Iván Mercado
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Lo malo de la realidad es que buena o mala, tarde o temprano termina por imponerse a las mentiras, simulaciones, afirmaciones y cerrazón. La realidad suele ubicarnos en los contextos exactos de nuestras decisiones, de nuestros aciertos y de nuestros yerros.
Puedes intentar ganarle cuando la posición que guardas es temporalmente ventajosa a la del resto a quienes pretendes sorprender o en el extremo convencer de tu visión circunstancial, pero inevitablemente, la realidad dura, la de los datos confirmados, la de las evidencias expuestas, la de la razón colectiva, siempre, siempre te alcanza.
Recién se cumplieron los primeros 100 días de que se declaró el primer caso positivo de coronavirus en México y hoy, sabemos que los pronósticos oficiales del comportamiento de la pandemia están lejos de cumplirse, que la famosa “curva” de contagios no está ni domada, ni aplastada, ni nada que se le parezca.
Los datos oficiales arrojan para este lunes 8 de junio, más de 14 mil muertos, además de 114 mil contagios y un numero cercano a los 20 mil activos (últimos 14 días) en ésta que se supone sería la fase en la que los mexicanos estaríamos comenzando a ser partícipes y testigos de una “salida” ejemplar para el mundo.
La realidad se ha impuesto una vez más a los optimistas irresponsables y ésta penosamente no es cercana a los cálculos y resultados ofrecidos de manera insistente y entusiasta por el subsecretario federal de Prevención y Promoción a la Salud, Hugo López-Gatell.
López-Gatell se encuentra, hoy, entrampado en el complejo momento de ser para un segmento de la población, un referente inequívoco de la verdad científica, pero para otro sector (cada vez mayor) su metodología y su lógica para hacer frente a la peor pandemia que ha golpeado a los mexicanos en el último siglo, lo exhiben como un funcionario perdido entre la idolatría, los cálculos erróneos y una cifra ascendente de muertes.
No obstante, la posibilidad de errar ante una pandemia inédita para todo el mundo podría ser vista como una circunstancia lógica y hasta comprensible, sin embargo, Hugo LópezGatell es un personaje que tuvo la oportunidad de participar y aprender de sus errores cuando formó parte del equipo de la entonces Secretaría de Salud federal en 2009, fecha en la que la gripe A(H1N1) puso a México contra la pared.
Durante 2009 nuestro personaje se desempeñaba como director General Adjunto de la dependencia federal y fue separado precisamente por su insistencia en defender la misma teoría que hoy sostiene: NO hacer pruebas masivas a la población por significar un alto costo para el gobierno; en lugar de eso, se apostó por predecir los niveles de contagio con base en una “vigilancia” epidemiológica conocida como el modelo Centinela.
Hoy, ante la alta propagación del coronavirus, son cada vez menos los que confían en los pronósticos “certeros” del científico.
El insistente espaldarazo presidencial y la sobre exposición mediática de unas cuantas semanas lo posicionó como una especie de rock star, de sex simbol, o de “candidato natural” a cualquier posición; Sí, estamos ante un científico extraviado, capaz incluso de aceptar aparecer como portada de una revista social que lo presentaba como “El inesperado hombre del momento…”
Hoy, ese personaje destacado de la 4T comienza a descomponerse rápidamente, una vez más por esa realidad que termina por ubicarlo todo en su verdadero sitio.
DATOS DUROS
El primer caso oficial de coronavirus se registró el 17 de noviembre en China, para el 15 de diciembre ya existían reportes de 27 infectados y para los 15 días restantes, el mes y China cerraban el año con 266 casos positivos de este mal respiratorio. Está documentado que el 27 de diciembre, la intensivista Zhang Jixian habría alertado formalmente a las autoridades sanitarias de su país sobre el brote de una nueva enfermedad de rápida propagación y altos niveles de mortalidad al no haber respuesta positiva a los tratamientos disponibles. El mundo estaba advertido.
En México se declaró el primer caso de coronavirus el viernes 28 de febrero de 2020, un hombre de 35 años de edad, residente en la capital del país, quien habría viajado a Italia días antes; para ese momento ya habían pasado prácticamente tres meses de los primeros brotes en Asia, en China ya había decenas de miles de contagiados y esa república había tomado medidas extremas como cerrar ciudades enteras, levantar hospitales COVID para tratar de contener el brote, obligar a los ciudadanos al auto confinamiento y al uso obligatorio de mascarillas.
Aquí, las autoridades federales nos dijeron que la pandemia no nos haría nada a los mexicanos, los protocolos o definiciones operacionales fueron poco claras incluso para el sector médico, por lo tanto, la población abierta desde un inicio no tuvo claridad de la agresividad del nuevo virus.
Hoy, México reporta más de 14 mil muertos y las mismas autoridades que desestimaron la seriedad de la pandemia ya reconocen que hay “ineficiencias” en el recuento de víctimas mortales por el COVID-19, tras una semana atípica en la que se reportaron cifras récord en el recuento de muertes diarias, con hasta 1092 decesos en una sola jornada.
Hoy, y ante esa terca realidad que se impone, los mismos que hablaban de “no dejar de salir” y de la “fuerza moral del presidente” han comenzado a reconocer que “no se han logrado disminuir los contagios”, que “hay que quedarse en casa” que “estamos ante una pandemia muy dañina”, y que en la “CDMX y Tabasco no disminuyen los casos positivos”.
Al comienzo de la segunda semana de junio, la tan llevada y traída “curva” de contagios no muestra ningún signo e inclinación hacia una horizontal esperanzadora. No hay ninguna señal clara del efecto “campana” en la pandemia. No hay muestras serias de un cambio de color en el semáforo del coronavirus, ni tampoco indicios de la “nueva normalidad”.
Hoy, lo que se aprecia es el costo de una serie de mensajes erráticos en los que se llegó incluso a decretar el fin de la “sana distancia”.
Lo que se consigna a diario, es un muy elevado número de mexicanas y mexicanos que se mueven sin recato, sin protección, ni distancia estratégica en un país donde el mensaje fue hace apenas unos días que estábamos a puntos de salir adelante porque la pandemia estaba controlada.
Así es, tenemos una población expuesta y confundida o desinformada, donde la enfermedad avanza de manera acelerada en el número de contagiados oficiales y no contabilizados, estamos pues, en las calles, en el momento más crítico del virus; por ello, el Centro de Control y Prevención de Enfermedades de los Estados Unidos, ya predice con base en su modelo matemático que México será en breve, el país con mayor tasa de mortalidad por el coronavirus.
Si el pronóstico se cumple, será entonces cuando nuevamente la realidad se imponga con un muy elevado número de mexicanos muertos y cuando la versión de que “Hay muchas mentiras falsas…” cobre su mayor vigencia.
Finalmente, no importa si de por medio hay buenas intenciones, mentiras, promesas o incluso amenazas para alcanzar un fin, la necia realidad siempre nos alcanza, se impone y exhibe sin importar de que o de quien se trate.