Marco Antonio Martínez Salvador tiene linaje de deportista por lo que desde los cinco años comenzó a correr, ya que buena parte de su familia se dedica al atletismo, entre ellos su tío Juan Salvador, ganador de maratones a nivel internacional.
Lo que empezó como un juego para él se convirtió en la vía para sustentar a su esposa y su hija, teniendo un debut de ensueño en los 42.195 kilómetros al terminar en el tercer lugar del Maratón de Puebla en 2016.
Pero ante la suspensión de prácticamente todas las carreras debido a la pandemia, su faceta como fondista está en stand by y, aunque cuenta con la Licenciatura en Ciencias de la Comunicación, ha encontrado en la albañilería su forma de seguir generando ingresos para su familia.
CORREDOR POR HERENCIA
Nacido en Puebla, pero que prácticamente ha estado toda su vida en San Pablo del Monte, Tlaxcala, platicó con Crónica Puebla sobre sus inicios en el atletismo.
“Soy originario de Puebla, pero por problemas familiares nos venimos a San Pablo del Monte y aquí he estado.
Tengo una familia que es deportista de décadas, desde los abuelos, los tíos, siempre nos han inculcado el atletismo. El grupo en el que estoy es Club Gacelas que tiene más de 50 años de existencia”, dijo.
El atletismo llegó a su familia desde la década de los sesenta cuando sus abuelos comenzaron a practicarlo, aunque quien puso el apellido Salvador en lo más alto fue su tío Juan, quien en los años 90 ganó maratones nacionales, como el de Ciudad de México, y del extranjero, como el de Los Ángeles y el de La Habana.
“Mi mamá se separó de mi papá y no se pudo hacer cargo de mí, entonces me encargó con mi abuelita, quien igual no se pudo hacer cargo y me llevó con mis tíos y como ellos hacían deporte pues así inició mi gusto. Somos una familia grande, son nueve tíos y todos sus hijos empezaron a correr, entonces formamos un grupo entre primos como parte del Club Gacelas, que lo creó mi abuelo y ahora pertenece a mi entrenador Juan Salvador, que es un deportista reconocido tanto a nivel estatal, nacional e internacional”, apuntó.
PARTICIPÓ EN CUATRO OLIMPIADAS NACIONALES
A los cinco años, sus tíos le enseñaron todo lo básico para comenzar a correr y esta actividad la mantuvo como una forma de distraerse hasta que a los 15 años se convirtió en algo más.
“Empecé a los cinco años en un grupo como de 50 niños, pero de todos ellos solo se convirtieron en corredores unos cuatro. Mis tíos empíricamente nos daban sus conocimientos y nos ayudaban a correr hasta que se nos hizo un hábito, un gusto y una profesión. Como mi mamá trabajaba todo el día, yo lo tomé como una distracción, pero ya en la secundaria lo veía como una obligación hasta que a los 15 años retomé el gusto por las ganas de participar en la Olimpiada Nacional”, recordó.
Fue en la Olimpiada de Guadalajara en el 2010 su debut en una competencia importante y lo hizo en la distancia de tres mil metros metiéndose hasta la final.
“En la secundaria ya tomaba el atletismo muy obligado, pero en el bachiller se abre la oportunidad de las Olimpiadas Nacionales y me empezó a llamar la atención porque mi primo había participado y me contaba las vivencias que me hicieron emocionar, entonces retomé mis entrenamientos ya para prepararme en serio y fue en Guadalajara donde tuve un debut de ensueño, competí en juvenil menor en tres mil metros y a una vuelta de terminar en la final iba en segundo lugar, pero era inexperto y en el remate me rebasaron todos y me mandaron al octavo lugar, pero para mí fue un logro importante quedar octavo en mi primera nacional, metí marca de 9:08 minutos”, explicó.
Ya motivado, siguió su camino como trotador en diferentes distancias y modalidades, pues hasta 2014 cada año participó en lo que ahora se conoce como los Juegos Conade.
“Seguí asistiendo a olimpiadas, mi siguiente año fui a Mérida, luego Puebla y por último a Monterrey. Corría mucho el dos mil y tres mil metros con obstáculos, también cinco o 10 kilómetros planos, y mi mejor posición fue un cuarto lugar en Monterrey en los tres mil con obstáculos”, señaló.
DEBUT DE ENSUEÑO EN EL MARATÓN
El momento clave en su vida se dio en el 2015, año en el que además de titularse como licenciado en Ciencias de la Comunicación, nació su hija, por lo que tuvo que hacer a un lado el deporte competitivo para dedicarse al recreativo.
“Para 2015 todavía podía participar en mi última olimpiada, pero todo cambió ese año porque era lo más pesado de la universidad, estaba por titularme y mi pareja estaba embarazada, entonces perdí ese año porque me puse a correr carreras de calle para poder ganar los premios y comenzar a sostener a mi familia”, indicó.
La obligación como padre lo llevó a transformar su perspectiva sobre el atletismo viéndolo ahora como una forma de generar recursos por lo que para 2016 retomó su preparación para correr fondo y como meta se puso el Maratón de Mérida.
Ya en su etapa final de preparación rumbo a Mérida, en donde su objetivo era el podio para poder cobrar premios, decidió participar en el maratón de Puebla, en el que terminó en el tercer lugar.
“Después de que nació mi hija yo no trabajaba, el atletismo era mi único sostén y por eso corría en las calles, pero después me enfoqué al maratón pensando en que los premios son mejores, entonces en 2016 me enfoqué en el de Mérida, estuve entrenando y mi entrenador me dijo que corriera el de Puebla, que era dos meses antes, como parte de la preparación. La idea era que sólo corriera 30 kilómetros y abandonara, pero en el transcurso me sentí bien, mantuve mi ritmo y en la recta final la gente me alentó a cerrar bien, porque los keniatas se estaban quedando, aceleré, llegué en tercer lugar y cobre el premio de 25 mil pesos por el podio y 15 mil por ser el primer poblano en llegar a la meta”, recordó.
“EL ATLETISMO LO HACÍA POR HAMBRE, HAMBRE REAL”
Marco llegó al maratón con hambre, pero no en sentido metafórico, sino de la real, con necesidades de generar dinero para su familia.
“Lo de Puebla fue algo inesperado entre comillas, porque yo fui con hambre, pero hambre real, de comer, de tener dinero, de traer un sustento y eso fue lo que me impulsó para cerrar bien. Después seguí buscando maratones para pelear por los premios porque en carreras de ruta ganas de mil hasta cinco mil pesos, pero en los maratones puedes ganar hasta 40 mil, entonces el atletismo se convirtió en mi trabajo, también porque en mi familia siempre me decían que para salir adelante tenía que echarle ganas al deporte, lo contrario a lo que otros piensan que con el estudio”, dijo.
SEGUNDO MEJOR MEXICANO EN MARATÓN CDMX
Para 2017 llegó el punto más alto de su carrera pues se metió de lleno en la temporada de maratones, consiguiendo su logro más importante.
“Después de Puebla fui a Mérida y quedé en onceavo general y primero en mi categoría, luego para marzo corrí el maratón mexiquense en Estado de México, ahí quedé en cuarto general y gané premios económicos, luego corrí el maratón de Ciudad de México y ahí fue mi repunte porque quedé en un doceavo lugar general y quedé como segundo mejor mexicano, solo por detrás de Juan Luis Barrios. En esa ocasión fueron extranjeros, puros kenianos como es costumbre, así que peleé un lugar y quedé en doceavo general”, indicó.
Ya encarrerado, el corredor pensó en el alto rendimiento y buscó clasificar a los Juegos Centroamericanos.
“Intenté el selectivo a Juegos Centroamericanos porque tenía la marca mínima, pero hubo un selectivo en Mexicali ese mismo año, voy y tuve una preparación muy exacta y buena, pero no se dieron las condiciones físicas y abandoné. Volví a intentar en diciembre y en 2018, pero volví a abandonar, entonces me fui al maratón de Mérida y ahí quedé en segundo lugar que ha sido lo más cercano al primer lugar. Pero después tuve varios fracasos, porque abandoné el de Mexicali, el de Tecamachalco, aunque en el de Ciudad Juárez quedé en noveno lugar y segundo mejor mexicano. Después de eso dejé de correr un buen rato”, señaló.
POR PANDEMIA AHORA ES ALBAÑIL
Tras la pausa de más de un año, intentó regresar en 2020 teniendo apenas una participación en el maratón de Torreón hasta que apareció la pandemia y se detuvo toda actividad.
“Después de 2018 dejo de correr hasta 2020 que fue mi último evento, fue en Torreón Coahuila, quedo en quinto general y de ahí suspenden todo, viene lo que es la pandemia, estuve entrenando medio año, pero al ver que no había mejoría en la pandemia y todo iba empeorando decidí darme un receso como tal y dejo el atletismo por completo hasta la fecha, no he tenido la solvencia para seguir manteniendo el deporte, el atletismo era una profesión, era mi trabajo, me lo quitan y dejo de ejercer el deporte y me meto a trabajar en la construcción, ahorita llevo desde que empezó 2021 como albañil”.
“En mi familia también hay varios que trabajan en la construcción y me enseñaron antes de la pandemia, en mis descansos de las carreras me ponía a trabajar con ellos para sacar dinero, pero ahora ya estoy de lleno”, precisó.
Pero su situación actual no le quita la ambición de regresar a correr por lo que ya ha vuelto a los trabajos físicos.
“En junio regresé a entrenar, pero me ha costado mucho, llevo dos meses y medio entrenando porque mi tirada es volver a correr maratones, he dado un descanso grande, pero no he pensado en el retiro, aunque por ahora estoy al cincuenta por ciento. Soy comunicólogo, pero no he ejercido porque sería un trabajo permanente y lo que quiero es regresar al deporte”, comentó.
Marco Antonio Martínez Salvador va a volver y más fuerte, quiere ganar más maratones, quiere seguir disfrutando de los kilómetros y de las rutas.
“Quiero regresar más fuerte de como estaba, pero los objetivos son claros, seguir corriendo maratones para ganarlos, aparte de dejar un buen legado en la familia, ser un gran deportista de alto rendimiento y ahorita no hay un objetivo como tal. Yo cuando empecé mi sueño era de ir a unos Juegos Olímpicos, pero con la pandemia la realidad es que se rompen esas ilusiones y lo más lógico, certero y cercano es ganar maratones, sea el que sea, pero ganarlos”, declaró.