Felipe Sandoval Ig: @felipe.s.sandoval Fb: @FelipeSandovaldelaF Tw: @felipesandoval Linkedin: Felipe Sandoval Spotify: Y tú, ¿Qué estás haciendo? Apple Podcast: Y tú, ¿Qué estás haciendo?
De todos los siguientes escenarios puedo apostar que, mínimo, te ha pasado uno. Resulta que tienes una idea millonaria, ya bastante desarrollada, estás armando tu plan de negocios, y se la compartes en el momento incorrecto a la persona menos adecuada. ¡Pum!, adiós idea millonaria.
O ese secreto industrial salió a la luz y no sabes por dónde se fugó. O se va uno de tus colaboradores y de paso se llevó tu cartera de clientes. Pirateo de talento, robo de bases de datos, patentes, marcas… “Pequeños” delitos que en la mayoría de las veces sólo son castigados con enojo, frustración y tragos amargos.
Si te ha pasado o temes que te pase, te recomiendo que comiences por analizar tu equipo de trabajo. ¿Cómo es tu relación con estas personas? En el trabajo, como en el matrimonio, la confianza es la base de todo. Debemos predicar con el ejemplo y hacer de ella una confianza mutua.
Con confianza, hacer ver a nuestros colaboradores sus obligaciones para con la empresa: la confidencialidad de los activos de la misma o el no actuar en competencia. Papelito habla. El contrato de trabajo es tu mejor defensa para proteger los activos de tu negocio, y más si eres de los que prefiere no quedarse sólo con el enojo y, en cambio, proceder en materia legal. Te recomiendo siempre contar con una cláusula expresa para evitar que antiguos colaboradores actúen de mala fe una vez que dejen tu empresa. Colaboradores felices.
Esta felicidad es un ganar-ganar. Primero, porque un colaborador feliz con sus obligaciones, horarios de trabajo, sueldo, jefe… difícilmente se quejará a la hora de los bomberazos, y es altamente probable que haga una larga carrera en tu empresa. Para ti, según Forbes, el tener empleados felices y comprometidos significa facturar hasta tres veces más que aquellos que viven por la calle de la amargura.
Ponte en sus zapatos. Hoy más que nunca, cuando la pandemia nos cayó como avalancha de actividades dentro de la casa, sensibilízate con tu equipo de trabajo. Observa sus necesidades, reacciones, alzas y bajas de productividad. Aprovecha todas las ocasiones que surjan a diario para ir reforzando el músculo de la empatía.
Siempre escuchamos que la mejor manera de prevenir delitos es fomentar valores desde la familia, desde casa. Pues bien, el trabajo siempre es y será un segundo hogar. Fomentemos la lealtad y la honestidad. Seamos empresas donde todo el mundo quiera trabajar. No necesitas de aceitaditas ni módicas comisiones ni mordidas. Seamos ejemplo de nuestros actuales colaboradores y de los que estén por llegar.
Y, por último –pero no menos importante– conservemos nuestro talento humano; valoremos las habilidades y experiencia que cada uno de nuestros empleados posee. Si tienes a un Lionel Messi y lo tratas como uno más, seguro va a encontrar una organización donde lo traten diferente. Y reza porque en su cajita no se vaya “sin querer” ese nuevo proyecto que tienes en el horno.