Iván Mercado / @ivanmercadonews / FB IvánMercado
La visión de un líder se caracteriza por no perder el enfoque de una responsabilidad conferida o un camino adoptado por convicción. El liderazgo se construye con esa visión siempre en alto pero con los pies muy bien puestos en la tierra, se confirma cuando las decisiones que se toman no buscan la recompensa inmediata, sino los resultados a futuro.
En estos tiempos aciagos, el mundo necesita de muchos más hombres y mujeres que con la experiencia adquirida a lo largo de los años sean capaces de comprender la complejidad de las actuales circunstancias globales y, con base en esa conciencia personalísima, se lancen a tomar decisiones inéditas para resolver desafíos sin precedente.
El mundo, México y Puebla demandan sin duda de ese nivel de claridad, convicción y decisión.
Desde que apareció “inesperadamente” el primer caso de esa rara enfermedad que hoy todos conocemos como COVID-19, la especie humana ha estado sometida a uno de los desgastes mas graves registrados por la historia.
Ni la primera, ni la segunda guerra mundial nos expuso a tan elevados niveles de estrés.
La pandemia por SARS-Cov-2 ha subyugado a todos por igual, algunas naciones han logrado adelantar su recuperación más rápido que otras, mientras que muchos países siguen intentando regresar a esa vertical que hasta antes del 2020 aseguraban tener.
Sin embargo, todos, absolutamente todos, vivimos por muchos meses arrodillados ante una enfermedad que, aún hoy, significa un riesgo latente.
El miedo, la incertidumbre, el desconocimiento y la muerte misma nos sometió física y económicamente a todos en el planeta, estamos en vías de recuperación, sin embargo, el daño emocional que la pandemia sembró en millones de seres humanos es incalculable, apenas comienzan a aparecer algunos daños colaterales pero se pronostican escenarios inimaginables en la conducta de millones.
Por ello, hacer a un lado al pesimismo, al desánimo, a la mismísima política oportunista no es una tarea sencilla, se requiere de un especial sentido de la responsabilidad y aguda altura de miras. Saber o entender el momento indicado para decir “No más…” exige de un sentido muy claro de trascendencia.
Miguel Barbosa Huerta, actual gobernador de Puebla, es un político que guarda intacta la capacidad de comprender los momentos y las circunstancias que lo rodean, por ello sigue en una posición de verdadera toma de decisiones.
Lidiar con el poder nunca ha sido tarea fácil, menos aún cuando se tiene que luchar contra las circunstancias armado con una ideología propia y no con una visión impuesta por las tendencias y los afanes personales. Ese es el talante de los contados hombres y mujeres que por méritos propios alcanzan esas lides.
Por ello, después de meses muy complejos en los que el país y nuestro estado atravesaron momentos de total incertidumbre, el gobernador de Puebla leyó correctamente los tiempos, las acciones y las circunstancias para tomar la iniciativa de no esperar más y dejar atrás la apatía y la improductividad.
El plan bautizado por él mismo como “¡Que Reviva Puebla!” no sólo es una serie de acciones coordinadas para reactivar la economía de la entidad. Va mucho más allá.
La idea busca objetivos mucho más ambiciosos como el poner en movimiento las cadenas productivas del estado, pretende generar una ola de autoinspiración para que todos los sectores y todas las autoridades del territorio comprendan y adopten, por iniciativa propia, la propuesta de que es tiempo de ponerse nuevamente de pie y en movimiento.
Los números de Puebla en materia de recuperación significan un reto muy importante, un ejemplo de ello son los más de 20 mil empleos que aún debemos recuperar para volver a los niveles reportados previo a la pandemia.
No obstante, Barbosa Huerta sabe perfectamente que no hay presupuesto que alcance para cobrar esa recuperación si el recurso no viene acompañado de un esfuerzo colectivo sin precedente.
La estrategia “¡Que Reviva Puebla!” es inédita porque extraordinarias son las condiciones impuestas por una pandemia sin precedente en un mundo globalizado, por ello el valor de calcular los tiempos es determinante en la compleja palestra de la toma de decisiones que reactiven la economía.
Mas allá de los 400 millones de pesos puestos por el gobierno, de las cientos de actividades programadas desde una plataforma institucional o de la coordinación prometida entre las diferentes dependencias y alcaldías, está clara la señal de que ha llegado para Puebla el tiempo de levantarse.
El plan del gobernador Barbosa Huerta le gana una vez más la agenda a la gran mayoría de los estados de la república mexicana que, pareciera, siguen esperando una orden divina para sacudirse la tragedia y comenzar a recuperar el terreno perdido en distintos ámbitos ante la pandemia.
Por supuesto, la encomienda no será sencilla, requerirá de profunda disciplina, responsabilidad y compromiso de todos los poblanos.
La COVID-19 no se ha controlado y una distracción colectiva nos puede colocar una vez más contra la pared, sin embargo, el tiempo de movernos está aquí y ahora.
El éxito del plan impulsadopor el mandatario dependerá de todos, porque como nunca, todos necesitamos volver a la normalidad.