Al pie de la letra
Rodolfo Rivera Pacheco
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Esta es la pregunta que me han hecho en los últimos días y semanas, ante la publicación de diversas encuestas serias nacionales y locales (las del BEAP, desde luego) en las que el partido del presidente López Obrador, o sea Morena y sus aliados (PT y PVEM), supera con ventaja de dos a uno o más a todos los demás partidos, solos o unidos en alianza (PRI-PAN-PRD y MC).
Y aunque pareciera que esta preferencia es muy grande y Morena ganará irremediablemente en las elecciones de 2024 (para la Presidencia de la República, nueve gubernaturas, senadurías, diputaciones federales, la mayoría de los Congresos locales y también alcaldías en muchos estados de la República), siempre cabe hacer aclaraciones pertinentes y a tiempo.
Desde luego, los partidarios y simpatizantes del presidente López Obrador piensan que esta tendencia es irreversible y por ello hay una disputa tremenda (incruenta aún, pero que seguramente irá subiendo en los próximos meses) por las candidaturas a todos esos cargos de elección popular. Piensan que si el partido lleva esa ventaja, cualquiera que sea el candidato va a ganar (así pensaban los panistas poblanos en algunas elecciones de los años 90 y 2000 y se llevaron un duro golpe de realidad) y por eso hay decenas (literal) de precandidatos a todos los cargos. Creo que hay más precandidatos que votantes de Morena, pues.
Pero eso NO necesariamente es cierto. Efectivamente, para cualquier partido es una enorme oportunidad partir una contienda pre-electoral con ventajas tan cómodas sobre sus adversarios, pero eso no significa que lo que sucede hoy, vaya a suceder dentro de un año y poco más de un mes (en junio de 2024). Hemos repetido hasta el cansancio que las encuestas (que sean serias) no son predicciones de lo que puede pasar en futuras elecciones (sobre todo faltando tantos meses), sino lo que opina hoy la gente, espontáneamente.
Repito, es complicado que unas tendencias partidistas preelectorales de más de dos a uno cambien, pero no es imposible. Hemos visto que el votante “switchea” (cambia de preferencia partidista) ante eventos imprevistos de gran envergadura (muertes, atentados, catástrofes, accidentes, desastres naturales, etc.). Y esos no los controla nadie (como bien decía el difunto Rafael Moreno Valle Rosas).
Además, está claro que las tendencias preelectorales actuales para la contienda por la Presidencia de la República son las más firmes y es difícil que quien sea el candidato(a) de Morena-PT-PVEM pierda en 2024. Pero para los demás cargos no se puede asegurar nada definitivo. Quizás para las senadurías, Morena y sus aliados también tengan mayoría, e incluso para los diputados federales (porque el discurso del presidente AMLO en los siguientes meses será de que “voten todo Morena, para que puedan pasar las reformas de la 4T”).
Sin embargo, para las gubernaturas, alcaldías y Congresos locales, la historia puede ser diferente. En cada sitio, tendrán mucho que ver los candidatos para cada cargo. Si Morena lanza a sus mejores prospectos, tengan por seguro que también ganarán esas elecciones. Pero si la enorme cantidad de aspirantes se involucran en una batalla sin fin, como borrachos por una botella vacía, entonces el partido puede dividirse inexorablemente y provocar que la gente vote por candidatos de la oposición (que pueden ser los resentidos de Morena, como en otras ocasiones). Es difícil que esto ocurra –que gane un candidato de oposición, dada la enorme influencia de la marca Morena–, pero no es imposible.
Y Puebla es un ejemplo de lo que viene en los próximos meses. Morena y sus aliados sí tienen una cómoda ventaja de más de dos a uno sobre los partidos de oposición (PAN-PRI-PRD). Pero cuando se les asigna nombre y apellido a los candidatos en diferentes opciones, las cosas pueden cambiar. En realidad, la mayoría de los candidatos de Morena le ganan a cualquiera de los candidatos de PRI-PAN-PRD, pero algunos lo hacen con mayor facilidad y otros les costaría trabajo.
En resumen, hoy casi cualquier precandidato de Morena ganaría la gubernatura, pero todo dependerá de que el partido salga a esa elección con unidad y no haya una escisión terrible que haga peligrar la victoria. Por su parte, la oposición panista-priísta-perredista ganaría solo algunas diputaciones y alcaldías seguramente. Pero al día de hoy, no tendrían mayoría ni en el Congreso del estado ni en los municipios. Morena y López Obrador hoy están, en serio, imbatibles. Pero insisto: hoy no son las elecciones.