HISTORIAS DE UN JOVEN REPORTERO
Gerardo Ruiz
No podía existir un mejor colofón para despedir a la actual legislatura del Congreso del Estado, que pasará a la historia como una de las peores en la memoria de Puebla.
Con contadas excepciones, que no abarcan los dedos de una mano, los actuales diputados locales y sus dos últimos presidentes vivirán en la desmemoria y en la vergüenza de todos los poblanos.
Desde los acosadores sexuales como Eduardo Alcántara, pasando por los pillos Edgar Garmendia y Eduardo Castillo, hasta los ridículos Toño López, Iván Herrera o Carlos Evangelista, la LXI Legislatura concluye con muchísima pena y muy poca gloria, tras las salidas de políticos de gran experiencia y capacidad como Sergio Salomón Céspedes, Jorge Estefan Chidiac e Isabel Merlo.
Aún en sus últimos días como representantes populares, los vergonzosos legisladores poblanos buscan dejar sus curules en medio de la ignominia y la infamia. Y cómo no.
La reforma presentada este lunes por la Junta de Gobierno y Coordinación Política, presidida por el muy limitado Garmendia de los Santos, para obligar a los partidos políticos locales a alternar el género de las candidaturas al gobierno del estado es una burda simulación a favor de las mujeres.
En los hechos, mantiene el pacto patriarcal y –peor aún– lo legaliza por los próximos 12 años.
Por donde se le vea, la reforma al artículo 71 de la Constitución del Estado es un despropósito total hacia el nuevo régimen político, que en poco más de un mes encabezará Claudia Sheinbaum, quien, desde su campaña, puso al empoderamiento femenino en el centro de su plan de nación hasta el 2030.
A los integrantes de la Jucopo les pasó de noche la elección del 2 de junio y que, por primera vez, una mujer será la presidenta (así con “A” como ella lo pidió en su primer discurso tras obtener su constancia) de México.
Tampoco están enterados de que el gobernador electo Alejandro Armenta gobernará Puebla rodeado de mujeres.
Y es que la iniciativa presentada por la Junta que preside Edgar Garmendia plantea que hasta la elección de 2036 sea obligatoria para los partidos la postulación de mujeres para la gubernatura. Es decir, aplazar la alternancia hasta dos sexenios más. Ver para creer.
Mientras Claudia Sheinbaum rompió el techo de cristal, el diputado indígena Garmendia y el resto de los integrantes de la Junta de Gobierno del Congreso local lo volvieron a levantar.
Justo el año pasado, el Consejo General del INE, ante la resistencia machista de los congresos locales a modificar sus leyes, obligó a los partidos políticos a postular a cinco mujeres –como mínimo– como candidatas en los nueve estados en los que se renovaron sus gobiernos locales.
Las consejeras electorales, comandadas por Carla Humphrey, intentaron profundizar aún más en el tema de la paridad y plantearon la alternancia en los estados que en la elección ordinaria anterior hayan postulado un hombre, pero este punto fue desechado, ¡qué sorpresa!, por mayoría de votos masculinos.
El dedo ya estaba puesto en la llaga.
Insisto, la reforma para dejar como constitucional la alternancia en las futuras elecciones para el gobierno del estado presentada por los diputados de la Jucopo es una burda y grosera pantomima. Gatopardismo en esencia: cambiar todo para que nada cambie.
En un inicio, la iniciativa, la cual fue muy mal explicada y que seguro será tumbada por las autoridades electorales ante lo ridícula e inverosímil de su forma y fondo, planteaba que la alternancia en las candidaturas al gobierno del estado fuera inmediata, es decir, en el 2030.
Esto fue modificado en su totalidad al incluir el transitorio que establece que será hasta el 2036 cuando aplique el principio de alternancia entre hombres y mujeres.
Sin este madruguete, era casi un hecho que en los próximos comicios locales en Puebla todos los partidos y sus coaliciones estarían obligados a postular a una mujer como su abanderada. Ahora sí, y por mandato.
¿A quién le están haciendo el favor los actuales diputados locales? ¿Edgar Garmendia consultó con el equipo del gobernador electo Alejandro Armenta, quien ha dejado claro que su sexenio será distinguido por el empoderamiento real de las mujeres, o se fue por la libre para beneficiar a alguien en específico?
¿No sería mejor que la LXII Legislatura, ya con Sheinbaum y Armenta en la presidencia y en la gubernatura, abordara este tema? Qué conste que son preguntas.
Digno final para una de las peores legislaturas en la historia de Puebla.