Dr. Anselmo Salvador Chávez Capó / Profesor Investigador de la UPAEP
El empleo doméstico y de los cuidados es un claro ejemplo de la división del trabajo inequitativo debido a que la educación de los niños, el cuidado de los adultos mayores, así como de los enfermos son responsabilidad preponderantemente de las mujeres.
Adicionalmente se debe considerar que las labores domésticas que van desde lavar ropa, cocinar, limpiar el hogar, hacer las compras, organizar los tiempos para la alimentación de todos los miembros de la familia, las tareas y el descanso, son actividades que no son remuneradas ni reconocidas socialmente, ya que se estigmatizan como una obligación que les corresponde.
El Día Internacional del Trabajo Doméstico se celebra cada 22 de julio y su conmemoración pretende hacer un reconocimiento a las aportaciones económicas y sociales del trabajo al interior de los hogares, tanto remunerado como no remunerado.
De acuerdo con la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) 2021, se estima que 84 millones de personas de 15 y más años realizan trabajo doméstico no remunerado para su hogar, en tanto que 2.2 millones de personas en el mismo rango de edad están ocupadas en actividades de trabajo doméstico de forma remunerada.
Se cataloga dentro del trabajo doméstico remunerado a los empleados y cocineros domésticos; cuidadores de niños, personas ancianas o enfermas en casas particulares; jardineros, lavanderos y planchadores domésticos; choferes, vigilantes y porteros en casas particulares. En México se estiman 2.2 millones de personas de 15 y más años ocupadas en el trabajo doméstico remunerado. Esta cantidad representa 4% de los 53 millones de personas ocupadas en el país.
Se debe considerar que en México el trabajo doméstico remunerado es una ocupación predominantemente femenina ya que 1.9 millones de mujeres de 15 y más años ocupan 88% de los puestos de trabajo en esta ocupación, mientras que los hombres cubren el restante 12% de las plazas laborales.
Se debe señalar además que es más representativo para la población femenina, debido a que corresponde a 9% de las mujeres en la población económicamente activa ocupada, pero para los hombres es menos del 1%.
Por otra parte, el trabajo doméstico remunerado es etiquetado por las actividades que lo componen, ya que están claramente diferenciadas según el sexo, pues mientras las mujeres se ocupan en actividades de limpieza y de orden, cuidado de personas, cocinar, lavar y planchar, entre los hombres predominan las actividades de jardinería, conducción de vehículos y vigilancia.
Históricamente, el trabajo doméstico remunerado es una de las ocupaciones con mayor proporción de empleo informal. La ENOE primer trimestre de 2021 estima que 96% (dos millones) de las personas ocupadas en trabajo doméstico remunerado pertenecen al sector informal. De ellas, nueve de cada 10 son asalariados informales; 3% son trabajadores informales por cuenta propia y 0.7% son trabajadores informales con percepciones no salariales.
De acuerdo con la ENOE al primer trimestre 2021, las personas ocupadas en el trabajo doméstico remunerado perciben ingresos mensuales promedio de 3 mil 300 pesos. Los hombres (4 mil 200) obtienen en promedio mil pesos más que las mujeres (3 mil 200) ocupadas en el trabajo doméstico. Esto se relaciona con que las ocupaciones donde predominan los hombres como la jardinería, vigilantes y choferes, tienen en promedio mayores ingresos mensuales.
Sin dejar de considerar que el trabajo doméstico lo realizan tanto hombres como mujeres, el que ellas hacen es trabajo productivo que sirve para sostener los medios de subsistencia que permiten el desarrollo económico, cultural y social, a pesar de ello, incorpora desventajas de sobreexplotación.
Es indispensable dotar de reconocimiento al tiempo que se distribuye equitativamente entre mujeres y hombres, exigir la corresponsabilidad de todas y todos para erradicar el sesgo de género en los hogares, en las instituciones, empresas y comercios, porque lo personal es político, en todos los ámbitos de la sociedad.