Soliloquio
Felipe Flores Núñez
En el contexto del proceso electoral en marcha, cuya efervescencia presagia una lucha sin cuartel por más de las buenas intenciones de llevar la fiesta en paz, termina el año con muchas definiciones y en otros casos entre algunas dudas sobre las candidaturas que todavía están en disputa.
Por lo pronto, hay la certeza de que para la gubernatura de Puebla habrá al menos tres candidatos, a saber: Alejandro Armenta Mier encabezando la coalición de la 4T (Morena, PT, PVEM, Fuerza por México y Nueva Alianza); Eduardo Rivera Pérez por el frente opositor “Mejor Rumbo para Puebla” (PAN, PRI, PRD y Pacto Social de Integración) y quien resulte de la contienda interna en Movimiento Ciudadano entre Fernando Morales y Graciela Palomares, en cuyo caso se vaticinan duros raspones.
Todos los involucrados tienen tareas pendientes que seguramente no desatenderán en estos días de celebraciones, en los que –hay que decirlo– al menos para la mayoría de la gente lo que menos parece importar es la política.
No obstante, en el caso de Armenta Mier, el mejor posicionado hasta el momento, el mayor empeño por ahora será mantener el tejido fino para restaurar las heridas que produjo su postulación, al precio político que sea, para lo cual está sumando cada vez más a cuadros de quienes fueron sus recientes rivales. Así él mismo lo ha reconocido al incorporar a personajes como Luis Antonio Godina y Fernando Manzanilla, del equipo de Ignacio Mier, o de Lauro Sánchez, quien comandó la compaña de Olivia Salomón, entre otros casos entre los que figuran también Luis Ramos o Antonio Hernández y Genis.
Al mismo tiempo, estará muy pendiente del proceso sucesorio para la alcaldía de la capital poblana, sabedor que es una plaza relevante por la cantidad de votos que puede aportar. De ahí que haya promovido una reunión convocada por el gobernador Sergio Salomón Céspedes con 14 de los aspirantes, entre los cuales la exalcaldesa Claudia Rivera Vivanco y el diputado federal Alejandro Carbajal han dado muestras de rebeldía, ante la muy amplia posibilidad de que les gane la partida el empresario José Chedraui Budib.
Eduardo Rivera por su parte prefiere llevarla de manera más tranquila, según se desprende de su decisión de no iniciar el periodo de precampaña desde el próximo lunes que oficialmente inicia, al considerar que esa fecha está destinada más bien a encuentros familiares, por lo que arrancará su promoción dos días después, aunque ya estará en medios electrónicos varios de sus promocionales.
Hasta ahora, el todavía presidente municipal de la capital poblana –dimitirá este viernes– se ha comportado con mesura y cautela ante la publicación de varias encuestas que lo ubican muy por debajo del morenista Alejandro Armenta. Sabe bien que escalar las diferencias será una labor titánica, pero aun así ha dicho que los números de los estudios demoscópicos simplemente no le espantan.
Ha reiterado que Morena “no es invencible” e incluso refirió que muchas de las encuestas son “pagadas” y no deciden elecciones, sino que son los ciudadanos con su voto los que manifiestan las preferencias.
Y aunque ha advertido que su campaña política no será de ataque ni denostaciones, será muy interesante saber cuál será su estrategia para recuperar terreno y, en su caso, poder ganar la elección ante la oleada guinda que parece incontenible, con la expectativa también de saber si todavía funcionan los operadores políticos antes muy eficientes del PAN y el PRI.
El que no tiene todas consigo es Fernando Morales, quien ya fue amagado por su rival Graciela Palomares de que será acusado de violencia política de género, en virtud de las declaraciones que ha hecho en torno a su desempeño el interior del partido naranja.
La joven política menciona que justo la erradicación de la violencia en contra de las mujeres es una de las causas que siempre ha defendido, por lo que no puede dejar pasar las acciones de su dirigente, además que ella no ha sido la única víctima.
Ya veremos cómo afronta Fernando Morales esta complicada adversidad que daña mucho su imagen y quizá por ello, este miércoles se hizo acompañar en un acto público de su padre, el exgobernador Melquiades Morales Flores.
Así es como concluye un año de intensa actividad política cuya atención mayor es la disputa por la gubernatura de Puebla, objetivo que no permite distracción alguna, así estos días sean de obligado receso.
Son ahora tiempos de celebraciones y reencuentros, pero también de reflexión para quienes aspiran llegar a la cima del poder.
Y mientras los políticos afinan estrategias y velan armas, sirva esta pausa de respiro para agradecer la atención y compañía de los lectores durante 2023.
Ya vendrá el otro año, impredecible como la vida misma.
Habrá mucho que contar.