Soliloquio
Felipe Flores Núñez
Mientras que una mayoría de la población en el país tiene la certeza de que hemos superado los riesgos de la COVID-19, esta semana la Organización Mundial de la Salud (OMS) lanzó una alerta que deberíamos atender.
El director general del organismo, Tedros Adhanom, aseguró que permanece la amenaza de otro patógeno emergente con un potencial “aún más mortal”, por lo que pidió a la comunidad internacional que se prepare ante la posibilidad de que emerjan nuevas pandemias.
A su juicio, “cuando llegue la próxima pandemia, que lo hará, debemos estar preparados para responder de manera decisiva, colectiva y equitativa”.
El líder del organismo sanitario está considerando que las pandemias están lejos de ser la única amenaza que encara la humanidad, además tiene la certeza de que “los nuevos patógenos y las nuevas pandemias llegarán”.
Por otra parte, destaca que la pandemia “ha tenido un alto coste para la salud mental”. “Muchos de nuestros propios empleados, como muchos trabajadores de la salud en todo el mundo, han experimentado estrés y agotamiento severos”, ya que “la pandemia nos ha enfrentado a desafíos sin precedentes”, agregó el doctor.
Además, desde la OMS se alerta frente a la amenaza de otra “variante emergente de la COVID-19”, que causaría “nuevas oleadas de enfermedades y muertes”.
“La pandemia nos ha desviado del rumbo, pero nos ha demostrado por qué los objetivos de desarrollo sostenible deben seguir siendo nuestra estrella polar y por qué debemos perseguirlos con la misma urgencia y determinación con la que contrarrestamos la pandemia”.
Ante estos desafíos que nadie puede desdeñar, la OMS lanzó un nuevo llamado a los líderes mundiales para diseñar una estrategia que sea capaz de contener las nuevas oleadas de enfermedades contagiosas y es aquí, en el caso de nuestro país, donde estriban las mayores dificultades. O donde la puerca torció el rabo, para decirlo en forma coloquial.
Si de algo se careció a lo largo de la extenuante y letal pandemia fue de un auténtico liderazgo. Tuvimos en cambio en Hugo López Gatell a un incrédulo fanfarrón que todo el tiempo quiso engañar nos en su papel de “patiño” del presidente López Obrador, bajo la premisa de minimizar los efectos de la enfermedad.
Por fortuna, hay quienes con mayor seriedad y sentido de responsabilidad parecen seguir la línea de las advertencias lanzadas esta semana por la OMS, como es el caso de la UNAM, e incluso de la BUAP, al hacer varias recomendaciones a toda su comunidad universitaria ante el inminente regreso a clases.
La máxima casa de estudios del país asumió los riesgos por el aumento de casos positivos de COVID-19 durante las semanas recientes, basándose en los registros del Sistema Nacional de Vigilancia Epidemiológica (Sinave), a cargo de la Secretaría de Salud federal.
Se basaron también en un análisis del programa institucional de investigación sobre Riesgos Epidemiológicos y Emergentes, el cual revela que en las últimas semanas se han registrado cambios en el comportamiento de la COVID-19 en México, específicamente respecto al número de casos y la positividad de las pruebas de diagnóstico, lo que revela que el virus circula ampliamente a nivel comunitario.
De manera similar ha procedido la BUAP, al exhortar a que se apliquen medidas de prevención, y aunque no ha establecido como obligatorio el uso de cubrebocas, sugiere que sea utilizado para evitar la propagación del virus en espacios cerrados, como salones de clases, auditorios y oficinas administrativas.
La propia rectora Lilia Cedillo, experta en el tema como investigadora, en su momento señaló que “con Ómicron se pensó que estábamos en el fin de la pandemia por el gran avance en la vacunación o el número elevado de contagiados; sin embargo, no es así: nuevas variantes pueden aparecer y seguirán apareciendo a lo largo del tiempo”.
Son precisamente esas nuevas variantes, mucho más expansivas, las que parecen ser ahora motivo de preocupación de la OMS. Lo que ocurre ahora mismo en los Estados Unidos podría ser una buena referencia: las hospitalizaciones han aumentado 12.1% en la semana que concluyó el pasado 22 de julio, en comparación con la anterior.
En el caso de Puebla, tras la declaratoria del fin de la emergencia sanitaria en mayo pasado, el gobierno estatal cerró recientemente el ciclo de vacunación e incluso desactivó esta semana las notificaciones de exposición del virus que alertaban sobre el contacto con posibles infectados.
Aun así, aunque las cifras son reducidas, los contagios no han cesado. En el reporte más reciente del fin de semana se informó que hay nueve personas hospitalizadas en la entidad, de las cuales dos requieren de ventilación mecánica asistida.
En las últimas horas hubo 11 contagios nuevos y ningún deceso, en tanto que los casos activos, entre ambulatorios y hospitalizados, son 157, en 22 municipios de la entidad.
Bajo este panorama, el gobierno estatal ha descartado por ahora la posibilidad de emitir un nuevo decreto con medidas de prevención, aunque ha sugerido, ya sin la presencia del médico José Antonio Martínez –cuya labor en Puebla durante la pandemia fue excepcional–, que se mantenga la rutina del lavado de manos y hacerse la prueba cuando haya sospecha de algunos síntomas.
En todo este contexto, otro aspecto a considerar en es que estamos cerca de la temporada de fin de año, en la que prevalecen los climas fríos y aumentan los casos de enfermedades respiratorias, lo que a su vez hace más susceptible la reproducción de virus infecciosos, entre ellos el de COVID-19.
Esta situación hace pensar que junto con la jornada de prevención de la influenza, declarada enfermedad estacional, se impulse en el país una nueva etapa de vacunación, al menos para menores de edad y adultos mayores.
Ya esta semana, el mismo presidente López Obrador insinuó que hay suficientes vacunas, refiriéndose a la marca propia llamada Patria y a la cubana Abdala, ambas por cierto sin la debida acreditación de la OMS, tema que seguramente será motivo de polémicas por el rechazo a usarlas por buena parte de la población.
En suma, lo que ahora parece más pertinente es hacer caso a la OMS y estar debidamente preparados para responder cuando llegue la próxima pandemia. Es tiempo de elaborar una estrategia inteligente para aminorar los daños, lo cual parece complicado a falta de visión y liderazgos.
La OMS ha advertido de manera categórica que permanece la amenaza de otro patógeno emergente con un potencial “aún más mortal”. Y López Gatell dijo esta semana ante las posibles amenazas que “no deberíamos sobredimensionar, ni exagerar, ya que por ahora “no hay motivo de mayor preocupación”.
Así como vamos, todo indica que tropezaremos nuevamente con la misma piedra.