Por: Elías Aguilar García/ @Elyas_Aguilar
Esfera pública
De acuerdo con The Competitive Intelligence Unit (CIU), en México había hasta 2019 más de 106 millones de teléfonos inteligentes, esto significaría que más del 80% de los mexicanos tienen acceso a internet.
Con esto, en teoría, también habría puerta abierta a toda la información a la que uno puede acceder desde la comodidad de un teléfono celular.
Eso equivaldría a que 8 de cada 10 mexicanos googleamos cualquier tema y en segundos tenemos varias alternativas de respuestas.
Esta es la parte buena del acceso a la información en internet. La idónea: un usuario activo que tiene necesidad de información, y que tiene criterios para hacer la búsqueda y definir la confiabilidad de la información.
Esta accesibilidad tiene consecuencias negativas al transferir a los dispositivos tareas que antes tenía nuestra memoria. Pero la principal consecuencia negativa es la desinformación, lo cual es una paradoja: aparentemente, a mayor acceso a la información, mayor será la desinformación en la sociedad.
Para muestra un botón: las teorías que los mexicanos creen acerca del origen del coronavirus. Realicé una búsqueda en internet e identifiqué siete teorías sobre la procedencia del virus, desde la especulación de un patógeno que pasó de los murciélagos al ser humano, hasta el supuesto origen extraterrestre que llegó a la tierra en un meteorito que cayó en China en 2019, pasando por el supuesto origen artificial en un laboratorio chino, acusación en que tanto ha insistido Donald Trump.
Todas estas teorías las pasé a un cuestionario para una encuesta telefónica, que hice en la zona metropolitana de la ciudad de México entre el 29 y 31 de mayo, para preguntar a la gente si conocía estas teorías, cuál creía que era el origen del nuevo coronavirus y qué medios de comunicación usa para informarse sobre la situación de la pandemia en nuestro país. Las cinco teorías que más comparten los mexicanos son, en primer lugar, que el virus fue desarrollado por las farmacéuticas con el fin de hacer negocio con la venta de las vacunas, con 31.3% de las respuestas; en según do lugar, que fue creado por el gobierno chino con un 26.4%; en tercer lugar; que pasó de los murciélagos a los humanos con un 13.9%; en cuarto lugar, los medios de comunicación lo crearon con el fin de crear pánico con 10.3% y; en quinto lugar, Bill Gates es el responsable al hacer una cruza entre dos diferentes patógenos con 8.3%; entre otras creencias más.
(Ver gráfica 1) En cuanto a los medios de comunicación, como hemos señalado en otras entregas, dos redes sociales son los más consultados. Por un lado, Facebook es consultado siempre por un 41.1% para “informarse” sobre la pandemia en México, un 28.5% algunas veces, un 16.2% pocas veces y un 14.2% nunca.
Mientras que WhatsApp es consultado siempre por el 38.3%, un 36.6% algunas veces, un 11.3% pocas veces y 13.8% nunca.
En tercer lugar, se ubica la televisión que es consultada siempre por el 29.9%; un 26.9% algunas veces, un 16.9% pocas veces y 26.3% nunca, entre otros medios como la radio y prensa digital.
(Ver gráfica 2) Si creíamos que el mayor acceso a la información era garantía de una sociedad bien informada, pues estamos totalmente equivocados; por el contrario, pareciera que mientras más acceso a la información, más desinformación existe.
Una sociedad mejor informada depende en gran parte de los usuarios, si tenemos usuarios con bajos niveles de lectura, escasa formación de lectura crítica de medios de comunicación, tendremos una sociedad desinformada atrapada en los intereses que promueven las noticias falsas en las redes sociales, que son las plataformas digitales más consultadas en internet.
Si esto ocurre con el tema de la actual pandemia, imagínese qué pasa con nuestra política nacional, donde hay intereses que promueven diariamente la difusión de información falsa que busca legitimar o deslegitimar posiciones y acciones de los diferentes personajes.
Estamos atrapados en la era de la información en una sociedad desinformada sistemáticamente por los intereses y por los bajos niveles de lectura crítica de los usuarios de internet.