Dr. José Manuel Nieto Jalil / Director del Departamento Regional de Ciencias en la Región Centro-Sur Tecnológico de Monterrey Campus Puebla
El destino de la humanidad se halla intrínsecamente vinculado al devenir de la ciencia, cuya trayectoria determinará en qué medida logramos capitalizar los avances tecnológicos para abordar los desafíos que se nos presentan.
Un paradigma destacado en este contexto es el Gran Colisionador de Hadrones (LHC), emplazado en las proximidades de Ginebra, Suiza, y gestionado por el Centro Europeo de Investigaciones Nucleares (CERN).
Este monumental dispositivo constituye para muchos el ingenio más complejo y más caro construido por el hombre.
Con una inversión de 9 mil millones de dólares, el Gran Colisionador de Hadrones (LHC) proporciona a la física una ventana sin precedentes para comprender la estructura fundamental del Universo.
También constituye un recurso invaluable para la Cosmología, al permitir el estudio detallado de su evolución.
El LHC, ubicado en un túnel con una impresionante circunferencia de 27 kilómetros, está a profundidades que oscilan entre 50 y 175 metros bajo la superficie.
Su diseño meticuloso no sólo garantiza condiciones óptimas para la investigación de partículas elementales, sino que también refleja la magnitud del esfuerzo humano dedicado a la comprensión de los misterios más profundos del cosmos.
Este gigante subterráneo se erige como un epicentro de conocimiento y colaboración científica, donde la intersección entre la física de partículas y la tecnología de vanguardia genera avances cruciales.
Conocido como La Máquina de Dios, este prodigioso dispositivo brinda a los físicos la capacidad de recopilar datos cruciales que profundizan en nuestra comprensión del origen y también de la formación del Universo.
Un hito trascendental en esta búsqueda fue descubrir el Bosón de Higgs, una partícula asociada a un innovador campo de fuerza en la naturaleza, denominado campo de Higgs.
Este hallazgo revolucionario arroja luz sobre el enigma de la masa de las partículas elementales, marcando uno de los mayores logros científicos en 100 años.
La magnitud del Gran Colisionador de Hadrones se manifiesta en su impresionante longitud, que requiere 7 mil 600 kilómetros de cable, equivalente a unos asombrosos 270 mil kilómetros de hebras, suficientes para circunvalar la Tierra seis veces por el Ecuador.
Está compuesto por alrededor de 10 mil súper imanes, generando un campo magnético 100 mil veces más potente que la fuerza gravitacional de la Tierra.
Estos imanes son esenciales para hacer girar los haces de partículas a velocidades cercanas a las de la luz, y para mantenerlos en funcionamiento, deben refrigerarse a temperaturas cercanas al cero absoluto.
La complejidad y las hazañas del colisionador se reflejan en la capacidad de un rayo generado durante las colisiones, para rotar durante 10 horas y viajar a más de 10 mil millones de kilómetros.
Esta impresionante distancia es suficiente para llegar a los confines de nuestro sistema solar y regresar.
Es importante destacar que la partícula conocida como el Bosón de Higgs, apodada La Partícula de Dios y descubierta por el CERN, ha suscitado preocupaciones expresadas por el renombrado físico Stephen Hawking en el prefacio del libro Starmus, una compilación de conferencias de destacados científicos.
Hawking alertó sobre la posibilidad de que el Bosón de Higgs se vuelva inestable a niveles extremadamente altos de energía, lo que podría desencadenar un colapso instantáneo del espacio y el tiempo.
No obstante, Hawking no está solo en sus advertencias, ya que varias voces en la comunidad científica han planteado la posibilidad de una catástrofe si se persiste en la senda de la aceleración atómica.
Existe la preocupación adicional de que esta aceleración podría conducir a la formación de un diminuto agujero negro.
En caso de escapar a todo control, este micro agujero negro podría representar una amenaza seria e incluso poner en riesgo la supervivencia del planeta.
Es crucial señalar que estas preocupaciones están enmarcadas en el ámbito teórico y especulativo, y la comunidad científica sigue vigilando de cerca los experimentos y los resultados del CERN.
La exploración de las partículas subatómicas es una empresa compleja y fascinante que requiere precauciones.
Lo anterior para garantizar la seguridad y el entendimiento de las implicaciones de nuestras investigaciones en el ámbito más profundo de la física.
El CERN tiene proyectado construir un nuevo acelerador de partículas.
Éste superará en magnitud y potencia al actual LHC.
Este próximo colisionador está planeado para ser cuatro veces más extenso y 10 veces más potente que su predecesor.
Además, plantea interrogantes sobre la seguridad inherente a estas monumentales máquinas, capaces de desentrañar los componentes más fundamentales de la materia y recrear condiciones que no se han experimentado desde el Big Bang.
El nuevo acelerador está proyectado con una circunferencia de 100 kilómetros, en comparación con los 27 kilómetros del actual LHC.
Alcanzará una asombrosa energía de colisión de 100 TeV (Teraelectron voltios), en contraste con los 14 TeV que el acelerador actual puede alcanzar.
Aunque la mayoría de los científicos respaldan de manera contundente la seguridad de estas instalaciones, algunos expresan reservas respecto a este tipo de empresas científicas de vanguardia.
Es crucial contextualizar este panorama en el marco de las ambiciones globales en el campo de la física de partículas.
China, por ejemplo, ha expresado su pretensión de liderar a nivel mundial en este ámbito y planea construir un colisionador de partículas aún más grande.
Este impulso por la supremacía plantea no sólo cuestionamientos sobre la seguridad, sino sobre la competencia en la investigación de partículas subatómicas.
En este contexto, la comunidad científica se enfrenta a desafíos y responsabilidades para garantizar la seguridad, transparencia y beneficio global derivado de estas empresas científicas.
Aunque hemos avanzado significativamente en nuestra comprensión del universo, persisten enigmas fundamentales.
¿Por qué la gravedad es tan débil a nivel subatómico en comparación con otras fuerzas naturales? ¿Cuál es el origen de la masa de los neutrinos? ¿Dónde reside la antimateria que teóricamente debería existir? ¿Cuál es la verdadera naturaleza de la materia y energía oscuras?
La mayoría de los físicos concuerda en que una máquina operando a energías mucho mayores que las actuales podría revelar nuevas partículas que el LHC no ha logrado detectar.
En el desafío por desentrañar los misterios cósmicos, los físicos se embarcan en una danza peligrosa entre la búsqueda del conocimiento y la precaución.
Mientras la humanidad se aventura, la promesa de descubrimientos trascendentales y las incertidumbres inherentes convergen en una narrativa fascinante.
La próxima frontera científica podría revelar los secretos mejor guardados del Universo, pero no sin desafíos y riesgos que demandan la sabiduría de aquellos que exploran los límites de nuestro entendimiento humano.