Rubén Salazar/Director de Etellekt
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Creo con racionalidad, con mística y con optimismo que triunfará la Cuarta Transformación de México”. Con esas palabras el presidente finalizaba la lectura de su Cuarto Informe de Gobierno. Y, al menos aquí sí, las encuestas le dan la razón. El más reciente sondeo rumbo a 2024 del periódico Reforma, da una amplia ventaja a los dos aspirantes punteros de Morena, sin importar que la coalición PAN-PRI-PRD y Movimiento Ciudadano (MC) postulen o no a un candidato común.
Si MC decide llevar a la boleta al alcalde de Monterrey, Luis Donaldo Colosio Riojas, y la coalición PAN-PRI-PRD a sus “pesos pesados” (Margarita Zavala, Ricardo Anaya, Alfredo del Mazo Maza, el actor Eugenio Derbez, Enrique de la Madrid y Santiago Creel), los tres aspirantes del oficialismo se alzarían con el triunfo, algunos de manera más holgada que otros.
Respecto al segundo lugar, Claudia Sheinbaum Pardo, ganaría con una diferencia de entre 25 y 30 puntos porcentuales; le seguiría Marcelo Ebrard Casaubón, con un rango de 20 a 25 puntos de distancia; y al fondo, Adán Augusto López Hernández (3 a 5 puntos a favor). Si lo ponemos en perspectiva, AMLO ganó la elección presidencial de 2018 con 53.19% de los sufragios, casi 31 puntos porcentuales arriba de su más cercano perseguidor, el candidato de la coalición PAN, PRD, MC, Ricardo Anaya Cortés, quien obtuvo 22.27% de la votación.
Y si el panista cree que ha logrado reinventarse y aprendido algo de su aplastante derrota hace cuatro años en las urnas, su causa luce perdida, lo mismo la coalición opositora, si decide lanzarlo por segunda vez como su candidato a la presidencia, decisión que sólo contribuiría a precipitar su derrota. En los careos con Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard y Adán Augusto López, sólo entre 17 y 19% de las personas encuestadas se inclinan por Ricardo Anaya como presidente.
Así, con base en estas mediciones, de las tres opciones de Morena, el que tiene más probabilidades de ser derrotado, en caso de ser nominado por su partido o el dedazo presidencial, es el secretario de Gobernación. En contraparte, la candidata más competitiva de Morena es la jefa de Gobierno de Ciudad de México, con Marcelo Ebrard, pisándole los talones.
Lo que no debe tener contento al presidente, empecinado en blindar sus obras de infraestructura, transfiriéndolas al Ejército, para que no sean privatizadas, o al militarizar el mando de la Guardia Nacional, con el pretexto de evitar que se corrompa, no porque tema que la oposición recupere el poder y le dé marcha atrás a su legado, sino porque de sus tres corcholatas no está del todo seguro que Claudia Sheinbaum o Marcelo Ebrard le den continuidad a su proyecto.
Empezando porque difícilmente ambos piensan correr la misma suerte que su antecesor, defendiendo políticas sin pies ni cabeza, como la estrategia de abrazos no balazos, que se ha tornado impopular por los actos de violencia perpetrados por el crimen a negocios y automovilistas en estados convulsos del país en las semanas recientes, a la que 65% de los mexicanos considera que se debe cambiar (Encuesta El Financiero, septiembre 1, 2022).
Y sin duda, en lo relativo a la militarización de la Guardia Nacional y a que su mando quede supeditado a la Secretaría de la Defensa, una reforma que no comparte la jefa de Gobierno capitalina, aun cuando no lo haya externado públicamente, que en tareas de seguridad le ha llevado la contraria todo el tiempo a la federación, promoviendo el desarrollo policial y el combate a la delincuencia organizada mediante un intercambio fluido de inteligencia no solo con agencias de seguridad del gobierno federal, sino de Estados Unidos.
Por citar un ejemplo, en los asientos con voz y voto destinados a la sociedad civil en el Consejo de Honor y Justicia de la Secretaría de Seguridad Ciudadana de Ciudad de México, la dependencia seleccionó hace unos días a organizaciones que se han pronunciado en contra de la militarización de AMLO en diversos asuntos públicos, en especial, en la esfera de seguridad.
La oposición al presidente no se encuentra fuera, sino dentro de los gobiernos de Morena. Si los aspirantes de la coalición Va por México siguen en la lona, no faltará que sus líderes acusen a MC de fragmentar el voto. Pero aún si pueden convencer al partido naranja de sumarse a sus filas, no dejarán de ser liliputienses, frente a Sheinbaum o Ebrard.
En este escenario hipotético, con Luis Donaldo Colosio Riojas como candidato de una eventual alianza PAN-PRI-PRD-MC, literalmente sería arrollado por Claudia Sheinbaum y Marcelo Ebrard, quienes lo vencerían con una diferencia abismal de 28 y 12 puntos porcentuales de manera respectiva (Reforma, septiembre 2, 2022). Hasta ahora, la escasez de agua potable en Monterrey ha sido una loza mucho más pesada para Luis Donaldo Colosio Riojas que la trabe del Metro de la Línea 12, colapsada en la estación Olivos, para Sheinbaum o el propio canciller.
Pero con Adán Augusto, la historia sería completamente distinta. Colosio Riojas, como candidato de unidad de los opositores, lo vencería con 39% de las intenciones de voto; mientras que 29% apostarían por el secretario de Gobernación. Quizá por eso la hospitalidad que le extendieron los legisladores del frente opositor al titular de Gobernación, después de que éste les entregara el documento del cuarto Informe de Gobierno en San Lázaro, en donde hasta el líder nacional del PRI lo recibió con un abrazo, hablándole al oído.
Si los partidos opositores deciden presentar una candidatura común, junto con MC, serían competitivos sí y solo sí AMLO decide imponer a su tocayo de apellido, o si logran convencer a Marcelo Ebrard de representarlos, si al final termina desechado por Morena. Cualquier de estas dos condiciones podría llevar a los liliputienses al poder, lo que pondría la lupa de la justicia en AMLO, Sheinbaum y los suyos, siempre y cuando no eliminen la prisión preventiva oficiosa. El presidente tendrá que elegir, entre la continuidad de su sueño o su tranquilidad.