Víctor Reynoso / Profesor de la UDLAP
Los días 9 y 10 de noviembre, la asociación civil Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI) hizo pública la información que implica en presuntas irregularidades a dos de los más cercanos colaboradores del presidente de la República mexicana: Alejandro Esquer Verdugo, su secretario particular y Jesús Ramírez Cuevas, su coordinador de Comunicación Social y vocero.
Las notas son precisas: presentan nombres propios de empresas y personas, así como las fechas y los hechos que pudieran implicar violaciones a la ley.
De Esquer se dice que contrató a empresas fantasmas cuando era secretario de Finanzas de Morena, durante la campaña electoral de 2018.
Este año el SAT publicó sendas resoluciones que identifican a las dos empresas contratadas por Esquer como simuladoras de operaciones.
De Ramírez Cuevas algo similar: que pagó a una empresa fantasma por la publicación del periódico Regeneración, órgano de difusión de Morena.
También el SAT declaró a la empresa contratada como “fantasma”. Está a nombre de una ciudadana oaxaqueña que ni idea tenía de su existencia.
Lo publicado por MCCI da la impresión de ser información seria y fundamentada.
Como ya mencioné, da nombres de empresas y personas, fechas, lugares, instituciones. Pero no es prueba concluyente de nada. Se esperaba, obviamente, una respuesta de los implicados.
La asociación civil – dice– ha solicitado entrevistas con Esquer y con Ramírez Cuevas, pero ninguno ha respondido.
Quien sí respondió fue el presidente Andrés Manuel López Obrador.
Pero en lugar de mencionar los hechos y las personas denunciados, se fue contra Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad.
Amenazó con investigarla, ver de dónde obtiene su dinero y mencionó nombres de empresas y personas.
Se discute si la libertad de expresión del presidente es la misma que la de cualquier ciudadano. Quienes dicen que no lo es, argumentan que lo dicho por el presidente tiene un peso que no tiene si lo dice alguien más. Por su acceso a tiempos privilegiados puede expresarse mucho más y hacer llegar su expresión mucho más lejos.
Por ser depositario de varios poderes sus referencias pueden ser percibidas como amenazas.
Por tener influencia en millones de seguidores sus críticas pueden poner en riesgo a sus adversarios criticados.
Uno de sus lemas de campaña, en referencia al combate a la corrupción, fue que “las escaleras se barren de arriba hacia abajo”. No parece ser este el caso.
Han sido una asociación civil, la prensa y el SAT quienes han puesto en cuestión a personas que ocupan los lugares más altos del aparato estatal.