectos redistributivos entre los trabajadores, ya que mientras algunos que ganan el salario mínimo tendrían mayores ingresos, otros podrían llegar a perder su empleo formal.
Es pertinente mencionar que los trabajadores más expuestos a sufrir los efectos adversos son aquellos que se encuentran en el margen de contratación de las empresas.
Los efectos nocivos de la inflación son múltiples y de diversa índole e inciden directamente sobre la pobreza, la distribución del ingreso y el desarrollo económico. De ahí que procurar la estabilidad de precios para mantener el poder adquisitivo de la moneda nacional sea un objetivo fundamental.
Para finalizar, es necesario enfatizar que el salario mínimo debe ser sólo un instrumento más para aumentar el poder adquisitivo de la población en el corto plazo. Otras medidas deben incluir reformas y programas adecuados con un enfoque microeconómico que busquen eliminar las fallas de mercado y que den lugar a una mejor asignación de los recursos productivos.
En efecto, un alza sostenible del poder adquisitivo en el mediano plazo sólo es posible a través de mayor competencia económica y mayor productividad que permitan alcanzar mayores tasas de crecimiento económico.