Rubén Salazar / Director de Etellekt
www.etellekt.com / [email protected] / @etellekt_
Faltan poco menos de dos años para la elección de 2024, sin que Morena defina aún quién será su candidato o candidata a la presidencia de la República, pero el embajador de los Estados Unidos, Ken Salazar, tuvo el desatino de llamarle “presidenta” a Claudia Sheinbaum, en un acto en la demarcación Miguel Hidalgo, en el que ambos funcionarios acudieron a supervisar los avances de la construcción del nuevo edificio de la embajada de Estados Unidos en México.
La reacción de la jefa de Gobierno fue lo que más llamó la atención, al levantar ambas cejas en señal de asombro, ante lo dicho por el embajador Salazar.
Al día siguiente en Oaxaca, al finalizar el Sexto Encuentro de Gobernadores y Gobernadoras del Sur-Sureste con la Embajada de los Estados Unidos de América, teniendo a su costado izquierdo a la gobernadora de Campeche, Layda Sansores (quien hace un mes declaró en un encuentro público que su “corazón está con Claudia”), al ser cuestionado por llamar presidenta a Claudia Sheinbaum, el embajador intentó corregir, diciendo que a veces así se refiere a las alcaldesas, porque también les llaman presidentas, preguntándole a Layda Sansores (a la que sacudía ligeramente su hombro derecho con la mano en señal de auxilio), “si alguna vez ha habido presidente de Campeche”.
Al final, al no tener respuesta de la gobernadora, no tuvo de otra que reiterar que Estados Unidos no se involucra en asuntos políticos internos y que apoya mucho la democracia y el respeto a la soberanía de México. Para darle vuelta a la página, a manera de control de daños, terminó su breve encuentro con los medios, desconociendo los supuestos cables de la embajada de Estados Unidos, dados a conocer por el periodista Héctor de Mauleón, en los que se exponían presuntas operaciones de financiamiento del narco a las campañas de Morena en el Estado de México para 2023, y a la campaña del ahora gobernador electo de Tamaulipas, Américo Villarreal.
Pero el daño estaba hecho. Las palabras del embajador agitaron las aguas como un tsunami dentro y fuera de Morena, al ser interpretadas como un acto injerencista de cara a la sucesión presidencial de 2024. Así lo manifestó el diputado federal Gerardo Fernández Noroña, al destacar que el embajador se sumó a la cargada en favor de Claudia Sheinbaum (el viernes pasado un reportaje de la agencia Reuters la definió como la “obvia sucesora ideológica” de AMLO). Lo que para Fernández Noroña es, además, una afrenta al presidente, que aún ejerce el cargo.
Y no le falta razón. Como advirtió la consultoría de inteligencia y riesgos políticos Etellekt, en un informe desclasificado a finales de julio, retomado por medios de información del Estado (la nota puede consultarse en el siguiente enlace)
Claudia Sheinbaum es la aspirante de Morena con la que Estados Unidos posee una mayor afinidad política en su agenda energética y de seguridad. Respecto al perfil de la jefa de Gobierno, el informe destaca dos aspectos centrales de esta visión compartida:
- “Desde la perspectiva norteamericana Claudia Sheinbaum Pardo aceptaría restablecer una política de seguridad democrática que respalde el retorno de los civiles al control de las instituciones de seguridad ciudadana, el desplazamiento del Ejército del mando de la Guardia Nacional y de las áreas administrativas a las que ha dado control el presidente López Obrador, el acercamiento con organizaciones civiles respaldadas por Estados Unidos, que intervendrán para posicionar en la agenda pública la necesidad de restablecer el control civil de la estrategia de seguridad”.
- “También se considera ampliamente probable que con Claudia Sheinbaum Pardo se fortalezcan los instrumentos y políticas en materia ambiental para mitigar el cambio climático, lo que mejoraría la posición de empresas energéticas norteamericanas en México, que se apoyarían en un mayor control de emisiones para contrarrestar el monopolio estatal”.
En el escenario tendencial construido en el informe, Etellekt anticipaba que el embajador Ken Salazar mantendría “el acercamiento con los posibles sucesores y líderes políticos de Morena que poseen un perfil liberal, partidarios de los esquemas de seguridad democrática”.
Quien más se acerca a ese perfil es Claudia Sheinbaum, que en fechas recientes ha dejado claro que en el combate a la delincuencia organizada apostará más por el empleo de las instituciones policiales bajo un mando civil, que por los esquemas militaristas, sobre todo al dar cabida en la Secretaría de Seguridad Ciudadana de Ciudad de México y en las agrupaciones de élite de la policía capitalina a exfuncionarios y exoficiales que colaboraron en la Policía Federal, la misma que el presidente López Obrador decidió extinguir por considerarla una corporación de seguridad corrupta, que le guardaba lealtad política al expresidente Felipe Calderón.
¿Estados Unidos ya votó? Desde mi punto de vista, sí. Tal como lo hiciera justo hace seis años el gobierno de México, encabezado por Enrique Peña Nieto, al votar por el republicano Donald Trump, al invitarlo a los Pinos, en lo que para muchos representó su primer acto de campaña rumbo a los comicios presidenciales de ese país. Peña Nieto temía que de ganar la candidata demócrata, Hillary Clinton, la cargada del imperio apuntara en favor de Ricardo Anaya, que había centrado su oferta política en encarcelar a Peña Nieto por corrupción.
Si el presidente López Obrador pensaba replicar la fórmula en 2024, invitando a su amigo Donald Trump a Palacio, para impulsar su reelección, el gobierno de Joe Biden se le adelantó en el camino, llamándole presidenta a Claudia Sheinbaum. Por una simple y sencilla razón: en Washington temen que el corazón político del presidente haya dejado de estar con su entenada, al verla cada vez más infiltrada por sus adversarios (a pesar de los burdos intentos de Sheinbaum Pardo por aparentar lo contrario), y esté empezando a palpitar por el secretario de Gobernación, a quien ve como su verdadero “sucesor ideológico”.