Por: Lic. Guillermo Pacheco Pulido
Todos los libros, desde luego, tienen su atractivo, lo difícil es opinar sobre su contenido. En el presente caso, con atrevimiento, recomiendo el libro de la gran escritora Irene Vallejo titulado, El infinito es un junco: La invención de los libros en el mundo antiguo.
Es una obra maestra, dicen los comentaristas, con una prosa creadora, brillante, plena de sensibilidad, es un diálogo con el lector en una fiesta literaria, defensora de la vigencia de los libros frente a los profetas que predicen su desaparición.
Nos dice la autora en su prólogo que “misteriosos grupos de hombres a caballo recorren los caminos de Grecia…” personas a las que el rey de Egipto les ha encargado buscar y comprar todos los libros del mundo para la gran biblioteca de Alejandría, de todos los autores desde el principio de los tiempos.
“No olvidemos que el libro ha sido nuestro aliado desde hace muchos siglos. En una guerra que no registran los manuales de la historia…”
Por eso me sumergí en esta investigación, dice la autora, y muchas preguntas formulé: ¿Cuándo aparecieron los libros? ¿Cuál es la historia secreta de los esfuerzos para multiplicarlos o aniquilarlos? ¿Qué se perdió por el camino y que se ha salvado? ¿Por qué algunos de ellos se han convertido en clásicos? ¿Cuántas bajas han causado los dientes del tiempo, las uñas de fuego y el veneno del agua? ¿Qué libros han sido generados con ira, y qué libro se ha copiado de forma apasionada? ¿Los mismos?
Se tocan interesantes temas en el libro mencionado, entre otros se nos habla, primero: Grecia imagina el futuro; Segundo: los caminos de Roma. Los cuales a su vez nos señalan temas mucho muy interesantes sobre la historia de los libros. “Que se convierte en un recorrido por la vida fascinante de ese artefacto que inventamos para que las palabras pudieran viajar en el espacio y en el tiempo…”
Los libros para ser clásicos, algunos, a veces lo han logrado ganando la partida a las autoridades que intentaban destruirlos. Así por ejemplo los libros de Ovidio vencieron a Augusto; Las amenazas de Platón contra los poetas no tuvieron consecuencias, ni siguieron allí donde el filósofo tuvo influencia política. Calígula no acabó con los poemas de Homero, ni Caracalla con las obras de Aristóteles. Los nazis no consiguieron convencer al mundo de que ninguna obra escrita por judíos era valiosa.
La autora, en el desarrollo de su libro, va dando trascendentales respuestas a las preguntas que le surgieron cuando empezó a escribir su obra.
Nos habla de la ciudad de los placeres y los libros, por ejemplo, la leyenda de Alejandría no dejó de crecer: la historia de amor de Marco Antonio y Cleopatra. Alejandría fue el escenario de uno de los grandes mitos eróticos de todos los tiempos. Marco Antonio eligió un regalo para Cleopatra que esta no podía desdeñar, a pesar de estar enamorada sólo de las perlas. El regalo fue que puso a los pies de Cleopatra doscientos mil volúmenes para la gran biblioteca. En Alejandría los libros eran combustible para las pasiones.
En fin, debemos leer por todos los motivos del mundo, un libro nos hace viajeros sin gastos, aprendemos más; nos identificamos con los personajes y sitios a que se refiere el libro y conocemos más a sus personajes, dialogamos con ellos. Leer es el mejor viaje; dentro de las letras de los libros están las voces, una infinita cantidad de voces que son historias y recuerdos; sueños y realidades.
Cada cuantos siglos hay que quemar la biblioteca de Alejandría. De eso se trata, quemar el pasado es renovar el presente (me parece que la frase la contiene un libro de Borges en “El Congreso” o “El libro de arena”)
Esta pregunta la hizo en defensa de los libros ya que existen hombres inteligentes que han pedido se acabe con todas las bibliotecas, que han quemado en público importantes libros; miles de libros han corrido esa suerte.
Todos debemos defender la existencia de los libros. Nos dice la autora en el final de su libro que “De alguna forma misteriosa y espontánea, el amor por los libros forjó una cadena invisible de gente -hombres y mujeres- que, sin conocerse han salvado el tesoro de los mejores relatos, sueños y pensamientos a lo largo del tiempo… gente común cuyos nombres en muchos casos no registra la historia, los olvidados, los anónimos, personas que luchan por nosotros por los rostros nebulosos del futuro.
Los libros son amigos que nunca decepcionan.
Los libros son mis mejores consejeros, los que más me agradan, los que sanamente me conducen por los caminos que debo seguir, y me aconsejan lo que debo hacer por los amplios senderos de la ética.