Soliloquio
Felipe Flores Núñez
No pudo ser más puntual y explícito el encabezado principal de nuestra edición de este martes: “Retrocedemos cuatro meses ante COVID-19”.
La respectiva nota ofreció cifras que revelan con claridad el repunte actual de contagios en un comparativo de lo que ocurría en agosto, e incita a una natural preocupación por el acoso de un posible empeoramiento.
En ese entonces se apreciaba en Puebla un aceptable comportamiento colectivo, el confinamiento era generalizado y las normas sanitarias se aplicaban con naturalidad.
De una tendencia que parecía controlable, retornamos a momentos de preocupación que, de mantenerse, podrían llevarnos, como lo advirtió esta semana el gobernador Luis Miguel Barbosa, a “una enorme y costosa crisis de salud”.
Lo cierto es que la nueva acometida del Coronavirus en todo el planeta parece más potente y amenazadora.
Estábamos advertidos que eso podría ocurrir, y por supuesto mucho más informados sobre las medidas de prevención.
Con el espejo de sucesos en Europa, a principios de año sabíamos que la ola de contagios llegaría hasta nosotros.
Más o menos lo afrontamos.
Meses después llegó allá el repunte, a muchos los volvió a tomar por sorpresa, en pleno relajamiento.
El virus regresó incluso en China.
Hoy en Italia los contagios están incontenibles; tienen las cifras más altas de toda la Unión Europea.
Reino Unido llama al confinamiento.
Alemania vuelve a cerrar comercios y escuelas.
El pasado sábado se registró la cifra más alta de contagios en el orbe entero desde que comenzó la pandemia.
Sabíamos entonces que eso podría ocurrir “de este lado”.
Y está ocurriendo.
El recuento que hace el gobierno federal es desolador: estamos peor que en los momentos de mayor infortunio, que lo fueron mayo y junio pasado.
Ante esta nueva oleada parece imposible contener la curva que día a día incrementa los casos de infectados y decesos.
El peor ejemplo es la Ciudad de México, donde pese a las evidencias se niegan a poner el semáforo en rojo, mientras los hospitales están casi al tope y los enfermos se atropellan por conseguir auxilio.
En el pico más alto en mayo se registró un total de 4 mil 553 pacientes y para este lunes se contabilizaron 4 mil 598.
La Jefa de Gobierno Claudia Sheinbaum habla de una “situación de emergencia”, pero se resiste a cualquier alusión respecto al color del semáforo, cuyo instrumento ahora es desconocido por el propio López Gatell.
“Es intrascendente”, dijo el estratega contra la pandemia y su afirmación vuelve a generar confusiones, cuando ese instrumento había sido un privilegiado y creíble referente.
El estado de alerta en la capital del país y en el Estado de México no puede desdeñarse por su vecindad con Puebla, que implica un permanente flujo de personas.
Hasta el presidente Andrés Manuel López Obrador, inusitadamente, lanzó un llamado a los habitantes de la zona del Valle de México para confinarse al menos 10 días más en sus hogares.
Aún tardío, el exhorto nos alcanza, aunque parezca que se predica en el desierto.
Otras voces también tendrían que ser escuchadas.
Una es la de Julio Frenk, exsecretario de Salud, miembro de El Colegio Nacional y actual rector de la Universidad de Miami, quien advierte que el COVID-19 ya la primera causa de muerte en México, lo que representa un retroceso pues no ocurría desde por lo menos 30 años.
“Esta situación dramática no es producto de la naturaleza, sino del resultado de malas decisiones en el manejo de una pandemia, que, de haberse enfrentado de manera oportuna, inteligente y agresiva ya estaría muy cerca de mantenerse bajo control”, dijo.
Opinó que el gobierno optó por minimizar y trivializar la presencia de la infección en el país, pues afirmaron erróneamente que el arribo del virus no representaba un peligro ya que la mortalidad era menor a la de influenza.
Hizo también una fuerte crítica por no tomar decisiones unificadas y a nivel nacional. “Esa falta de un mando central efectivo y los desacuerdos con las entidades federativas han sido dos de las características más lamentables de esta contingencia y un patrón de los gobiernos populistas”.
El doctor Frenk expresó que la pandemia se produjo justo en medio de un proceso de desmantelamiento del sistema de salud mexicano que incluye recortes a la Secretaría de Salud, acompañados por la desaparición del Seguro Popular y la integración del nuevo Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi) el cual para el especialista “hizo su desastroso debut justo en el momento en que se anunciaba al mundo el surgimiento de la pandemia”, concluyó.
En todo torbellino en el que parecemos atrapados, habría que reconocer no obstante que aquí, como en el mundo entero, buena parte de la humanidad no ha tenido el comportamiento adecuado.
El relajamiento ha sido generalizado. Aquí se dio acentuadamente desde las fiestas patrias, se agudizó durante el “Buen Fin”, persiste en los festejos y reuniones casi clandestinas y ahora tiende a incrementarse por las celebraciones de fin de año.
Incredulidad, exceso de confianza, hartazgo, descuido, necesidad de conseguir el sustento, errores y hasta pifias de quienes conducen la estrategia de contención.
En ese listado de causas, justificaciones o pretextos habría que incluir a aquellos que con ciego optimismo aguardan la inminente llegada de la vacuna, sin darse cuenta que no es la panacea ni que el proceso de suministro será largo y sinuoso.
De todos modos no hay sustento que valga, cualquiera que sea la razón de la conducta social equivocada.
En todos los caso, gravita siempre un grado superlativo de irresponsabilidad; personal y social.
Estamos, como diría Lenin, un paso adelante, dos pasos atrás.
Complicado sustraerse del tema cuando el virus acecha y muchas veces alcanza a familiares, amigos, conocidos.
El sólo contagio debería asustar; va de por medio la vida misma.
Es cierto: la resiliencia también tiene sus límites.
Y también se agota.
Hay quienes pugnan porque este 2020 sea un año para olvidar.
No debiera ser así.
Las crisis no se desperdician.
Acaso la pandemia ha puesta a prueba la capacidad de las personas y de las instituciones.
Adaptarse y superar el entorno difícil ha sido el reto. No todos lo han superado.
Ya habrá tiempo para los juicios, pero mientras tanto el saldo final no es favorable.