Jorge Alberto Calles Santillana
“El panorama electoral del próximo año es incierto”, afirma sin sombra de duda –más de una vez– Víctor Reynoso Angulo, doctor en Sociología por El Colegio de México, especialista en temas políticos, con una larga historia de análisis electorales y sobre el Partido Acción Nacional y una vez consejero, aquí en Puebla, de lo que en su momento fue Instituto Federal Electoral.
No es enfática la expresión, es más bien cauta, reflejo de su personalidad.
Reconoce que el sorpresivo pronunciamiento de Xóchitl Gálvez le ha impregnado una dinámica diferente al proceso de precampañas.
“No queda duda que la ley electoral ha sido violada” afirmaría también en otro momento, con la misma tónica: palabras cautas, pronunciadas no inmediatamente después de hecha la pregunta, sino luego de una pausa, espacio claro de reflexión.
Admite que esta presencia contribuye, pero no es causa única de la incertidumbre. Hay otros factores, señala, con lo que deja claro que el proceso, como todo hecho social, es complejo y resultado de varias tendencias, muchas de las cuales no son directamente perceptibles.
Refiere, en primer lugar, estadísticas. En todos los procesos electorales que han tenido lugar en estos cinco años, la oposición ha obtenido casi tantos votos como Morena.
“No se ha repetido el escenario de 2018”, dice, “Morena no ha estado arrasando”.
Éste es un dato que merece especial atención, señala en una plática que sostuvimos en su cubículo en las instalaciones de la Universidad de las Américas-Puebla, a cuyo claustro pertenece, adscrito al departamento de Relaciones Internacionales y Ciencias Políticas.
Limpieza y silencio privan alrededor. Es verano; la actividad académica se reduce significativamente.
Reynoso me recibe en su espacio, limpio y bien iluminado; todo en su sitio. No tiene dificultad en hallar un libro, del cual extrae una frase que cita porque viene a cuento con una de sus afirmaciones.
Destaca otro factor: circunstancias del proceso y características de los candidatos; juntos contribuyen a la percepción de incertidumbre. “López Obrador no será ahora candidato; el carisma no se transfiere”, dice con la calma que lo caracteriza, que flota en ese su ambiente y que termina por transmitir.
Por más que Claudia Sheinbaum haga esfuerzos por parecerse a Andrés Manuel –señala esta vez, sí, con una sonrisa sarcástica en sus labios– la mimetización no es capitalizable. Claudia no es Andrés Manuel.
Agrega, además, que hay que tomar con cautela los altos niveles de aprobación del presidente. Con diferencias mínimas a su favor, dice, no son muy diferentes a los que en sus quintos años de gobierno alcanzaron Ernesto Zedillo, Vicente Fox y Felipe Calderón, no así Peña Nieto.
Por si fuera poco, la gente responde positivamente cuando se le pregunta sobre la persona del presidente, por lo que su aprobación es alta; pero, cuando pide opinión sobre asuntos o políticas particulares, la aprobación cae y los niveles de desaprobación crecen.
No obstante, admite que, muy probablemente, éste será un proceso diferente a los anteriores a los que hemos tenido bajo el control del instituto electoral porque es posible que López Obrador se haga presente apoyando a sus candidatos.
Le planteo que esto podría favorecer a los candidatos de Morena e incrementar las probabilidades de que su partido consiga la mayoría calificada, que sería quizás, un objetivo para él tan importante como el de retener la Presidencia.
Sin embargo, dice, es poco probable que esta mayoría sea alcanzada, a menos que “exista mano negra; si no se da la mano negra, no va a ocurrir”. Pero si sucede, “estaremos en serios peligros”, afirma con un gesto que no deja duda de su convicción. Podría concretarse el “plan C” y eso “resulta preocupante”.
Hay elementos para pensar que podría ocurrir. Cita el trabajo de Héctor de Mauleón en Nexos de agosto del año pasado, en el cual ilustra la intervención del crimen organizado en las elecciones del 2021: las bandas apoyaron elecciones en municipios y estados que ganó Morena.
“Nadie ha desmentido esa información”, señala con evidente preocupación. Si el crimen organizado tiene participación en el proceso electoral del año próximo podríamos llegar a tener un Congreso compuesto por narcodiputados. “Que Dios nos agarre confesados”. Mantiene, no obstante, la creencia de que esto no acontecerá.
Es posible que haya permisividad por parte del instituto, insisto.
“Es posible”, reconoce.
No parece perder la calma. Soy yo quien introduce intensidad.
“Pero eso dependerá de cómo actúe la oposición”. Me da por mi lado. Conoce mi afición por el futbol, por lo que recurre a la jerga propia: “si al equipo oficial, compuesto por once, lo enfrenta el otro equipo con once, de calidad y con decisión, las probabilidades de que haya mano negra se reducirán. Si, por el contrario, no se suman todos y no le echan ganas, quedará la cancha abierta”.
Me cuesta trabajo entender su optimismo. Le cuestiono su confianza en la acción de los actores. Desde la salida de Lorenzo Córdova, le digo con énfasis, el INE parece desaparecido. Le pregunto, entonces, si están violando la ley electoral los aspirantes morenistas (la entrevista ocurrió días antes de que los aspirantes aliancistas se animaran también a mostrarse al ojo público). Es entonces cuando responde, también sin inmutarse, que sí, que la ley ha sido violada.
—¿Qué pasa con el INE? ¿Por qué tanta pasividad? ¿Por qué en la comisión de controversias no se aprobó la propuesta de exigir a Morena detener el proceso?
—El instituto está debilitado. No hay duda, los consejeros están aplicando sus simpatías políticas. En el INE, Morena tiene mayoría; no en el Tribunal, pero sí cuenta con una presencia importante. Pero también puede haber otra razón: es difícil pararse frente al tren. Se necesita mucho carácter para enfrentar la presión que viene desde la Presidencia, enfrentar a un presidente que afirma una y otra vez : “No me vengan con que la ley es la ley”. Puedes tener carácter y pararte frente al tren, pero sabes que te va a pasar por encima. No es fácil. La presión está en todos lados. En Veracruz, una jueza fue encarcelada porque sus decisiones no le gustaron al gobernador. El presidente ha defendido al gobernador, no a la jueza.
Pero es insistente: “Todo depende de los jugadores. Si la oposición es fuerte y deja atrás temores estará en condiciones de modificar la actitud del árbitro”.
Si el árbitro no lleva a cabo su función de manera cabal, sostiene, prevalece el juego sucio. Habrá patadas y se abre la posibilidad a un triunfo ilegítimo.
Insiste: si la alianza opositora se enfoca y pone toda su atención en el juego limpio podrá presionar al árbitro y modificar sus conductas. Si esto le permite conseguir que la próxima legislatura esté equilibrada, se incrementarán las probabilidades de hacer cambiar de actitud al árbitro.
Se refiere en buenos términos a la Guadalupe Taddei, la nueva presidente del instituto. No es, sostiene, una mujer improvisada. Fue consejera presidente del Instituto Estatal Electoral de Sonora en el que hizo un buen papel. Tiene, además, una trayectoria interesante. Tiene la creencia, por tanto, que actuará con apego a los requerimientos del cargo.
LOS CANDIDATOS, EL DEDAZO
Esto conduce a hablar de las y los aspirantes.
Xóchitl, dice, le ha cambiado la cara a la oposición. Hasta antes de ella, expresa, uno tenía la inquietud de si la oposición presentaría buenos candidatos.
PRI, PAN, PRD y Movimiento Ciudadano daban la impresión de llevarla tranquila, de estar conformes con administrar sus derrotas. No parecía que tuvieran intenciones de competir.
Pregunta inevitable: ¿por qué? ¿Temor? ¿Los líderes tienen colas que les pisen? Es muy posible, responde. “Bueno, de Alito, es más que posible”, ríe de nuevo. Pero no todos, señala. Reconoce que hay muchos políticos “echados pa’ delante” que no parecen estar temerosos de nada.
Destaca a Xóchitl Gálvez.
“Hace un tiempo conversé con un líder mixteco que me dijo que el gobierno que había hecho más por los indígenas había sido el de Fox. ¡Pero, ¿cómo?! No creo que Fox supiera que existían indígenas. Me respondió: no fue Fox. Fue Xóchitl Gálvez. Se metió en serio con nuestras comunidades y echó a andar programas que nos resultaron útiles”.
Xóchitl es una mujer echada pa’delante, equilibrada y podría evitar la profundización de la polarización y tal vez se preocuparía más por unir.
La compara con Lily Téllez. Lily “es el espejo de López Obrador”. Contribuiría a la división ya creaa.
Xóchitl, tiene, además, la capacidad de llegarle a la gente marginada. Tiene a su favor ser mujer y no acercarse siquiera al “estereotipo fifí”.
Según él, Enrique de la Madrid tiene varios puntos a su favor: ya fue secretario de estado, de Turismo, e “hizo bastante buen papel”. Propuso legalizar la mariguana en las zonas turísticas. “No es fácil hacer un planteamiento de ese tipo. Se requiere visión y carácter”, afirma. Es un hombre preparado, elocuente, goza de buena reputación y se ha ocupado de construir su candidatura desde hace un tiempo. No le favorecen, dice, ser hijo de un expresidente priísta ni pertenecer al grupo de políticos más cercanos al perfil europeo, lo que le dificultará, “en estos momentos de tan marcada polarización”, acercarse a los grupos marginados, con los cuales una persona como Xóchitl no tiene problemas de conexión.
Afirma que, de entre todos los discursos que manejan los aspirantes, el de De la Madrid es el más claro.
“Estamos hablando de perfiles para la candidatura”. Eso es una cosa, otra el perfil para la Presidencia. ¿Quién sería mejor? se pregunta; “no lo sabemos, es difícil saberlo”, se responde.
Al ocuparse del oficialismo, sólo habla de Claudia y Marcelo. Dice que no está claro que Claudia resulte beneficiada con las encuestas, aunque reconoce que ha recibido buenas evaluaciones en la Ciudad de México y que es ampliamente conocida.
“No sabemos, sin embargo, si sería una buena presidente”. Como candidata, dice, luce acartonada; habla sin convicción.
“No es ella; trata de copiar a López Obrador, pero termina siendo una muy mala copia”.
Vivimos –advierte– en un país profundamente prejuicioso. Claudia es mujer y es judía. Actitudes machistas podrían actuar en su contra.
Según él, Marcelo tiene una mayor trayectoria política y mayores recursos.
No obstante, es muy probable que Claudia sea la candidata, “Habrá dedazo”, afirma. La vieja práctica se repetirá no sólo por tradición, dice, sino porque la encuesta es un instrumento que le abre la puerta. “La encuesta no deja de ser problemática; ¿cómo decides? ¿Sobre qué criterios? Cuando se aplicó la encuesta aquí en Puebla, Barbosa esa más conocido que Cárdenas; pero también recibió más comentarios negativos. ¿Entonces?” Habrá dedazo a menos que ocurra algo inusual, como alguna muerte o un escándalo que la inhabilite.
—¿Marcelo no resultaría un candidato más conveniente a los intereses norteamericanos? ¿No hay presiones por parte de sectores políticos de los Estados Unidos?
—Estados Unidos tiene fuertes intereses en que el proceso mexicano no termine siendo como el de Venezuela. Un porcentaje alto de venezolanos ha emigrado. Si México se empezara a parecer a Venezuela, la migración hacia el norte se incrementaría significativamente y eso resultaría un problema difícil de atender para el gobierno estadounidense. No creo que EU apueste por un candidato. Si percibiera que el proceso no transcurre de manera muy transparente o se trata de imponer a alguien podría recurrir a otras formas de presión: información sensible que le haga ruido a López Obrador, por ejemplo.
—¿Sobre los hijos?
—Es una posibilidad, sí.
Le pido que cierre la plática. Lo hace con la misma calma con la que conversó todo el tiempo, pero esta vez es contundente y, por primera vez, enfático: “En México debemos apostar por las instituciones, no por las personas. Este gobierno ha destruido instituciones. Debemos reconstruir instituciones y crear más, sin olvidar que a las instituciones las manejan personas. Requerimos, así, además de las instituciones, personas capaces y calificadas para administrarlas”.