Iván Mercado
@ivanmercadonews / FB IvánMercado
Al iniciar la semana pasada con el plan de vacunación anti COVID en el estado de Puebla, la sociedad puedo escuchar con mucha claridad expresiones de alivio, de gratitud, de molestia y de indignación por parte de mucho del personal de salud seleccionado para recibir la primera dosis de protección del biótico.
Muchas fueros las expresiones captadas por los representantes de los medios de comunicación y expuestas a la opinión pública, pero una capto toda la atención del que escribe: “Es de verdad desconcertante… Nosotros no alcanzamos a comprender… es como si viviéramos en dos mundos paralelos, nosotros viviendo un infiernos dentro de los hospitales donde se nos mueren decenas de personas a diario y afuera, miles se mueven sin conciencia ni temor a la enfermedad o a la muerte…”.
La declaración muestra claramente el sin sentido de nuestro dilema social, sin embargo, no son sólo dos, sino tres mundos paralelos los que estamos padeciendo en nuestro país.
El personal médico, agobiado y atrapado entre decenas de miles de enfermos y muertos por la pandemia; Los millones de mexicanos indiferentes a la enfermedad y a sus terribles consecuencias y la clase gobernante y política que sigue manejando esta tragedia nacional como una mera oportunidad electoral para afianzarse y acrecentar su poder en un año clave para México por la elecciones intermedias programadas para el 6 de junio próximo.
A pesar de ubicarnos como nación en el momento más grave de la pandemia dado el numero de contagios y muertes que a diario rompen nuevas marcas trágicas, el discurso oficial se ha centrado en el triunfalismo por la llegada de unos cuantos de cientos de miles de vacunas en un país de 130 millones de habitantes.
El hecho como tal no se debe menospreciar, es en sí una noticia positiva, sin embargo, realizar ceremonias y pronunciar insistentes discursos triunfalistas a la puertas de una avión de paquetería cargado con miles de envíos de toda naturaleza (y con una tímida entrega de bióticos), raya en el oportunismo político que si bien lleva un mensaje de esperanza, también transmite la falsa idea de que la cura a la pandemia que azota a los mexicanos, ya esta aquí para salvarnos sin importar que seas “chairo” o “fifí”.
Ese mensaje es peligrosamente impreciso por no decir, falso. A inicios de la semana pasada, el presidente afirmo que para abril alrededor de 15 millones de adultos mayores deberán estar vacunados y por lo tanto, protegidos contra la COVID-19, sin embargo, y pese a que esta es una meta loable y por mucho deseada por todos los mexicanos, para alcanzarla tendrían que suceder varios escenarios: Primero tendrían que estar garantizadas esas 15 millones de vacunas (o el doble si es que el tratamiento de inmunización exige una segunda dosis), es decir, 30 millones.
Sin embargo, hoy no hay ni datos precisos sobre cual vacuna piensan distribuir y aplicar a la población abierta.
Suponiendo que tal cantidad de vacunas ya están garantizadas, se tendría que vacunar diariamente por los próximo 105 días, a 143 mil personas para alcanzar la meta declarada por el ejecutivo, últimos días de abril.
Anunciarlo es fácil, concretarlo es una tarea de proporciones mayúsculas aún contando con todos los elementos y una estrategia casi perfecta. Y ese es el gran dilema en el que estamos atrapados todos en este México surrealista.
Por un lado, una enfermedad sin control ni la atención debida por parte de las autoridades responsables, por otro, gobernantes (con honrosas excepciones) que prefieren darle al pueblo “buenas noticias” en lugar de hablar con profunda responsabilidad y advertirles de la gravísima ola de contagios que están colapsando los sistemas hospitalarios del país y junto con ello, las consecuentes e inevitables muertes de miles de mexicanos diariamente.
Trasmitirle al pueblo “bueno y sabio” todo, menos la dolorosa realidad del momento que travesamos, puede estar resultando altamente redituable en el terreno político y electoral, aunque el costo social sea verdaderamente grave y profundamente doloroso para una sociedad indiferente, irresponsable y encandilada.
Es así que mientras México sigue rompiendo diariamente barreras en muertes, marcas en contagios, registros en índices de positividad nacional, y estadísticas en hospitalizaciones por la COVID-19, los responsables del manejo de la pandemia prefieren enfocar sus mensajes en las vacunas, en la inocencia y exoneración de un general encarcelado en los EU y hasta en Jorge Arvizu “El Tata”, actor que dio voz a un sin fin de personajes de dibujos animados en nuestro país, si, un territorio que irónicamente también parece una caricatura en muchos aspectos de su vida nacional.
El escenario se complica aún más, dados los niveles de control impuestos desde el gobierno federal a un proceso complejo que claramente exige de la logística e intervención de todos aquellos que puedan y quieran participar de la adquisición de los bióticos para su aplicación particular, pero no, el gobierno y su partido quieren adjudicarse por completo un procedimiento que evidentemente ni pueden ni podrán solos.
El dilema ético es que mientras el control absoluto se ejerce muy lentamente, miles de muertes y de contagios se multiplican en México al tiempo que comienzan a surgir muchas más preguntas que respuestas sobre las listas o plantillas de aquellos trabajadores de la salud que deben ser los primeros en ser inoculados.
Los médicos y trabajadores de la salud particulares, esos y esas que atienden y también salvan vidas desde hospitales privados se preguntan si ellos no están considerados en una inmunización universal y gratuita, y de ser sí, cuando serán vacunados.
Pero no sólo ellos, en una carta abierta al presidente, el Colegio Nacional de Cirujanos Dentistas AC externaron al mandatario su “preocupación” ante la nula información sobre en qué posición se encuentran los miles de profesionales agremiados a su organismo para ser considerados en la lista de sectores prioritarios para recibir la vacuna.
Y hay más, los trabajadores de funerarias, crematorios y laboratorios también están levantando la mano para ser considerados de manera más que justificada en esa creciente lista de sectores estratégicos y de alto riesgo.
Y este será un fenómeno natural que se multiplicará día con día ante una administración que quiere el manejo absoluto de un programa sin precedente en la historia del mundo.
Lo grave, como ya fue expuesto, es que cada día que pasa, la pandemia cobra una factura gravísima en una población distraída con promesas muy lejanas de cumplir y por lo tanto, descuidada en el peligroso escenario de una pandemia sin atención ni contención.
En los últimos 10 días han muerto 10 mil 254 mexicanos y tan solo este fin de semana se confirmaron otros 50 mil infectados. La pandemia esta fuera de control, pero cada vez se habla menos de esta peligrosa realidad porque todo indica que la orden es hablar sólo de vacunas, vacunas y mas vacunas, aunque estas estén solo en el terreno de las buenas intenciones o de la manipulación.
La vacuna pues, aunque inexistente en los volúmenes que se necesitan en México, también está cayendo… como anillo al dedo.