Por: Vicky Fuentes/ Negocios, política y algo más
En las últimas horas se resolvieron dos temas torales y significativos que habían causado un gran desgaste entre los diferentes sectores. El primero de ellos, entre los distintos grupos parlamentarios, el INE y ciudadanos en general; y el segundo entre los empresarios y el presidente Andrés Manuel López Obrador, que habrían dinamitado los puentes y comunicación a raíz de la presentación del plan de reactivación económica el pasado 5 de abril.
Sobre el primer tema, la selección de los cuatro consejeros del INE, esta se da en medio de críticas y polarización del académico John Ackerman, quien pretendía “colar” a la lista final del Comité Técnico, a una persona vinculada a él y la 4T con los riesgos de autonomía que esto significaba, que por cierto, Ackerman casualmente omitió que conocía desde hace tiempo a Diana Talavera, quien formaba parte de la lista de prospectos a consejeros.
¿Así de transparente o así de tramposo? Finalmente y después de muchas semanas de trabajo, los que pretendían robarse el control del INE perdieron la batalla. La aprobación por mayoría calificada del Congreso de los cuatro consejeros del INE, nos da un panorama diferente, equilibrado y autónomo de cara a la elección 2020-2021, que por cierto, será una de las elecciones más complejas y robustas de la historia.
Nunca se han elegido a tantos funcionarios públicos como ocurrirá el domingo 7 de junio del 2021. Justo es decir que mucho de lo que se logró es el resultado del cabildeo y oficio político del diputado Mario Delgado, quien logró lo que parecía prácticamente imposible, poner sobre la mesa los perfiles idóneos y generar consenso.
Justo es decir que mucho de lo que se logró es el resultado del cabildeo y oficio político del diputado Mario Delgado, quien logró lo que parecía prácticamente imposible, poner sobre la mesa los perfiles idóneos y generar consenso.
¿Qué ganó Mario Delgado? Más que una estrellita. Sobre el segundo tema, la comunicación entre los empresarios y el presidente, esta se habría enfriado a raíz de las inconformidades de la comunidad empresarial, por la estructura del plan de reactivación económica para enfrentar el COVID-19.
Si a esto le agregamos que el CCE presentó 68 propuestas para impulsar la recuperación económica y López Obrador ni siquiera se dio por enterado, está de más decir la distancia que los separaba; tan es así que ni Carlos Salazar Lomelí ni Gustavo de Hoyos Walter fueron invitados al viaje a Estados Unidos.
López Obrador decidió que le acompañaría un grupo selecto de poderosos empresarios, uno de ellos, 25 veces más rico que Trump; con estos invitados se mostró músculo y apoyo incondicional.
Y es así, cuando parecía que la frialdad continuaría entre ellos, que el presidente López Obrador, junto con el secretario de Hacienda, Arturo Herrera, empresarios y legisladores, dieron a conocer la iniciativa de reforma a la Ley del Seguro Social, con la cual los trabajadores tendrían una pensión 40 por ciento mayor, en promedio, y la contribución patronal es la que se incrementará de 5.15 por ciento hasta 13.875 por ciento.
¿De qué nos perdimos? En plena pandemia y tomando en cuenta el número de empleos perdidos, más la incertidumbre por el futuro y la recuperación económica, ¿cómo negociaron esto?, ¿cómo lograron arrancar el discurso emotivo del presidente?
“Quiero destacar la participación de Carlos Salazar Lomelí, presidente del Consejo Coordinador Empresarial, que si alguien promovió este proyecto de reforma y buscó convencer a miembros del sector empresarial fue precisamente él; porque si se trata de poner estrellitas, yo diría que le correspondería antes que a nadie la concreción, la realización de esta nueva propuesta de reforma a Carlos Salazar”.
Está claro que no te puedes pelear con el presidente, aún le faltan cuatro años. Qué bien que los empresarios estén dispuestos a cooperar con el gobierno de la 4T, que se suelten el pelo y apoyen de esta manera a los trabajadores; sin embargo, la duda mata, ¿qué o quién logró tender esos puentes dinamitados? ¿Qué ganó o qué perdió Carlos Salazar? Seguramente, mucho más que una estrellita.