Escapadas
Alejandro Cañedo Priesca
Hay lugares en Europa que otro mundo, ya sea por su entorno o por la sensación de estar en un espacio que se percibe único, casi ajeno al territorio que lo rodea.
Hace poco, en estas páginas, exploramos la esencia de Edimburgo, esa gran ciudad con un estilo definido y una autenticidad innegable, así como Londres, una de las urbes más cosmopolitas del mundo y referencia global.
Hoy es el turno de Glasgow, situada también en Escocia, pero con un carácter que la distingue. Glasgow parece encontrar su orgullo en esa posición intermedia, en la que combina lo histórico y llo moderno, lo tradicional y lo cotidiano.
La ciudad es una mezcla vibrante de energía y cultura. En sus calles se encuentra la imponente Catedral de San Mungo, un magnífico ejemplo de arquitectura gótica que conserva el alma medieval de Glasgow.
Muy cerca está la Necrópolis, un cementerio victoriano ubicado en una colina que no sólo invita a reflexionar sobre el pasado, sino que también regala vistas espectaculares de la ciudad. Continuando con el recorrido, se llega a George Square, la plaza central que late con el espíritu de Glasgow, rodeada de edificios históricos que cuentan historias de otro tiempo.
El arte y la innovación también tienen un lugar especial aquí. La Galería de Arte Moderno, conocida como GoMA, sorprende con exposiciones contemporáneas y una propuesta siempre renovada, mientras que el Museo Kelvingrove combina arte y ciencia en un edificio de arquitectura barroca que por sí solo es una obra maestra.
En contraste, el Riverside Museum, dedicado al transporte y la tecnología, muestra cómo Glasgow ha abrazado la modernidad, convirtiéndose en una ciudad que honra su pasado sin dejar de mirar hacia adelante.
Pero no todo en Glasgow es historia y arte. Su cocina es un reflejo de su identidad, con platos que invitan a descubrir los sabores de Escocia.
El haggis, plato nacional elaborado con vísceras y especias, es una experiencia culinaria que no debe faltar, así como el reconfortante porridge en los días fríos o los siempre clásicos fish and chips.
Para acompañar una tarde tranquila, los shortbreads, las emblemáticas galletas escocesas, son un deleite que cualquier viajero apreciará.
Glasgow, además, sorprende con su diversidad gastronómica. Restaurantes como The Sisters Restaurant reinterpretan la cocina escocesa con un toque moderno, mientras que lugares como The Hanoi Bike Shop o Ranjit’s Kitchen ofrecen propuestas internacionales que reflejan la multiculturalidad de la ciudad.
Glasgow tiene una personalidad que se siente viva en cada esquina. Es una ciudad que no se define únicamente por su historia o su arquitectura, sino también por su gente, su comida y esa energía que parece invitar a quedarse.
Si Edimburgo es la ciudad del pasado y Londres la del futuro, Glasgow representa el presente, un lugar para vivir y disfrutar aquí y ahora.
Viajemos juntos.
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