Adolfo Flores Fragoso / [email protected]
Cito textual la introducción de un análisis del Pew Research Center:
“Las elecciones presidenciales de 2020 fueron históricas en muchos sentidos. En medio de una pandemia mundial, con cambios sin precedentes en la forma en la que votaban los estadounidenses, la participación electoral aumentó siete puntos porcentuales con respecto a 2016, lo que resultó en un total de 66% de los ciudadanos adultos estadounidenses que participaron en las elecciones de 2020. Joe Biden derrotó a Donald Trump 306-232 en el Colegio Electoral y obtuvo un margen de cuatro puntos adicionales en el voto popular. Si bien el diferencial de este voto a favor de Biden fue una mejora respecto a la ventaja de dos puntos de Hillary Clinton en 2016, no fue tan rotundo como la ventaja de nueve puntos de los demócratas hacia el Congreso sobre los republicanos en los sufragios emitidos en las elecciones de 2018 para la Cámara de Representantes de E.UU.”
Los autores del artículo publicado el pasado 30 de junio son Ruth Igielnik, Scott Keeter y Hannah Hartig. Los tres, expertos en lo que allá le llaman demografía política.
Pero, ¿por qué el comentario? “Analiza números, acciones y reacciones de eso que llaman ‘pueblo’ en México”, diría mi maestro franquista Juan García de Polavieja.
Un buen llamado de atención para aprendices (electorales) de mago (poblanos).
Saquen libreta y apunten:
• Biden basó su triunfo en los votantes suburbanos, con un discurso dirigido a electores de zonas desplazadas de los beneficios de la llamada (aquí en México) obra pública. 54% en la realidad estadounidense. Biden habló del tema sin prometer nada a cambio. Sólo eso. Una promesa no mencionada que hoy está cumpliendo. Y con creces, y billones de dólares.
• Trump logró una buena avanzada entre los votantes hispanos (4 a 3, respecto a Biden). ¿Por qué? El factor llamado nivel educativo: a menos instrucción, más a favor de Trump. Pero Biden supo atraer el voto de los indecisos que en realidad es el voto de los ignorantes electorales. Y aplicó un secreto que –obvio– no voy a revelar. Pues es un secreto.
• Biden logró avances con los hombres, mientras que Trump mejoró entre las mujeres, reduciendo la brecha de género en las pasadas elecciones. Pero, ¿por qué Biden se la jugó por los varones? Muy simple la respuesta: nosotros somos los indecisos. Los débiles, somos los varones. Así de simple, así de sencillo.
• Biden aumentó su apoyo entre algunos grupos religiosos mientras Trump sólo se mantuvo estable entre esos votantes. ¿La razón? Los creyentes tienden a ser manipulables. Los ateos nunca cambian su voto firme y convencido. Los creyentes son atraídos, electoralmente hablando, mientras no les afecten sus “principios y valores”. Y ahí le apostó Biden sin sesgos, a diferencia de Trump. Y ganó.
Y hay más factores, según el Pew Research Center, pero ese será tema de una conversación presencial, una vez que seamos inmunes a COVID-19 y a los presuntos asesores electorales mexicanos.