Notas para una defensa de emergencia
Silvino Vergara Nava / correo: [email protected] web: parmenasradio.org
Si no existe Dios, todo está permitido
Fiodor Dostoievsky
Desde luego que no es una comparación, ni mucho menos considerar que la ausencia de Dios, es lo mismo que la ausencia de una simple corbata de las que se han dejado de usar últimamente.
Corbata, es aquel utensilio para los caballeros que se decía que, se trataba del único adorno de los hombres; se insiste, no es comparación, es simplemente un ensayo para demostrar que en el caso de la sentencia: “Si no existe Dios, todo está permitido” del escritor Fiodor Dostoievsky en el siglo XIX (1821-1881), representó entender que la ausencia de Dios, es perder la valoración entre el bien y el mal, entre lo justo y lo injusto, entre hacer lo apropiado y lo que resulta inapropiado. Porque, de no existir Dios, no hay quien califique nuestros actos, nuestros comportamientos, por ello, contamos con la libertad plena, como seres humanos, de hacer lo que se nos viene en gana, para bien, o para mal, eso es lo de menos, ya no hay ante quien responder de nuestros propios actos.
La corbata, el uso de ella, era muy común que demostrara la formalidad, sobre todo de las personas que la portaban y como consecuencia; de sus actividades, sustentadas en una relación de respeto, ya sea con clientes, con y entre autoridades, así como en los negocios, es más, se generalizó el uso de la corbata, llegó un momento que, no era solamente su uso para personas de clase alta o algo por el estilo, sino que se convirtió en el uniforme de muchas actividades, tal es el caso de los contadores, administradores, economistas, profesores, periodistas, desde luego, los funcionarios públicos, es más en este caso, se veían por la población con el respeto y el reconocimiento que se merecían, incluso hasta llegar a la admiración.
En el campo del derecho, era casi obligado el portar corbata por los jueces y quienes forman parte de esas instituciones, como son los juzgados y tribunales, lo mismo sucedía con los abogados litigantes, e incluso, hasta los propios practicantes y pasantes que acudían a esos recintos de impartición de justicia. La corbata era más que una simple prenda, era un símbolo para demostrar buenas formas, buen trato, formalidad, cortesía, seriedad, y desde luego, respeto de quien la portaba.
Por ello es que, en algunos espacios de trabajo se llegó a utilizar como una especia de uniforme, como es el caso de un restaurante en donde a los meseros se les obligaba a hacer uso de dicha prenda, lo mismo que en cualquier recepción de un hotel, ya sin distinguir si ese era de primera o segunda categoría, de cinco estrellas o un hotel modesto, como que se generalizó que se trataba de la mejor forma de dar la bienvenida a los huéspedes.
Debido a que, se hizo uso mayor a la corbata, resulta que se permitió la comercialización de todo tipo de corbatas, desde las más económicas, hasta las de seda y con las iniciales de quien la portaba. Incluso, llegó al extremo de ponerse en el mercado corbatas que ya no requerían hacer el nudo, sino que se vendían con el nudo preparado con un “ganchito” para inmediatamente hacer uso de esa corbata. En resumen, era símbolo de seriedad y respeto.
A partir de unos años a la fecha, pareciera que el uso de la corbata se ha ido abandonando, ya antes de la pandemia había muchos profesionistas, ejecutivos, funcionaros del gobierno que de plano la retiraron de sus vestuarios, no era necesario más hacer uso de estas. Pero, después vino la pandemia, y entonces, se llegó a sostener que no era recomendable utilizar la corbata, porque podía ser el vehiculo que transmitiera la enfermedad. Y fue precisamente a partir de esos momentos, que vimos con sorpresa que se iba perdiendo el uso de la corbata, una moda que consiste en que nadie la use, por lo que, se ha quedado excepcionalmente para muy pocos, o bien para los “antiguos”.
Y precisamente, si la corbata permitía en la relación que se presentaba entre las personas la seriedad, respeto y formalidad, es un paso más de la pérdida en estos tiempos de valores, no es lo mismo ver a un servido publico y sobre todo a un juez o magistrado con corbata, o bien, a un profesionistas con corbata, incluso a un profesor, que con una vestimenta sin ella. De entrada, se pierde la formalidad, se entra a la confianza de perderse el respeto con esa persona, y si se pierde el respeto con esa persona, entonces se pierde todo, pudiera sentenciarse lapidariamente que sin corbata que portar, en las relaciones formales: “todo está permitido”.