Por: Jorge Alberto Calles Santillana
El secretario de Seguridad, Alfonso Durazo, informó hace unos días que por cuarto mes consecutivo el número de homicidios dolosos descendió. Dijo que los 2 mil 851 asesinatos ocurridos durante junio representaron una reducción del 2.3 por ciento respecto de los registrados el mes anterior.
Agregó que los índices de otros 14 delitos de alto impacto han descendido también aun cuando reconoció que el feminicidio se ha incrementado. Calificó, por tanto, de exitosa la estrategia de seguridad del gobierno federal, no sin dejar de reconocer que aún los números delictivos absolutos continúan siendo elevados.
Sin embargo, una consulta al sitio web del Observatorio Nacional Ciudadano muestra que lo sostenido por Durazo no es del todo cierto. Efectivamente, de marzo a junio, el número de homicidios dolosos registra una reducción de 3 mil 033 a 2 mil 851.
Pero esta información requiere matices. La baja más importante en el número de estos asesinatos se registra en abril, cuando los números oficiales arrojan un total de 2 mil 930 crímenes, 103 menos que el mes anterior.
Mayo registra sólo 14 asesinatos menos y junio 89 menos que mayo. Sin embargo, como lo muestra esta organización en su página, si las cifras se analizan a través de sus promedios de ocurrencia diaria, la tendencia anunciada por el secretario deja de ser cierta. En marzo se cometieron 97.8 homicidios dolosos por día.
En abril, 97.7, lo que marca una reducción no significativa. En mayo, el promedio cayó a 94.1 pero en junio se elevó a 95. Hay otros datos.
El Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Social reporta que este primer semestre del año ha resultado el más violento de los últimos 25 al registrar un total de 17 mil 982 víctimas de homicidio, lo que representa un incremento del dos por ciento respecto de la cifra correspondiente al primer semestre del año anterior.
Se debe agregar que con los 17 mil 653 homicidios que registró 2019 en sus primeros seis años se colocó como el primer semestre de año más violento hasta ese entonces. Vamos, pues, de récord en récord.
7 de cada 10 de los homicidios de este año han sido perpetrados con armas de fuego y 6 de ellos están relacionados, directa o indirectamente, con el crimen organizado, porcentaje similar al registrado durante el sexenio de Enrique Peña Nieto.
Por si fuera poco, en los primeros 18 meses del gobierno actual han sido asesinadas 53 mil 628 personas, lo que significa un promedio de 98 personas al día. De esa manera, el de López Obrador se convierte en el primer año y medio de gobierno más violento en la historia política del país.
La tasa de homicidios es 55 por ciento más alta que la registrada durante los primeros 18 meses del gobierno de Peña Nieto y duplica la tasa del mismo período de gobierno de Felipe Calderón. Por otra parte, de enero a junio se cometieron 546 feminicidios en México, lo que significa que cada día fueron asesinadas 3 mujeres.
Si se agrega que, además, se cometieron otros 210 homicidios dolosos contra mujeres, no clasificados como feminicidios, resulta que un promedio de 10 mujeres al día fueron asesinadas. El primer semestre de 2019 registró 448 feminicidios.
El fenómeno creció casi un 22 por ciento este año. En este período se presentaron 573 denuncias por violencia familiar, es decir 6 cada quince minutos y casi 8 mil mujeres dijeron haber sido violadas, esto es una cada 30 minutos.
Queda claro que no hay nada que celebrar y mucho que lamentar. El presidente López Obrador ha insistido en que sus políticas sociales y su estrategia de no enfrentar al crimen organizado están haciendo de México un país mejor, más justo y más seguro.
No hace muchos días, cuando una reportera inglesa le preguntó en su conferencia matutina acerca de qué se estaba haciendo en México para proteger a las mujeres de la violencia, López Obrador respondió que el país es más seguro que nunca para las mujeres.
Los datos hacen evidente que esto no es así; pero, además, se están tomando medidas equivocadas en la materia como la de reducir en 75 por ciento el presupuesto del Instituto Nacional de la Mujer.
Problemas complejos, como los aquí referidos, no podrán nunca ser resueltos mediante políticas asistenciales y mucho menos con equivocadas lógicas de austeridad. Problemas complejos reclaman soluciones complejas, integrales, sofisticadas.
Las cifras son claras y conducen a pensar que es necesario y urgente un cambio de estrategia en la formulación de políticas públicas en materia de seguridad, además de en otros rubros.
Alguna vez Winston Churchill dijo que un político se convierte en estadista cuando empieza a pensar en las futuras generaciones y no en las futuras elecciones. Ojalá el presidente López Obrador actúe pronto como estadista. Ojalá.