Elías Aguilar García / @Elyas_Aguilar
Falta poco menos de un año para las elecciones federales intermedias que son especiales esta vez: el 6 de junio del 2021 se elegirán diputados federales para renovar el Congreso de la Unión y habrá elecciones estatales prácticamente en todo el país porque confluyen los calendarios.
La cita con las urnas tiene una importancia inédita: en 15 estados se elegirán gobernadores, en 11 se renovarán ayuntamientos y congresos locales. En tres, alcaldías.
Pero lo que significa el proceso más importante de la historia electoral reciente del país es que prácticamente todo el país tiene que salir a votar para otra esfera, además de la federal.
El impacto que tendrán en la participación electoral es igual de importante. Históricamente, la votación ha sido baja en los procesos intermedios porque la elección de diputados federales no revisten mucho interés para los mexicanos.
Así lo muestra la participación del 44% y 47% en las últimas dos elecciones intermedias del 2009 y 2015.
El hecho de que se haga confluir elecciones de gobernador y de alcaldes con la elección federal seguro que tendrá un impacto positivo en la participación ciudadana en la elección federal, debido que los mexicanos están más interesados en los comicios de ejecutivos locales por estar vinculado a su realidad inmediata.
Ahora bien, también es muy significativo el proceso electoral federal 2021 debido a que se disputa el control del Congreso de la Unión.
La gran pregunta que nos hacemos es si la fuerza política electoral que representa al presidente Andrés Manuel López Obrador logrará mantener la mayoría absoluta del poder legislativo.
Pareciera que el presidente López Obrador busca polarizar al electorado en dos bandos: los que se definen como defensores de la llamada Cuarta Transformación, que están a favor de luchar contra “la corrupción”, por “apoyar” a los más pobres y en “contra” del neoliberalismo y, por otro lado, quienes son sus adversarios, “neoliberales”, “conservadores”, “prianistas”, y demás adjetivos que López Obrador usa desde las “mañaneras” para desdeñar y desacreditar a sus “adversarios”.
Esta estrategia de polarización, creo yo busca el apoyo de al menos el 51% de los votantes. No podría entender su discurso si buscara solo el 35% que representa su voto duro, con lo cual no lograría la mayoría absoluta.
Sin embargo, esta estrategia de polarización puede serle contraproducente, debido a que la historia electoral de este país tiene una trayectoria más hacia el tripartidismo.
Es decir, los votos de los mexicanos orbitan alrededor de tres fuerzas electorales, tradicionalmente. Exceptuando el proceso electoral de 2018, donde la figura de López Obrador fue fundamental para lograr el 53% de los votos, que muy difícilmente lograría en este momento.
Algo que hay que tomar en cuenta para el 2021 es que importa mucho el partido, la estructura que tenga el mismo, que le facilite llevar a sus votantes a la urnas a elegir a los diputados federales que no revisten interés en la elección. Por algo son la figura pública con peor reputación entre los mexicanos; incluso la figura del policía tiene mejor reputación que los legisladores.
Además, hay que decir que en las boletas de la elección intermedia no aparecerá la figura de López Obrador, y eso marcará una gran diferencia. No representa la misma motivación votar por él que sólo por Morena. Para muestra, podemos citar las consultas realizadas por el presidente, con la estructura de simpatizantes de Morena, que logran el aval de sus propuestas, pero con muy baja participación ciudadana.
Y por último,tambien, López Obrador ya no es lo mismo en comparación con 2018: una gran parte del voto que lo llevó al triunfo no era morenista, sino un voto de cambio. Se trata de electores que vieron en el hoy presidente una opción, cansados de la corrupción, inseguridad y falta de oportunidades que se vivieron en los últimos tres sexenios. Este segmento de voto está desencantado con la actuación del presidente y representa el 34% de los votos que obtuvo en el 2018.
En este momento las preferencias a nivel nacional se inclinan hacia Morena: entre el 32% y 38% de la intención de voto le favorece. En segundo lugar está el PAN con preferencias que van de 18% a 25%, y en tercer lugar, el PRI con preferencias entre 10% y 15%.
Y 30% de electores no declaran sus preferencias.
Morena es favorecido. Pero cuando se le mide con candidatos, la lectura es muy diferente. Hasta el PRI logra repuntar de manera muy importante. Además, habrá que medir cuál será el papel que tendrán los candidatos a alcaldes y gobernadores en las preferencias electorales, porque en este país sigue prevaleciendo el voto en cascada: el que cruza un logo en la boleta de gobernador y continúa con el mismo en la siguiente, la de diputado federal.