Historias de un joven reportero
Gerardo Ruiz
Muy pocas son las conclusiones que las dirigencias nacionales de los partidos Revolucionario Institucional y Acción Nacional tienen como parte del diagnóstico que los llevó a ser humillados y aplastados en las elecciones presidenciales del pasado 2 de junio.
La 4T no sólo los defenestró del poder, también los dejó sin juicio.
El presidente Andrés Manuel López Obrador siempre tuvo la razón: la oposición está y estará moralmente derrota.
Por los próximos seis años, el bloque opositor, prácticamente, será inexistente.
El PRD perdió el registro y desaparecerá, de forma oficial, en los próximos días; el PAN, elección tras elección, se desmorona y pierde representación en los estados y en el Congreso de la Unión; y el PRI se hundió como
la cuarta fuerza política en el país y está en camino a la extinción.
Los impresentables Marko Cortés y Alejandro Moreno aún no encuentran las placas del camión que les pasó por encima ni las razones por las que ahora están convertidos en dos simples parias que buscan exprimir las últimas gotas de aquellas vacas gordas que cogobernaron al país durante más de 70 años.
Dentro de las escasas certezas que tienen los panistas y los priístas a más de un mes de la escandalosa derrota en los comicios federales recién concluidos está la poca funcionalidad y rentabilidad de la alianza entre ambos partidos políticos, que hasta hace apenas un sexenio era inefable y hasta antinatural.
Montados en su soberbia y cegados por sus limitaciones intelectuales y políticas, Marko y Alito son incapaces de hacer un verdadero acto de introspección y un análisis profundo para encontrar las causas que los llevaron a dilapidar su votación.
Más allá de las hipótesis y las teorías simplistas como el rechazo de los electores a la alianza entre tricolor y blanquiazul.
Y es que, la derrota del 2 de junio no puede únicamente centrarse en que los mexicanos ya no quieren a la mafia del poder (AMLO dixit) del PRI y el PAN en el gobierno de la República.
El descalabro electoral y la profunda crisis por la que atraviesan el Revolucionario Institucional y Acción Nacional va más allá.
¿Qué llevó al PRI y al PAN a dinamitar sus votos en tan solo tres años, pues en las elecciones del 2021 el bloque opositor sí funcionó en las urnas y fue bien visto por los electores?
Para el presente proceso electoral, su alianza no cuajó y apenas logró meter a 42 diputados por la vía de la mayoría relativa.
De acuerdo con el INE, su pérdida de votos como coalición fue de más de 2 millones 700 mil votos en tres años.
El PRI perdió 2 millones 617 mil votos entre 2021 y 2024 en la elección de diputados federales, y el PRD perdió 437 mil votos en el mismo periodo.
Sólo el PAN obtuvo en 2024 más votos que en 2021 en la elección de diputados, al pasar de 8.9 a 9.2 millones, con una ganancia de 315 mil votos.
Sumados como coalición, PAN-PRI-PRD obtuvieron en 2021 más de 19.3 millones de votos en las elecciones intermedias, equivalentes a 39.5% de la votación nacional.
Ahora, los tres partidos de la oposición juntos suman 16.7 millones de votos, y representan el 30 por ciento.
Los datos son contundentes, pero tampoco pueden verse con la frialdad de los números.
Qué poca vergüenza tiene Néstor Camarillo, “el indígena falso” quien aún liderea al PRI en Puebla, al arremeter en contra del PAN y condenar la alianza fallida con este partido.
En solitario y Acción Nacional de aliado, Camarillo Medina hubiera hecho el ridículo y jamás habría accedido a un escaño en la Cámara alta.
Si alguien se vio beneficiado, tal vez sea el único, de la alianza entre PRI y PAN fue precisamente el muy confundido Néstor Camarillo.
¿Acaso alguien cree que el PRI puede sobrevivir en solitario sin que esté colgado a las faldas del PAN?
Limitar las conclusiones a que la alianza entre el PRI y el PAN no fue bien recibida sería casi igual a negar que ambos partidos no están siguiendo los pasos de su otrora aliado el PRD.
Sí, el amasiato entre priístas y panistas quedó oficialmente disuelto, pero tampoco se pueden cerrar ya el periodo de análisis de las causas que llevaron a la oposición a desdibujarse de tal manera en México.
Insisto, la oposición ya no sólo está moralmente derrotada, ahora es inexistente.
Y todo es a consecuencia de un sexenio perdido y lleno de pifias por parte del PAN y del PRI.
Provecho, señores.