Por: Rubén Salazar/Director de Etellekt/ hawww.etellekt.com [email protected] @etellekt_cer
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Coahuila y el Estado de México son las únicos dos entidades que aún conserva el otrora todopoderoso PRI, a los que ha podido aislar de las alternancias políticas que iniciaron a nivel estatal en 1997. Una realidad que podría revertirse el próximo año, en caso de que las investigaciones contra el expresidente Enrique Peña Nieto y el líder nacional del PRI, Alejandro Moreno Cárdenas Alito, afecten la confianza del electorado en la alianza Va por México.
Así lo indica la última encuesta presentada por El Financiero, que ubica a la coalición Morena-PVEM-PT encabezando las preferencias electorales en Coahuila y el Estado de México, con el 46% de las intenciones de voto, por 44 y 38% de la alianza PAN-PRI-PRD, de manera respectiva. Si estos últimos tres partidos compitieran de forma individual, no tendrían oportunidad alguna de vencer a la alianza Morena-PVEM-PT, en ninguno de las dos elecciones (El Financiero, junio 22, 2022).
Datos que revelan la pérdida de confianza de la ciudadanía a los partidos opositores de Morena, que ven como única alternativa de subsistencia mantener su relación tóxica con el PRI.
Un partido cuyos liderazgos han simulado renovarse moralmente, que siguen arrastrando una marca indeleble de deshonestidad, acumulando un mayor desprestigio social, con el riesgo de generar una implosión en su alianza con el PAN y el PRD, lo que despejaría por completo el camino a Morena para sumar las dos gubernaturas a disputarse en 2023.
La más importante, la del Estado de México, la “joya de la corona”, no sólo por albergar el mayor número de votantes en la lista nominal de electores a nivel nacional, sino porque el gobierno estatal dispone de la partida presupuestal más alta del país (cerca de 325 mil millones de pesos en 2022), una mina de oro que puede definir elecciones.
De concretarse el triunfo de Morena en 2023, el partido fundado por López Obrador arribaría a la elección de 2024 gobernando 24 entidades, con la posibilidad de ensamblar una maquinaria electoral prácticamente invencible, comparable sólo con la del régimen priísta del siglo pasado. A los priístas del grupo Atlacomulco, al que pertenecen el actual gobernador Alfredo del Mazo Maza, sin olvidar a su hijo pródigo, Enrique Peña Nieto, apenas les ha caído el veinte de que ha llegado su turno de ser deglutidos por Morena, un proceso ineluctable definido por el presidente López Obrador, engolosinado con la idea de la restauración de un régimen de partido hegemónico, a lo que Peña Nieto contribuyó facilitándole su ascenso a la Presidencia (temeroso de entregar la estafeta al panista Ricardo Anaya, que amenazaba con refundirlo en la cárcel por corrupto), con la condición de garantizar su inmunidad en el presente sexenio.
Una capitulación que han replicado los gobernadores priístas de Hidalgo, Oaxaca, Sinaloa y Sonora, al no meter ni las manos para evitar que Morena les arrebatara las gubernaturas, recibiendo algunos, como premio de consolación, espacios en el servicio exterior mexicano, en lugar de exponerse al destino de Alito, al que investiga la Fiscalía General de la República. En Morena daban por descontado el triunfo en el Estado de México, no sólo por la ventaja en las encuestas, aseguraban que el gobernador mexiquense Alfredo del Mazo Maza mantendría la misma línea de sus homólogos de ceder incondicionalmente la plaza, negociando un puesto de embajador, hasta que Bernardo Barranco Villafán, un connotado simpatizante de Morena, descalificara el nombramiento de la nueva presidenta consejera del Instituto Electoral del Estado de México (IEEM), por un supuesto conflicto de interés, al estar casada con un funcionario del gobierno de Alfredo del Mazo. Designación que Barranco Villafán consideró una “señal de guerra”.
AMLO respondió de inmediato al desafío del Grupo Atlacomulco, al informar en su mañanera del jueves, en voz del titular de la Unidad de Inteligencia Financiera, Pablo Gómez Álvarez, una histórica denuncia contra el expresidente Enrique Peña, por presunto delito de lavado de dinero, remitida a la Fiscalía General de la República.
La advertencia a Peña Nieto es clara, si difunde más videos que involucren a familiares o colaboradores de AMLO, en actos presuntamente ilegales para dañar la imagen de su movimiento, con el propósito de disputarle la gubernatura del Estado de México, él y su familia enfrentarán todo el peso del aparato judicial del Estado. Al hacer públicas las carpetas de investigación contra Peña Nieto y Alito (la de este último, el viernes en la cuenta oficial de twitter del Gobierno de México), el presidente envía la señal de que no claudicará en la elección del Estado de México, ni en sacar adelante sus iniciativas de reforma constitucional en materia electoral (que plantea la desaparición de los Organismos Públicos Electorales de los estados, como el IEEM) y de Guardia Nacional (destinada a transferir su mando al Ejército).
Antes de recurrir a esa videoteca, Peña Nieto tiene un as bajo la manga: el cierre parcial de la Línea 1 del Metro, por labores de mantenimiento, durante ocho meses, ordenado por la jefa de Gobierno de Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, curiosamente a un año de los comicios, una decisión que afectará a millones de habitantes de la zona oriente del territorio mexiquense (bastión de Morena), que emplean ese medio de transporte para llegar a sus trabajos y escuelas a la capital del país, lo que podría condensar un voto de castigo a Morena y a su posible candidata a la gubernatura, Delfina Gómez.
Como se ha expuesto con anterioridad en esta columna, Claudia Sheinbaum integró en la Agencia Digital de Ciudad de México de su gobierno a exfuncionarios peñistas, que trabajaron bajo el mando de Alejandra Lagunes, excoordinadora de Estrategia Digital con Peña Nieto, con la encomienda de impulsar su candidatura presidencial (saboteando la candidatura de unidad de Va por México a la Presidencia), a cambio de que la jefa de Gobierno les entregue el gobierno de Ciudad de México en 2024 y, por lo visto, del Estado de México en 2023.
“Si le das una galletita a un ratón… te pedirá un vaso de leche”. Es una frase memorable de un famoso cuento infantil, de la escritora estadounidense Laura Numeroff, una fábula en la que el ratón abusaba de la bondad del niño que le regalaba una galleta, haciéndose dependiente de su benefactor, para cubrir todas sus necesidades, sin necesidad de trabajar.
Como el personaje del roedor, Enrique Peña quiso pedirle a López Obrador, además de no pisar la cárcel, que le permitiera retener su cueva de Alí Babá. De colmarle la paciencia al presidente, es probable que le den su galletita a Peña Nieto, pero al interior de un calabozo.
El presidente López Obrador debe entender que si le das impunidad a Peña Nieto… te pedirá el Estado de México.