Así, los primeros trazos de una obra monumental.
La del Periférico Ecológico.
Que no es una cosa ni la otra.
Y que lleva inconclusa más de 20 años.
Se inició en tiempos de Manuel Bartlett.
La continuaron sus sucesores.
Pero hoy aún es posible ver rampas a medio terminar.
Y varillas oxidadas y retorcidas asomándose a mitad del camino.
Desde 1997 han sido innumerables las intervenciones a lo largo de su trayecto.
Se le han agregado anillos, puentes, entradas, salidas y se ha bacheado unas ¿500 veces?
Carretadas de dinero se han invertido.
Del proyecto original, poco queda.
Algunas curvas son verdaderas trampas de muerte.
Pese a todo, su utilidad para miles y miles de automovilistas es indudable.
Podemos (pero no podemos) vivir sin él.
Es, al mismo tiempo, suplicio y alivio de los poblanos