Notas para una defensa de emergencia
Silvino Vergara Nava
Cabría preguntarse quién sirve más a la Constitución, quién la fosiliza y deja que las instituciones se deterioren o quién la quiere cambiar, actualizar e, incluso, modificar audazmente
Daniel Innerarity
Están iniciando en este mes las campañas electorales para la Presidencia de la República y de paso, para una gran cantidad de cargos de elección popular. Verdaderamente, pareciera una kermés de puestos públicos.
Uno de los riesgos que existen es que, ante tantos cargos para elegir, el ciudadano de a pie que está más preocupado por satisfacer sus necesidades y por sus problemas propios, al momento de votar lo haga por salir del compromiso, sin saber cuáles son las propuestas de los candidatos ni las repercusiones de su voto.
Precisamente, con tanto candidato en la diversidad de cargos públicos, los medios de comunicación publican sólo los más representativos, que son los que contienden por la Presidencia de la República.
Si nos centramos en esas propuestas, veremos que todas ellas se basan en quién da más apoyos a los adultos mayores, a los niños, a los jóvenes, a los desamparados, a los desempleados, a los enfermos…
Y todo eso se escucha muy bien, sin embargo, cada día más se parecen las políticas públicas a las acciones de una asociación civil sin fines de lucro, a lo que hacen las fundaciones, las asociaciones altruistas, pues no se sale del discurso electoral de quién da más apoyos, y quién se atreve a no modificarlos, a revocarlos o disminuirlos.
Pero, así como esas organizaciones civiles que se dedican a dar apoyos a los más necesitados se encuentran sumamente limitadas en sus funciones, porque que no hay dinero que alcance para estar dedicándose a dar tantos apoyos por todas partes –y a veces sin ver a quién–, pues siempre hay un limite, ese límite lo tiene también el Estado.
No hay dinero que alcance para tantos apoyos económicos, y decirlos desde la palestra de las campañas electorales no daña a nadie, pero simplemente son buenos propósitos; el problema es cumplirlos.
Y este ha sido el problema principal en este gobierno federal, por lo menos en el caso de las medicinas y los servicios médicos: el discurso oficial dice que desactiva la vieja corrupción, pero ahora nos hemos topado con un verdadero problema de torpeza administrativa, que impide que se pueda dotar de medicinas y de servicios médicos de forma más o menos adecuada a los servicios públicos.
Eso no es todo. En ningún discurso electoral se dice cómo van a obtenerse esos recursos económicos, es decir, cómo se hará para que se cuente con el dinero suficiente para hacer frente a tantos apoyos.
Esto es lo más preocupante, porque el ganador necesariamente tendrá que modificar las disposiciones fiscales: otra reforma hacendaria, fiscal, tributaria o como se le quiera llamar.
Este sexenio está dejando casi muertos a miles de negocios y contribuyentes ante la incapacidad de cumplir con tanta obligación fiscal, ahora resulta que, también nos topamos con este problema mayúsculo, que es hacer frente a este gasto de apoyos por doquier.
Los que quedan a la deriva, a su suerte, a esperar cómo les va en la vida, son los miles de contribuyentes de pequeños negocios, medianos y microempresas. Pareciera que no hay candidato que los apoye o que piense en ellos.
Es evidente que no hablar de estos contribuyentes, de sus derechos, de la posibilidad de ayudarlos con políticas públicas en el crecimiento de sus pequeñas, medias y micro empresas se debe a que estamos ante la presencia de un problema aun más grave: la mayoría de candidatos a cualquier cargo público no tiene idea de lo que implica poner un negocio, taller, oficina, despacho, fabrica, tienda, restaurante, local comercial, etcétera.
Por ello es que no se puede hablar de lo que no se sabe.
Muchas de las ocasiones, los que están allegados a los candidatos, llámese jefes de prensa o de campaña, están en las mismas condiciones que los propios candidatos: no han tenido experiencia en poner un negocio en marcha, por lo cual es que no pueden hablar de esto.
El problema principal es que, entonces, nos vamos a topar con que, sea quien sea el candidato que gane, de todas formas el panorama para las empresas mexicanas, propiedad de mexicanos, es bastante gris, a diferencia de la industria transnacional, que una vez que solicita información en las instituciones estatales para instalarse, todos los niveles de gobierno están prestos para hacer negocios con los empresarios, cederles apoyo, salir en la foto para decir que están trayendo inversión extranjera.
Pero las políticas públicas no otorgan esa ayuda al empresario nacional. Algo así como el mundo al revés.
¿Qué candidato apoya a los contribuyentes? La respuesta es sencilla: ninguno.