Parece estar lejos 2024, pero en el ámbito político está a la vuelta de la esquina, luego que en forma por demás inédita –a dos años de los comicios– se ha puesto en marcha el proceso de sucesión.
Así ocurre por lo menos en el ámbito del partido en el poder, tanto a nivel nacional en la puja por la silla de Palacio Nacional, como localmente en la contienda interna para llegar a Casa Aguayo.
El caso de Puebla es singular, porque una jugada de ajedrez del gobernador Miguel Barbosa precipitó el proceso para designar al candidato de su partido que buscará sucederlo.
Todo ocurrió apenas en el transcurso de la semana que concluye. A la convocatoria para que se manifestaran públicamente quienes tuvieran interés de participar se sumaron seis, y la lista podría crecer durante los días subsecuentes.
En este orden, han ido levantando la mano el líder del Congreso local Sergio Salomón Céspedes Peregrina; el senador Alejandro Armenta, quien de modo prematuro ya se movilizaba; el secretario del Trabajo, Gabriel Biestro Medinilla; el titular de la SEP, Melitón Lozano Pérez; y, en la víspera, la secretaria de Economía, Olivia Salomón Vivaldo.
Al menos por ahora, el secretario de Salud, José Antonio Martínez, cuyo perfil luce demasiado atractivo, se dijo ocupado en la quinta ola de COVID-19 y en las tareas propias de su cargo, pero en definitiva no se le puede descartar.
A la expectativa permanece el Presidente del Tribunal de Justicia, Héctor Sánchez Sánchez, y se habla también de una eventual pronunciación de la secretaria del Bienestar, Lizeth Sánchez García.
Hay otros morenistas empeñados en el mismo objetivo, pero sus circunstancias personales los obligan a transitar por carriles distintos. Es el caso del diputado federal Ignacio Mier Velasco y la exalcaldesa de Puebla, Claudia Rivera Vivanco.
Por su lejanía con el gobernador, ambos habrían pactado como blindaje apoyarse de manera mutua, colusión por demás perversa cuando apenas eran rudos rivales, lo que acredita que en la guerra se vale todo.
Respecto a las acusaciones penales en su contra, este viernes Mier Velasco diría que son asuntos de “grilla local” y que eso “ni me aflige ni me afloja”, incluso señaló que sería a finales de este mes o principios de agosto cuando haga pública su decisión de buscar la gubernatura. Y en el caso de Claudia Rivera hay por ahora silencio absoluto, pero de ella todo se puede esperar.
Así, con los reflectores encima y puestos la mayoría en el tablero, por mientras será interesante saber cuál será el comportamiento público de cada uno de los aspirantes, sin descartarse la posibilidad de ataques y descalificaciones, abiertos o velados. El fuego amigo es parte de la política y a ese riesgo se expone el que se asome en este entorno de tanta antelación.
Eso sí, todos ellos deberán tener cuidado extremo frente una legislación electoral por demás ambigua y a veces hasta absurda. El hilo es muy delgado en la materia y las acusaciones por posibles actos anticipados de campaña estarán al orden del día.
Ya este viernes ocurrió la primera, promovida por un personaje obscuro (Vladimir Luna Ronquillo) ante el Instituto Electoral del Estado, en contra de Gabriel Biestro. Ya vendrán muchas más.
Con tan temprana exposición habrá también suficiente tiempo para el mejor análisis y un buen posicionamiento de los contendientes. La suma de fortalezas y debilidades irá colocando a cada quien en su lugar.
Por lo pronto, en un primer vistazo, destaca entre quienes ya levantaron la mano la presencia de Olivia Salomón, por su condición de ser la única mujer y, en estricto rigor, quien posee un valioso perfil ciudadano, por encima del resto que se identifica a plenitud con la clase política tradicional.
El de ella es un caso excepcional. Se trata de una mujer preparada, inteligente, sin prejuicios y que ha acreditado capacidad en su debut en el servicio público, además de estar claramente en el ánimo del gobernador.
Por otra parte, resalta que entre los enlistados hay dos que provienen del PRI: Armenta y Céspedes Peregrina; uno siempre ha figurado en la izquierda: Lozano Pérez; y un último es producto neto del lópez-obradorismo y del movimiento de la 4T: Biestro Medinilla.
Todas esas condiciones, a favor o contra, se ponderarán en su momento.
Ahora falta que otras figuras de otros niveles puedan pronunciarse para los distintos cargos públicos que estarán en juego: alcaldías –en especial la de Puebla y sus municipios conurbados– y las diputaciones.
Todo este juego político le favorece a Morena y al mandatario Miguel Barbosa, que tomó el control del proceso selectivo y generó al mismo tiempo condiciones de equidad y respecto a quienes desde hace tiempo habían emprendido la carrera, sin esperar el disparo de salida.
Tal decisión incide también en el proceso interno morenista, mediante el cual se renovarán los puestos directivos con cartas marcadas, primero para la actualización del padrón, luego a la designación de consejeros y finalmente la de altos mandos.
Para esa compleja circunstancia, el gobernador retomó los hilos y los habrá de mover como mejor le convenga con amplio margen de maniobra. Será, literalmente, el líder político de su partido en el muy compleja proceso electoral que se avecina.
Es innegable entonces que acelerar el destape de aspirantes fue una jugada de tres bandas, pues además se alcanzó un objetivo adicional: descontrolar a los enemigos del mismo bando y también a los de afuera, que aún con sus debilidades no dejan de representar un riesgo.
En consecuencia, en tono de desconcierto, algunos panistas han declarado que no son tiempos para hablar de la sucesión en Puebla. Y queriéndose deslindar de este juego anticipado, el alcalde de Puebla, Eduardo Rivera, debió apuntar que por ahora está en lo suyo.
“No llevo prisa, no como ansias, no estoy preocupado y cuando se acerquen las fechas daré un pronunciamiento con relación a mi persona y mi participación”, se exculparía.
En respuesta, el mismo gobernador señaló que nadie es tan ingenuo en pensar que el alcalde no busca la gubernatura, porque lo hace desde el primer día de su gobierno.
Para el PRI fue demasiado turbante. Su novel dirigente Néstor Camarillo apenas atinó a decir que ellos también tienen figuras para competir. Mencionó a dos: Blanca Alcalá y Estefan Chidiac, por supuesto, sin descartarse a sí mismo.
A final de cuentas, el avispero político se alborotó en Puebla de manera anticipada. Será el tiempo el que determine si fue una buena decisión y para ello no habrá que esperar mucho porque, en definitiva, 2024 está tan lejos, pero tan cerca también.