Por: Adolfo Flores Fragoso / [email protected]
Nadie es indispensable
EL retorno de Eduardo Rivera Pérez a la presidencia municipal de Puebla, de alguna manera, atrae la recuperación de la seguridad pública y la estabilidad para el comercio organizado del Centro Histórico, según comentan los próximos beneficiados.
Ojalá así sea. Pese a su no muy agradable carisma (ni al caso mi comentario, pero es una realidad) y siempre apático a la poblanía cercana y tan local (por ser toluqueño), Lalo otorga cierta esperanza en La que será su segunda ronda al frente del municipio, a pesar de su equipo de regidores y asesores de dudosa procedencia, antecedentes y confiabilidad.
Pero ese, es otro tema. Al igual que Tony Gali y Luis Bank, Eduardo puso orden en la ciudad y en el comercio organizado cuando fue presidente de este municipio, confrontando esos terribles momentos de inestabilidad social provocados por Rafael Moreno Valle Rosas, un gobernador que hizo lo posible para aniquilarlo, política y personalmente hablando.
Hoy Lalo se perfila como una suerte de Rudy Giuliani de Puebla, ciudad tan manchada por el equipo de Claudia Rivera Vivanco. No por Claudia –hay que aclararlo–, sino por su gente tan abusiva y corrupta a más no poder y tan ajena a ella. Por esa razón perdió la reelección.
Limpiar la ciudad es el deber y salvación de Rivera Pérez. Cual Giuliani neoyorkino, Eduardo deberá sentarse con las “familias” que controlan el crimen organizado y “desorganizado” poblano, ponerlos en orden y, ante todo, que revelen a dónde fue a parar el dinero que otorgaron para “trabajar” en las calles durante el “claudismo”, a espalda de Claudia Rivera Vivanco, controlando y viviendo del ambulantaje, el narcomenudeo y la prostitución, con la cínica administración de los “administradores” de las cajas chicas de Claudia. Sin que ella lo supiera.
Lalo tendrá que hablarles fuerte a esas mafias y repartir territorios. Pero antes, investigar nombres y apellidos. Con nombres, apellidos y hasta prestanombres, vigentes. No hay de otra. Nadie es indispensable, y lo sabe Eduardo. Iniciar una administración en la que nadie es indispensable. Nadie. Y, ojalá, una administración más limpia que la de Claudia.